Revista Cultura y Ocio

Jordi Costa y la ficción televisiva (Parte 1 de 2): Perdidos y su física cuántica.

Publicado el 16 noviembre 2011 por Ruta42 @ruta42
Jordi Costa y la ficción televisiva (Parte 1 de 2): Perdidos y su física cuántica.
Jordi Costa, escritor y crítico de cine estuvo también en el Festival Eñe. En este caso presentando un taller llamado Nueva Ficción Televisiva, que como él mismo indicó era un pequeño ejemplo de lo que se trata en su curso homónimo en la Escuela de Escritores de Madrid. A la primera dosis siempre invita el camello. Este artículo (dividido en dos partes) será una descodificación libre, pero muy fidedigna. Allá vamos:
Hoy en día todo el mundo habla de la televisión. Se puede decir que están enganchados. Es la nueva adicción en la cultura popular, y esto lleva a que la gente pueda exagerar. Por lo tanto hay que desmontar el mito absurdo de que “ésta es la mejor televisión que se ha hecho”. En todo caso se le podría considerar una segunda época dorada, pero no más. El otro mito, el que reza que “el mejor cine está en televisión” no es cierto de ningún modo. El buen cine está en el cine, es una cuestión de recursos narrativos que funcionan mejor en uno o en otro, aunque muchas veces se producen cruces de caminos.
Hay muchas series importantes en nuestros días que se han confirmado como clásicos de nuestro tiempo. Muy buenas series de las que se podría hablar largo y extenso. Aquí citaremos cuatro que son de las mejores y que al mismo tiempo son cuatro proposiciones con diferentes intenciones. Perdidos, The Wire, The Office y The Sopranos. Y vamos a dejar las tres últimas para la segunda parte.
Perdidos
Perdidos tiene muchos padres y muchos hijos. Cosas como Heroes o Fast Forward han bebido de sus guiones esperando captar al público perdido, pero todas fracasaron. Su sucesora para mucha gente va a ser Freaks, pero aún está por ver. Hablar de estas obras también es hablar de sus creadores. Abrams se ha convertido en un nuevo sello de autoría, pero la televisión de autor es algo que ya existía, no es algo que haya inventado la HBO. Esto viene ya de los orígenes, con nombres como Ernie Kovacs, Rod Serling (el padre de Twilight Zone o Rod Serling's Night Gallery), o también Dennis Potter en la BBC
De los posibles ancestros de Perdidos visionamos el comienzo de la británica El Prisionero. Perdidos hereda de ésta las mismas claves que la han hecho tan diferente y que la distanció con respecto a sus contemporáneas. El Prisionero fue una de las primeras que de repente metió el enigma, la ambigüedad y sobre todo el final fuertemente insatisfactorio para sus fans. La insatisfacción en el arte, con el tiempo, se ve como un signo de atrevimiento. El final insatisfactorio es lo que también hermana al resto de padres de Perdidos. Lo vimos en Twin Peaks y en Expediente X. Esa mecánica de la narrativa conspirativa que suponía un resultado final resolutivo es el factor donde todas elegían ir alargándolo. Enredarnos y alejarnos de la solución, porque simplemente no podría llegar. 
En The Prisoner, en su título original, Patrick, Número 6 es el agente secreto que decide dimitir de su puesto. Acaba despertando muy desubicado (se nos deja fuera de ningún tipo de referencia que nos pueda ser familiar, nos desubica a los espectadores) en una isla que se convertirá con los capítulos más y más en una pesadilla kafkiana estilo resort vacacional. Todos parecen buena gente pero todos encierran secretos y nadie es fiable. Las realidades inducidas, los lavados de cerebro, y las relaciones conspirativas son también comunes en las dos series. 
Aunque Jordi le tiene tirria al tipo de libro que a raíz de la moda de las series han ido proliferando (Los Simpson y la filosofía, Seindfield y la filosofía, etc.) admite que en Perdidos y la filosofía de Simone Regazzoni había una idea muy acertada, que la progresión narrativa de la serie iba planteando las preguntas fundamentales del discurso filosófico. Desde dónde estamos, hasta las cuestiones morales del bien y el mal. Jordi Costa y la ficción televisiva (Parte 1 de 2): Perdidos y su física cuántica. Por favor, ya sé que no se dibujar, déjenme tranquila.
En la ficción hay una tendencia a basar todo en lo reconocible, de esta forma el espectador sabe al 100% o casi qué es lo que se le va a dar en ese relato. El episodio autoconclusivo es la extensión de este fenómeno. Es más cómodo para los desarrolladores de las series porque de esta forma tienen más facilidades para enfrentarse a los imprevistos. Por poner un ejemplo, en The Simpsons juegan mucho con esto, por muy hiperbólicas y destructivas que sean sus peripecias al final del episodio todo vuelve al punto inicial. Pero incluso en la televisión de antes, siempre ha habido grandes relatos que a pequeña escala no usaban esta articulación. Es lo que ahora se llaman miniseries. Con esto se fueron desarrollando formatos híbridos, con historias y lazos que subyacen (como en Freaks o Babylon 5, que también tenía la ambición de contar un gran relato en cinco tiempos, a pesar de que mantenía el episodio autoconclusivo). Perdidos rompe fuertemente con esto. La estructura sí que está cerrada pero lo que le da al espectador no es territorio seguro, ni siquiera la muerte de los personajes. 
De lo más hermoso que podrás encontrarte en Perdidos es que usa en una narración audiovisual la física cuántica y los fractales para con su estructura. Sus lineas argumentales se van ramificando y nunca pueden cerrarse. También es un recurso narrativo muy postmoderno (referido a la escuela del posmodernismo americano con autores como Barthes o Pynchon). En el fondo lo que se transmite con esto es que la realidad ya no se puede explicar con un gran mito cerrado en el que todos nos podemos sentir reconocidos, con una historia mítica de planteamiento, nudo y desenlace. Sólo se puede explicar la realidad a partir de la parcialidad. Se ha desbancado el cuento tradicional por la base de datos. Leyó después un texto de Francisco Casaveira que decía: “Perdidos es un argumento sin trama, una caja de resonancias de otras ficciones familiares en la que se acumulan los falsos crescendos sin resolución cabal”.
Jordi Costa y la ficción televisiva (Parte 1 de 2): Perdidos y su física cuántica. Fotograma de la serie con Sawyer, mientras se emitía en la ABC.
En Perdidos también es muy interesante su inclinación a mostrar mucha literatura. Libros y cómics que leen los personajes y nos hacen diatribar sobre el significado de esa citación. Cuando Sawyer lee A Brief History of Time, de Stephen Hawking pensamos: ¿Y si lo que ocurre en la isla tiene que ver con la teoría de cuerdas, o que la isla es un agujero negro o...? Eran hipervínculos más que citas. Permitía al observador inquieto sumergirse en esas citas, buscar sobre ello y generar un contexto sobre la serie más vasto (y al mismo tiempo dejar claro qué libros estaban o no dentro del universo de esa ficción). Y para terminar, otro fenómeno que trajo Perdidos fue la interpretación y el comentario al instante a través de Internet, cosa que, según se rumorea, acabó influyendo de alguna forma, introduciendo algún elemento que le llamaba mucho a sus fans y que no entorpecía a los conceptos básicos de la obra (ellos tenían claro en todo momento lo que querían contar).
Jordi Costa y la ficción televisiva (Parte 1 de 2): Perdidos y su física cuántica. Jordi Costa es el que nos cuenta todo esto en una foto cedida por los chicos de Blogdecine.
Anexo Sobre la física cuántica anteriormente mencionado también Universos Paralelos, de Michio Kaku. En este libro usa ficciones audiovisuales para explicar de manera divulgativa lo que supone la física cuántica como recurso de ficción. Al respecto de un episodio de The Twilight Zone (ocurre lo mismo con la novela El Hombre en el Castillo de Phillip K. Dick) cuenta:
“En un episodio de la serie de televisión Dimensión Desconocida, un hombre se despierta y descubre que su mujer no lo reconoce. Ella se pone a gritar y le ordena que se vaya si no quiere que llame a la policía. Cuando él deambula por la ciudad constata que sus amigos de toda la vida no le reconocen, como si nunca hubiese existido. Finalmente visita la casa de sus padres y queda absolutamente conmocionado. Sus padres insisten en que no le habían visto jamás y que nunca tuvieron un hijo. Sin amigos, familia ni casa, vaga sin rumbo por la ciudad y finalmente cae dormido en el banco de un parque, como un vagabundo. Cuando despierta al día siguiente, se encuentra cómodamente instalado en su cama con su esposa al lado. Sin embargo, cuando ella se da la vuelta él se sorprende al descubrir que no se trata de su esposa, sino de una mujer extraña a la que no había visto nunca. 
 ¿Son posibles estas historias tan ridículas? A lo mejor. Si el protagonista de Dimensión Desconocida hubiera preguntado algunas cuestiones reveladoras a su madre podría haber descubierto que ella tuvo un aborto y por eso no llegó a tener un hijo. A veces un solo rayo cósmico, una sola partícula del espacio exterior puede afectar profundamente el ADN del interior de un embrión, y causar una mutación que llevará finalmente a un aborto. En ese caso un sólo suceso cuántico puede separar dos mundos. Uno en el que vivimos como ciudadanos normales y productivos y otro que es exactamente idéntico, sólo que en él nosotros no hemos nacido. Deslizarse entre estos mundos entra dentro de las leyes de la física, pero es extremadamente improbable. La probabilidad de que ocurra es astronómicamente pequeña. 
Como puede verse la teoría cuántica nos da una imagen de universo mucho más extraña que la que nos da Einstein. En la relatividad en el escenario de la vida en el que actuamos puede estar hecho de goma, con los actores caminando por caminos curvados cuando atraviesan el decorado. Como en el mundo de Newton, los actores del mundo de Einstein repiten las frases de un guión que ha sido escrito de antemano, pero en una obra de teatro cuántico, los actores de pronto no tienen el guión y actúan por su cuenta, las marionetas cortan sus cuerdas, se ha establecido el libre albedrío, los actores pueden desaparecer y reaparecer en el escenario. Aún más extraño, pueden encontrarse apareciendo en dos sitios al mismo tiempo. Los actores cuando representan sus papeles no saben con certeza si están hablando o no con alguien que de pronto podría desaparecer y reaparecer en otro sitio”. 
¡Más sobre esta Nueva Ficción Televisiva en la próxima entrega!

Volver a la Portada de Logo Paperblog