Revista Libros

Juan Sevillano: la escritura, un ejercicio muy personal

Publicado el 29 agosto 2015 por Librosquevoyleyendo @librosqvleyendo
Juan Sevillano: la escritura, un ejercicio muy personal

"Hola, mi nombre es Juan Sevillano, y escribo poemas y novelas costumbristas". (Espero que la memoria de mi admirado John Ford no se remueva ofendida por mi atrevimiento al apropiarme de su fórmula magistral).

Las personas responsables del Blog literario Librosquevoyleyendo me ofrecen, con una generosidad que no merezco, este espacio para que me presente a sus lectores con una especie de autosemblanza, cuyo tono adecuado no estoy muy seguro de poder conseguir. ¡Quien fuera Lope para poder responder a una invitación como esta con el donaire y el talento con que él lo hizo a la de Violante!

Pero, en fin, si sólo tuvieran derecho a expresarse los genios, ¿qué sería de los simples mortales, que, como un servidor, pretenden tener algo que decir...?

Así que, ¡allá voy con lo puesto!

Soy licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Madrid.

Autor del libro de poesía "En la aceptada orilla", Madrid 1973, Premio Agroman de Poesía 1972, y de la novela "Memoria del Paraíso", Ediciones Tagus, 2015. Publiqué poemas sueltos en revistas de poesía durante los años 70 y 80, hasta que me cansé de mendigar por editoriales y chiringuitos literarios de la época, no volviendo a publicar hasta la fecha, a pesar de no haber dejado de escribir durante todo este tiempo tanto poesía como prosa.

Entre mi obra inédita yo destacaría, (perdón por la presunción), dos libros de poemas, ("Como se hablan los hombres" y "Retratos para un álbum"), y varios relatos. Actualmente, trabajo en la que, de momento, es mi última novela, "Melodía de arrabal", que, el igual que "Memoria del Paraíso", describe la lucha por la supervivencia en los arrabales del sur de Madrid durante la larga posguerra.

Los inicios de mi afición tuvieron lugar en la escuela. Una escuela pública de una barriada madrileña, en 1955. Tenía yo, pues, once años. Allí, la suerte me deparó el conocer a un anciano maestro, mi querido e inolvidable don Anselmo. Él fue quien me proporcionó las reglas más elementales para expresar mis primeros balbuceos literarios. Reglas que, con el paso del tiempo y los estudios, se han ido ampliando, enriqueciendo, haciéndose más sólidas. Pero, lo esencial, ya estaba en sus enseñanzas y en su aliento. A nadie le debo tanto como a él en este aspecto. A ello se hace una mención explícita en "Memoria del Paraíso", como un humilde homenaje a uno de los primeros seres luminosos de mi vida.

Concibo la escritura, (quiero decir la mía), como un ejercicio muy personal, (y doloroso), de indagación, a la búsqueda de respuesta a preguntas para mí vitales. Un escritor actual, al que admiro profundamente, dijo, hace mucho, en una entrevista: "La escritura para mí es un juego. El de la ruleta rusa, por supuesto". Lo suscribo totalmente.

Esencialmente, me siento poeta. Y cuando escribo en prosa creo que se nota, al menos yo no intento disimularlo. De hecho, algún lector de "Memoria del Paraíso" me ha "reprochado" que, para su gusto, tiene demasiada poesía. A todos mis relatos se les puede acusar del mismo delito. Dicho esto, los "géneros" que prefiero y en donde me gusta expresarme son el costumbrismo social, tanto en su vertiente realista como en la forma, más libre y personal, de parábola. Aquí es donde mejor me muevo.

ESCRITORES PREFERIDOS Y MAESTROS (POR LIBRE ELECCIÓN):

En poesía, aparte de los clásicos, que, bien leídos, siempre dejan su poso, los que más han influido en mí, son, en primer lugar (¡cómo no!), los grandísimos Machado y Juan Ramón Jiménez. Después, pero de forma mucho más directa, la tríada de la Generación del 27: Aleixandre, Cernuda y Guillén. De los posteriores, hay también tres para mí fundamentales: Gil de Biedma, Caballero Bonald y Francisco Brines. A los tres les debo mucho. Y, en menor medida, Pedro Salinas, César Vallejo, Neruda, Cavafis,...

Y en prosa, aparte de la novela picaresca, que creo que es fundamental para aprender y aprehender el idioma en su más profundo sentido, mis dioses son, el inmenso Galdós, Baroja, Ignacio Aldecoa, ese gran desconocido por el lector medio, y Cela, cuyo última obra, "Madera de boj" es todo un monumento al lenguaje literario.

MEMORIA DEL PARAÍSO (NOVELA)

Un suburbio. Sur de Madrid, 1954...: ¿Puede la mirada de un niño convertir el infierno en Paraíso? Mosaico costumbrista fascinante, duro y conmovedor a la vez, que el joven protagonista va describiendo, en un Diario escrito entre los once y los dieciséis años, en el que una caterva de personajes de muy distinta índole, deambulan, entrañables o abyectos, luminosos o sombríos, en un retrato realista trazado con extraño primor. Un diario que es un canto a la amistad y a la vida con un paisaje de sordidez y adversidad como fondo, purificado por la mirada virginal y fervorosa de una edad en la que cada pensamiento se convierte en una oración. El contrapunto realista a la visión infantil lo pone el mismo autor, ya maduro, treinta y cinco años después, desde el recuerdo "evocador y justiciero", pero evitando siempre tanto el "ajuste de cuentas vengativo como la sublimación sentimental": Toda la dureza de la emigración sin horizonte, ¿De qué infierno vienen estos fugitivos de la penuria, que creen arribar a un mundo mejor que el que atrás han dejado y van llegando al suburbio como una manada de ganado hambriento?, que sin embargo no es capaz de eclipsar la inocencia y la alegría sin causa de una infancia ávida de vida, remanso cercado por la desesperanza adulta.

Juan Sevillano: la escritura, un ejercicio muy personal

Publicado en: Casa del Libro - Ediciones Tagus. (Edición digital)

Referentes Literarios y cinematográficos de "Memoria del Paraíso"

Mi intención ha sido conducir y deleitar al lector, de la mano de un muchacho, emigrante arribado a un suburbio del sur de Madrid en los años de la posguerra, a través de un emocionado recorrido por mundos desventurados, y no tan lejanos, que trata de evocar en la memoria de ese lector su propio paraíso y remitirle al realismo sociológico de la narrativa clásica española, desde "La colmena", de Cela, a "Si te dicen que caí" de Marsé, pasando por "Tiempo de silencio", de Martín Santos, sin olvidar, por supuesto, a Galdós, Baroja, Aldecoa... Y a películas corales del neorrealismo urbano español de posguerra como "Placido", de Berlanga, "Mi calle", de Neville, "Surcos", de Nieves Conde, "Mi tío Jacinto", de Vadja, o la ya mencionada "La colmena", de Mario Camus... Aunque, como es bien sabido, "De buenas intenciones está empedrado el infierno".

Idea inicial. El germen de la obra.

Entre las varias razones que me llevaron a escribir esta historia, quizás, no estoy seguro, la primera de ellas sea mi implicación biográfica y mi compromiso ético, madurado a lo largo de muchos años, de rendir homenaje a aquella generación de niños, de distintas edades, emigrantes del campo a las ciudades en los primeros años de la larga posguerra. Esta generación, (en sentido amplio), que yo no dudo en calificarla de heroica, ha sido, en mi opinión, escasamente reconocida desde el punto de vista de la literatura. Seguramente porque ninguno de aquellos niños llegó a tener la suficiente formación para escribirlo con la autenticidad del que lo ha vivido.

A estos "hijos de la emigración", que en sus pueblos de origen, a partir de los siete u ocho años, ayudaban ya a sus padres trabajando, con lo cual la escolarización era mínima, cuando no nula, al llegar a la ciudad, en cierta medida se les devolvía la infancia robada. Para muchos de aquellos niños, esa infancia recuperada, significó el Paraíso, aún dentro de la sordidez y la miseria reinantes en su entorno.


Volver a la Portada de Logo Paperblog