Revista Cultura y Ocio

Juan de la Cruz, acompañante espiritual. Un testimonio

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

la-noche-oscura

La Madre Teresa de Jesús conocía el valor de fray Juan de la Cruz como acompañante espiritual. En una ocasión, le escribe a Ana de Jesús, que se había lamentado de no tener con quién compartir su vida interior, al haberse alejado de Castilla para ir a Beas de Segura (Jaén). La Madre Teresa le reprocha en una carta: «En gracia me ha caído, hija, cuán sin razón se queja, pues tiene allá a mi padre fray Juan de la Cruz, que es un hombre celestial y divino. Pues yo le digo a mi hija que, después que se fue allá, no he hallado en toda Castilla otro como él ni que tanto fervore en el camino del cielo. No creerá la soledad que me causa su falta. Miren que es un gran tesoro el que tienen allá en ese santo, y todas las de esa casa traten y comuniquen con él sus almas y verán qué aprovechadas están, y se hallarán muy adelante en todo lo que es espíritu y perfección; porque le ha dado nuestro Señor para esto particular gracia» (A la M. Ana de Jesús y comunidad de Beas, noviembre-diciembre 1578).

La Biblioteca Nacional guarda un manuscrito titulado Papeles Carmelitas, con la signatura Ms. 8568. En él se encuentran, entre otros apuntes, declaraciones de testigos que conocieron a fray Juan de la Cruz, que se recogieron con vistas a su beatificación.Hemos seleccionado un detalle del testimonio de la Madre Elvira de San Ángelo que nos habla, precisamente, de cómo fray Juan atendía espiritualmente a las religiosas del carmelo teresiano, con cercanía, habilidad y constancia.  Al mismo tiempo, encontramos aquí un reflejo de la doctrina sanjuanista sobre la contemplación:

«Una religiosa llamada Mariana de la Cruz tenía tan gran dificultad en la oración mental que no le era posible recogerse, aunque lo procuraba por muchos medios, en lo cual padeció gran trabajo y estaba ya desanimada de caminar por lo mental e interior. Dio cuenta de su trabajo a nuestro venerable Padre y luego conoció de dónde procedía la dificultad, que era ser su natural poco discursivo y llamarla Nuestro Señor a la quietud sencilla de la oración espiritual de fe donde Dios se comunica a las almas sin medios ni estorbos. Y así comenzó a alentarla a esto con esperanza que en poco tiempo podría ser muy contemplativa y tener grandes recibos de Dios en su alma. A los principios padeció con ella mucho trabajo, porque hasta que el paladar espiritual destemplado se fue saboreando en los recibos de la divina influencia le parecía que en la quietud, aunque más atenta fuese a Dios, estaba ociosa y perdiendo el tiempo. Y así se afligía y ejercitaba la paciencia del maestro. Pero al fin, la perseverancia de guiarla y animarla vino a hacer tan provechoso asiento en la oración, que vino a ser una gran contemplativa, y por este camino una de las religiosas aventajadas que hubo en el convento de Segovia.

NOTA

Aunque este episodio aparece en biografías primitivas, como la de Jerónimo de San José (1641) o en la edición de los procesos del santo publicados por la Biblioteca Mística Carmelitana (vol 22, pp. 78-79), se trata en ambos casos de una paráfrasis, y no de una copia literal, con lo que se pierden algunos matices.

Quien sí reprodujo este testimonio a partir del manuscrito original fue el P. Crisógono de Jesús, en la biografía realizó para la edición de las Obras del santo de la B.A.C. ( Vida y Obras de San Juan de la Cruz, 1950, p. 335), pero allí se eliminaron algunas frases, sustituyéndolas por puntos suspensivos. Así que hemos acudido al original, gracias a la digitalización que la Biblioteca Nacional ha hecho de sus manuscritos (Biblioteca Digital Hispánica), y lo ofrecemos aquí. Aunque el P. Crisógono lo cita como fol. 66,  en la obra digitalizada (Ms. 8568) corresponde a la página 14 del pdf.


Volver a la Portada de Logo Paperblog