Revista Opinión

Josefina, algo más que un nombre

Publicado el 31 octubre 2010 por Rgalmazan @RGAlmazan

Detrás de cada nombre, mejor dicho delante, hay una persona. Yo hoy quiero traer a Kabila a dos mujeres con el mismo nombre.

Un refrán dice que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer. Me parece desfasado y machista. Yo prefiero hablar, en este caso, de dos grandes mujeres con dos grandes hombres.

Hoy que Miguel Hernández y Marcelino Camacho son noticia, quiero hablar de sus compañeras del alma.

--Josefina Manresa--

Josefina Manresa quedó viuda siendo muy joven. Miguel le dedicó sus mejores poemas de amor, y ella desde su muerte se dedicó a cuidar a su querido

Josefina manresa
hijo Manuel Miguel y a velar y a difundir la obra del poeta.  Ese fue su objetivo, difícil de cumplir en tiempos en el que el poeta era silenciado y estaba prohibido. Y lo hizo con valor y con amor. Siempre estuvo donde le llamaron para hablar de la obra de su amado esposo. Pudo disfrutar poco tiempo de Miguel, éste murió cuando Josefina tenía veinticinco años, pero estuvo toda la vida a su lado, vivió por él y por su obra, hasta que falleció a los setenta y un año.

--Josefina Samper--

Y qué decir de Josefina Samper. Hoy he ido al último homenaje celebrado en honor de Marcelino Camacho, su despedida. Allí, en la Puerta de Alcalá estábamos miles de personas que queríamos despedirnos de Marcelino, pero allí estaba también Josefina su compañera de toda la vida.

Entierro Marcelino

Josefina sufrió junto a Marcelino, una guerra y una posguerra dura. Si Marcelino estuvo en la cárcel, ella trabajó fuera para la misma causa, mientras le fabricaba esos jerseys de cuello alto que hoy llevan su nombre. Ella cuidó de sus hijos, ayudó a otros camaradas, hizo continuas visitas a la cárcel. Preparaba comida para Marcelino y otros compañeros presos. Fue sin duda la ayuda que necesitaba, ese bastón que le dio fuerza, esa compañía imprescindible, esa compañera en momentos solitarios, en situaciones duras.

Hoy en la manifestación aguantaba el tipo con una entereza tremenda.

Josef. Samper
Con unos cuántos años a sus espaldas, allí estaba, de pies, en primera fila, con su fuerza habitual, con esa pasta de mujer fajada en mil batallas. Allí, ha escuchado constantes gritos de ánimo: ¡Jo-se-fi-na! Y al final, sin estar previsto, no ha podido por menos que coger el micrófono y dar las gracias, y, emocionada pero entera, contarnos las últimas palabras de Marcelino:

Estaba con una vecina, hablando de lo de siempre, y apenas podía hablar, no se le entendía, pero en un momento se sentó y dijo: “Si uno cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante

Y esta confesión hizo humedecer algunos ojos, entre otros los míos –les ruego no se lo comuniquen a algún intelectual miserable, no vaya a ser que me llame mierda y diga que a los homenajes hay que asistir llorados—, y el grito de La lucha sigue, Marcelino vive, junto al de Jo-se-fi-na, se oyeron más que nunca.

o – o – o – o – o – o – o

Dos grandes hombres, dos mujeres no menos grandes. Josefina, es algo más, mucho más, que un nombre. Gracias compañeras.

Salud y República

P.D. Desde su Punts de vist, Ángels glosa, con su habitual lucidez, lo que une a Miguel y a Marcelino. Tan lejos y tan cerca.


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