Lo juro, no es una puta metáfora; desde un barco pirata en el cielo levanté mis pies y surqué el aire
como el orgulloso albatros de Baudelaire.
Cierto que era una atracción de feria
y que en lugar de subir, bajé. Y que pataleé en el vacíosin estilo ni decoro alguno.
Y que el suelo me reclamaba con egoísta voracidad.
Y que tuve la certeza absoluta de una temprana muerte.
Y que sentí una lástima infinita por mi madre
— allí abajo —
viendo a su hijo hacer el imbécil por última definitiva vez.
Sin saber que solo era la primera de una serie de caídas
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Cierto que todo quedó en un susto
y una preciosa marca de Rorschach en el asfaltodibujada con la sangre de mi nariz.
Que ahí acabó mi breve y accidentada
carrera de marino interestelar,
pero tal vez comencé a disfrazarme de poeta.
Como demuestra el hecho de llamar a caer volar.
De modo que yo también lo hice;
jódete, Peter Pan.