Revista Sociedad

Jaula de grillos

Publicado el 31 marzo 2016 por Abel Ros

El otro día recibí un correo de Frank, un periodista independiente afincado en Washington. Me preguntaba – este amante del Rincón – si, algún día, asistiremos al funeral de Podemos. En España, le contesté, hay dos constantes vitales que han marcado la historia de su democracia. Una es la estabilidad y la otra, la moderación. Salvo el intento fallido del golpe de Estado en el año ochenta y uno; las legislaturas han sido cortadas con la misma tijera. Meses arriba, meses abajo; todas han durado cuatro años. No ha habido adelantos electorales significativos, ni alteraciones en los plazos convencionales de las investiduras. En cuanto a la moderación, en la Hispania postfranquista siempre han gobernados partidos de centro; ya sean de la izquierda o la derecha.

Las elecciones del 20-D han supuesto un punto de inflexión en las dos constantes anunciadas más arriba. Se ha roto, como saben, la estabilidad y la moderación. La inestabilidad queda reflejada en la probable convocatoria de elecciones generales. Elecciones precedidas por la renuncia de Rajoy a ser investido presidente; el intento fallido de Sánchez y la incapacidad del hemiciclo para formar un gobierno; ya sea de mimbres valencianos o una gran coalición a la alemana. La falta de moderación viene protagonizada por la irrupción de Podemos. Nunca, ni siquiera cuando Santiago Carrillo estaba en la cresta de la ola; una fuerza de corte populista ha conseguido tanta representatividad en el patio de los leones. Así las cosas, nos hallamos con un escenario de rastas y corbatas, donde la gobernabilidad del país se atisba complicada.

Para que la estabilidad vuelva a su orilla, es necesario arreglar la embarcación de la moderación. Sin moderación mediante, sin un gobierno de centro, la tempestad está asegurada. La Transición se construyó gracias a la moderación. Gracias a UCD – el partido de Suárez – se consiguió la estabilidad democrática. El pueblo – que de tonto no tiene un pelo – optó por el centro, en lugar de los márgenes del círculo. Y, todo ello, a pesar de cuarenta años de Nodo, sotanas y ausencia de libertades. Es, precisamente, esta razón; la que invita a la crítica a pronosticar un mal final para Podemos. Con la llama de la indignación apagada y la recuperación económica en camino; la fuerza de Pablo Iglesias pierde fuelle entre los votantes racionales. Aquellos que hace unos meses votaron por el morado, y prescindieron de la "casta".

La alianza entre Ciudadanos y PSOE es el camino. El camino para que la moderación devuelva la estabilidad democrática a la España que nos preocupa. Gracias a un gobierno de centro izquierda; la derecha de Rajoy y los votantes de Podemos quedarían fotografiados en los márgenes del lienzo. El mismo lienzo que visionamos en los tiempos de Suárez cuando Alianza Popular era un problema para el Estado y, el Partido Comunista, un problema, para el mercado. La derecha representaba a "lo viejo", a las sombras del franquismo, en contraste con las campanas y patillas. El partido de Carrillo representaba a "los rojos"; a quienes, en tiempo republicanos, lucharon contra el Caudillo. Solamente, el centro – el partido de Suárez – construyó los puentes necesarios para aproximar las orillas. Sin moderación mediante, España corre el riesgo de convertirse en un gobierno a la italiana; una jaula de grillos en la que todos gritan y ninguno se oye.


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