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JCVD. Yo, yo mismo y Van Damme.

Publicado el 10 marzo 2011 por Crowley
JCVD. Yo, yo mismo y Van Damme.
Imagino que si a alguno de nosotros nos dijeran que Jean-Claude Van Damme, esa estrella del cine de acción musculado de antaño, venida a menos y desaparecido prácticamente del circuito comercial, incluídos los videoclubs, va a realizar una nueva película, uno podría pensar rápidamente que no debe estar ya el buen hombre para demasiados saltos y cabriolas (algo que, por otra parte, mejor o peor rodado, ha demostrado que no es así del todo el, por desgracia, incombustible Stallone en su fácilmente olvidable "The Expendables").
Al menos eso debieron pensar las mentes que concibieron la sorprendente y apabullante JCVD, editada en nuestro país por Cameo (recordemos que el director, Mabrouk El Mechri, llegó al proyecto cuando este ya se había comenzado a gestar y el film era, por aquel entonces, una suerte de "Jungla de Cristal" paródica, algo que a El Mechri no le gustó, ya que no coincidía con la visión que él tenía de Van Damme).
JCVD. Yo, yo mismo y Van Damme. Un hombre, inmerso en pleno divorcio, peleado por la custodia de su hija, agobiado por la escasez de dinero, con una carrera que se va a la deriva, acude a visitar a su madre y, sin saber cómo, se ve atrapado en un atraco. Inmediatamente las voces, confundidas, de la gente, lo reconocen y apuntan como (falso) culpable.
Ese hombre en plena crisis existencial es Van Damme.
Ya no hay hueco en el mundo para los anquilosados héroes que poblaron los 80 y parte de los 90. Al menos no como los entendíamos entonces. Ha llegado el momento de que se replantéen quienes son y cuál es su lugar en el mundo cinematográfico. Alejarse de uno para encontrarse a sí mismo.
Esta premisa queda perfectamente planteada y ejecutada en este inquietante ejercicio posmoderno de gran brillantez, este juego de la realidad ficcionada deconstruída, esa película dentro de una película, este falso documental que va de la comedia al thriller, del drama a la acción, y que es, sin lugar a dudas, la mejor película que Van Damme vaya a realizar en toda su vida, llegando a hacer que nos planteemos qué hubiese sido de su carrera si hubiese caído en manos del director adecuado. Y es que por fin puedo decir que hay una película de Van Damme que, no sólo me entusiasma, sino que recomendaríia a todo el mundo.
JCVD. Yo, yo mismo y Van Damme.
Durante el metraje de este film de culto desde el mismo momento en que su director lo concibió así, podemos advertir hasta tres "Van Dammes" diferentes; la estrella que fué y que ya no es, el que el director quiere que sea y que puede llegar a ser y, por último, un bosquejo crepuscular del real (y no me refiero al falso momento en el que supuestamente se sale del guión para hablarle a la cámara en complicidad, porque ahí, lógicamente, está actuando también). Tres caras de una misma persona. Tres yoes de los muchos que conformarán el rostro del verdadero Jean-Claude Van Damme. Un rostro, el verdadero, que tan sólo conoce y conocerá él mismo. Como nos ocurre a todos en nuestras vidas.
JCVD. Yo, yo mismo y Van Damme.

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