Revista Cine

Joy, y sus trapeadores mágicos

Por Cinéfilo Criticón @cinefilocritic

Otra vez los Globos de Oro me hicieron pasar un coraje con su ineptitud al momento de clasificar sus nominados. No hay motivo para que ‘Joy’ sea considerada una comedia. Un par de frases graciosas. No hacen una comedia. O que tu protagonista dispare una escopeta ante las frustraciones de su vida. No lo hace comedia. De plano, el darle un premio a Jennifer Lawrence en esa categoría es para revolcarse de rabia. Todo lo contrario al significado del título del filme, que como se ha vuelto costumbre, incluyen una frase para que nuestra audiencia sepa de que se trata.

Y la película tampoco es para celebrar, porque se queda corta en su narración y hasta la dirección de tan amado director David O. Russell, se tropieza al no saber la diferencia entre el azúcar y la sal, para confundirse entre fantasía y realidad, ofreciéndonos una película medianita, que si no fuera por las nominaciones y su protagonista, la ignoraba por completo en el limbo de mi indiferencia.

Joy-familia

Joy (Jennifer Lawrence) es el nombre de la inteligente protagonista que agobiada por la vida y por las deficiencias económicas, pero sobretodo por su asquerosa familia, recuerda sus sueños de ser un genio creativo para elaborar artículos que mejoren a la humanidad. No estoy bromeando, Russell nos quiere vender la idea en estos tiempos de cinismo desbordado, pero le sale mal. Una cosa son sueños hasta cierto límite, con cierta edad, escenas o momento. Otra, es que Russell se dedique a perpetuar la idea para rellenar minutos, reunir el requisito de artístico y verse pretencioso cuando nadie lo pidió serlo. Si el objetivo era que nuestros corazones crezcan algunos centímetros, entonces está equivocado ¿Saben lo que ocasiona tal efecto? ¡Taquicardias!

Después de un sueño inducido con jarabe para la tos, es que Joy tiene una epifanía que la impulsa a diseñar un trapeador súper moderno, el cual todos quisiéramos tener por lo conveniente de su uso. Como es de esperarse, los problemas se presentan al patentar la idea, y sobre todo la financiación de su producto. Ya resueltos los obstáculos, viene el cómo vender un trapeador tan común en la mayoría de las tiendas, que ni el viejito de la esquina lo quiere vender. Es así, que llega la oportunidad de incursionar en el novedoso mercado de las ventas por televisión, como siempre las complicaciones no tardan en aparecer, tampoco la solución de último momento, y el final feliz para cerrar con broche de oro.

Joy-trapeador

A diferencia del filme ‘Steve Jobs’ que se llena en datos, esta vez la narración es la adecuada para entender todo el proceso. Hasta creo que le falta aclarar algunos detalles respecto a las patentes, nada grave que altere nuestra comprensión. El filme sigue el patrón conocido de otras películas de pobreza a riqueza, solo que esta vez los trucos son aparentes: como la conveniente puerta del baño para ir en busca de la verdad, la solución de último momento, el contacto del amigo del amigo; ese tipo de detalles diluyen el esfuerzo de la protagonista y más el drama que se supone debemos de presenciar.

La historia y libreto de Annie Mumolo y David O. Russell, sabiendo la infinidad de este tipo de historias que existen, buscan diferenciarse dándole un toque mágico, el detalle es que lo utiliza demasiado, hasta llegar a tener escenas que son verdadero relleno. Es más, le hace daño a una historia que se hubiera beneficiado de un tratamiento más sencillo y sobretodo sincero. Con esto no digo que sea malo utilizar la fantasía, nada más que no iba con esta historia y se siente forzado tal recurso.

Quizás muchos encuentren inspiración en la historia de Joy, porque después de todo está basada en la realidad de una mujer que luchó en el mundo de los negocios hasta hacerse millonaria, tener una gran casa, y al parecer eso la hizo feliz. No hay pecado en tal objetivo, porque tremendamente disfrute con sus triunfos, su fascinante viaje por el mundo de la industria del infocomercial y hasta verla vender trapeadores afuera de un supermercado. Pero quizás hubiera sido mejor que el papel lo hubiese interpretado otra persona. No tengo nada contra JLaw, solo digo que la edad de la mujer que trata de interpretar es un factor que altera mi experiencia. Eso de verla con como una madre joven, y una niña tan bien educada, como que no le va a su persona.

Joy-adulto-mayor

Los reconocimientos hacia el trabajo de Jennifer, tampoco son de mi enfado, quizás sea exagerado, porque esta vez su papel no tiene tanta complejidad como en Silver Linings Playbook y American Hustle. Digamos que entró en la terna por ósmosis como lo hizo Eddie Reydamere. Como siempre, su interpretación logra transmitir el conflicto de emociones y de las decisiones de su personaje, es por eso que logra hacernos creer que tal persona existe y no es solo producto de la imaginación de un guionista. Pero no es para premios, y mucho menos en comedia.

‘Joy’ es una de esas películas dignas de ver cuando no se tiene nada más importante en cartelera. Aún con sus deficiencias, principalmente al inicio que se hace bolas mientras desarrolla la trama con tanto personaje despreciable, logra transmitir su mensaje de superación personal y por eso hay que estar agradecidos. No culpo aquellos que la detestan por razones con fundamento respecto al tratamiento, las actuaciones o la historia. Pero si es porque está Jennifer Lawrence, o por tener una agenda feminista; por favor, hay peores cosas en el cine como para llevar a la hoguera.


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