Revista Cine

Japón y el negocio de la destrucción

Publicado el 14 marzo 2011 por Masquecine

Japón y el negocio de la destrucción

Los japoneses usan la palabra crisis para referirse a una nueva oportunidad. Y eso es lo que han visto de nuevo los medios de comunicación, como en Chile o anteriormente en Haití, como se ha hecho millares de veces y como se ha parodiado en el cine como en ‘El gran carnaval’ de Billy Wilder.

El límite ético se pierde en las catástrofes humanas, se comercializan las imágenes y se busca el espectáculo, se desplazan otras noticias y todo el mundo habla de ello, pero a la par se pierden las oportunidades de generar un debate útil. ¿Acaso la historia de los mineros chilenos ayudó de algún modo a mejorar la seguridad en las minas? Pocas semanas después de que se completase el rescate en directo más espectacular de la historia de la televisión varias decenas de mineros fallecían en otro accidente en Colombia, la noticia pasó sin pena ni gloria, el tema de la minería ya no era interesante para los medios de comunicación.

Los medios de comunicación han competido estos días por conseguir las mejores imágenes, los vídeos más impactantes, los testimonios más duros. ¿Hemos aprendido algo de todo esto? ¿Aprendimos algo de Haití? ¿Se ha mejorado algo tras estas catástrofes? No se trata de ello, hay que aprovechar el tirón informativo de estos desastres mientras duren, luego se abandonan a su suerte. Las coberturas duran lo que duran, como los programas de televisión sobreviven mientras el share les acompañe.

Puede que por ello las portadas de los diarios se llenen de infografías (tan denostadas el resto del año como útiles ante los desastres), de frases y expresiones como “impactantes imágenes”, “los vídeos más espectaculares”, “Lo más interesante de la Red”, La cifra de muertos se eleva a…”, “Rescatado tras pasar dos días en el mar”. Y este tratamiento informativo convierte la actualidad en espectáculo, se comercializa el morbo, los miedos, se juega con la historia, se venden historias humanas en lugar de contar experiencias. Los medios venden, tiran la casa por la ventana, pero el cliente compra, pasa por caja y consume todo cuanto pilla y las noticias se convierten en un supermercado donde los medios compiten por las mejores imágenes y los lectores buscan las mejores historias.


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