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Jardín de Invierno - Valerie Fritsch

Publicado el 16 agosto 2017 por Rusta @RustaDevoradora

Jardín de Invierno - Valerie FritschEdición:Alianza, 2016 (trad. Eduardo Gil Bera)Páginas:152ISBN:9788491044963Precio:14,50 € (e-book: 10,99 €)
Hace tiempo, alguien que sabe mucho de creación literaria me dijo que, a ciertas edades, se suele ser demasiado joven para la narrativa. Recalco esta palabra, «narrativa», porque en este caso se diferencia a conciencia de «literatura». No es de extrañar, siguiendo esta pauta, que muchos autores cultiven la poesía a los veintitantos y más tarde prueben con la novela. El lenguaje de la poesía no es el mismo que el de la narrativa, por mucho que exista la prosa poética; el tempo de una novela, así como su composición y el desarrollo de sus personajes, difieren por completo de las exigencias de un poema. Escribo esta introducción porque he aquí un claro ejemplo de libro maravillosamente escrito, en el que no se puede objetar nada a la técnica, que, sin embargo, como novela no funciona. Se puede abrir por cualquier página al azar y el lector encontrará un párrafo, una frase, una imagen potente, producto de un estilo esmerado; no obstante, leído desde el principio, la narración se atasca por su recargamiento. Jardín de Invierno(2015), segunda novela de la escritora y fotógrafa austríaca Valerie Fritsch(Graz, 1989), galardonada con el Premio de Literatura Peter Rosegger (los países germanos valoran mucho a los autores jóvenes), gira alrededor de un personaje llamado Anton Invierno, un chico criado en una singular colonia jardín de tintes místicos, lejos de la civilización urbana, protegido por su numerosa familia y a salvo de malas influencias. Un buen día, Anton Invierno decide marcharse a la ciudad, donde, al fin, conoce el mundo… o, lo que es lo mismo, conoce a una mujer y se enamora, mientras el resto de la gente espera el fin de la humanidad. El planteamiento, sobre todo en la descripción de la colonia jardín en el primer capítulo, recuerda un poco a Las efímeras(2015), de Pilar Adón, por el clima de aislamiento y por el lirismo de la prosa; pero, más allá de eso, la construcción de la historia es muy distinta.A grandes rasgos, la autora da forma a una alegoría sobre todo aquello que abandonamos, como personas y como sociedad, contada con un estilo poético y muy evocadorque me recordó al Alessandro Baricco de Seda. El apocalipsis es la culminación, pero a lo largo de todo el libro abundan las digresiones sobre el pasado, en concreto, sobre el hecho de dejar atrás la infancia, de perder la inocencia, que en el caso de Anton Invierno va ligado al abandono de la comunidad. Estas últimas disquisiciones, a propósito, entroncan con el neorruralismo y los conflictos de identidad contemporáneos: el viaje (real o simbólico) de la ciudad al campo en busca de sentido, la condición de generación sin destino prefijado por la falta de oportunidades, la pérdida de rumbo individual y colectivo. Tiene, hay que decirlo, fragmentos muy buenos, que muestran a la perfección esa incertidumbre de la juventud actual ante el futuro (disfrazada, eso sí, de aires de cuento mágico: no vamos a encontrar un retrato costumbrista, sino que más bien obliga a leer entre líneas).

Jardín de Invierno - Valerie Fritsch

Valerie Fritsch

Pese a todo, ya lo he dicho: esa voz maravillosamente poética acaba resultando un lastre. Un lastre importante. Frases encadenadas, búsqueda constante de preciosismo, acumulación, excesos, reiteraciones. Afectación. Ese tono se sostiene una página, un capítulo, pero no una novela entera. No solo se pierde la tensión narrativa que anima a seguir leyendo, sino que tanto primor en cada imagen particular termina por crear una sensación de dispersión en el conjunto. Dicho de otra manera: es como estar dando vueltas en un círculo de imágenes e ideas que se repiten; no hay una línea de progresión (que no tiene por qué consistir en una «trama» con mucha acción, sino, tan solo, en un texto más preciso en el que la emoción vaya in crescendo y no se pierda en los rodeos). En general, Jardín de Invierno está concebido como un libro demasiado «etéreo»; le falta vida, y sin duda habría funcionado mejor como un relato breve.

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