Revista Educación

Juego de improvisaciones para la fiesta de graduación.

Por Fuensanta

Juego de improvisaciones para la fiesta de graduación

Se trata de ofrecer al grupo de Segundo de Artes Escénicas y, en general, a todos los grupos de Bachillerato que se gradúan este curso, una pequeña representación que no vaya más allá de los quince minutos, para integrarla en la fiesta de graduación.

La propuesta que entre todo hicimos fue la de desarrollar una idea: que se marchaban del instituto cada uno en una dirección distinta y con un futuro abierto frente a ellos, pero desconocido, como es lógico, lo cual nos producía sentimientos contradictorios: por una parte, estábamos tristes por perder la cotidianeidad de estos compañeros, el compartir espacio, inquietudes, profesores, etc. Por otra parte, estábamos contentos por el hecho de que hayan terminado su ciclo en Secundaria y se encaminen hacia su futuro con buen ánimo y con todo el bagaje que han podido tomar en el Instituto. Decidimos que la exposición de estos sentimientos contradictorios lo hiciera una portavoz, una representante de todo el curso Primero de Artes Escénicas, y Julia se ofreció para esta actuación formal y simpática. Julia, que iría en el acto vestida de gala y con su mejor sonrisa, improvisó un texto que contenía esas ideas fundamentales. Bien, hasta aquí llegaba lo formal. Hay que decir que Julia tiene una voz muy bonita y que es una muchacha de muy buen porte y estilo. El ofrecimiento era perfecto.

Juego de improvisaciones para la fiesta de graduación.

La Pitonisa

Ahora venía lo más difícil en cuanto a creatividad, o sea, cómo expresar estas ideas en una actuación divertida, desenfadada y esperanzadora. La idea surgió: ¿quién puede hablarnos del futuro? Una Pitonisa, naturalmente, una adivinadora con su bola de cristal. Esa era la idea. Julia tenía que decir además que el curso de Primero había contratado los servicios de una adivina profesional de gran prestigio para que predijera el provenir de todos estos compañeros que se graduaban.En principio, nadie quería ser la pitonisa, y le tocó a Cristina. Cecilia era la ideal, a juicio de la clase, pero ya estaba comprometida para una de las actuaciones previstas, así que lo asumió Cristina, que no se encontraba nada cómoda en el papel y durante dos ensayos sufrió lo indecible, porque ella siempre tiene buenas ideas para los demás, sobre apariencia, vestuario, movimientos, caracterización, es decir, que podría ser en el futuro una buena directora de escena, pero no tiene todas las cualidades de una buena actriz. Hasta que se ofreció Inna, que hasta el momento no había asumido ningún papel, y ese fue el gran descubrimiento. Inna, ya desde la primera improvisación, fingiendo un acento exótico, se metió en el papel. Marina le prometió una bola de cristal eléctrica que completaría su caracterización y le aportó una falda hecha con pañuelos grises y negros. Un tocado de medallas de plata terminó de crearle la apariencia externa. Según Inna, Señora se decía algo así como Jebska (no sabemos cómo se escribe) en ucraniano. Así que decidimos llamar a la Pitonisa Madame Jebska, o sea, algo así como las Hermanas Sister. Inna, aunque de ese origen, tiene que fingir el acento, porque habla un español cervantino, o al menos murciano.

¿Y qué adivina la pitonisa? Lo que es obvio, claro: que unos aprobarán todo y otros no, que unos irán al mundo laboral, y otros seguirán estudiando, que unos se quedarán en el Instituto a repetir y otros irán a las facultades y a las escuelas de arte. Pero que los que se dediquen a las Artes Escénicas tendrán que optar por una de ellas, para emplear todo su esfuerzo y su creatividad. Así surgieron las “visiones” de las diferentes Artes Escénicas: circo, danza, teatro, teatro musical, canto y música. Se fueron ofreciendo diferentes actores para representar esas improvisaciones acerca de cada Arte. Marina, en el papel de equilibrista oriental, con su kimono y su sombrilla, y Salva en el papel de payaso acróbata, representarían al Circo. La música, Circus Band, claro. La Danza la asumieron Aarón e Ismael, que decidieron ponerse el tutú e intentar algo clásico sin conseguirlo, hasta pasar a un charleston de Dixieland, todo en la misma actuación. Un grupo encabezado por Cecilia y Javi, con Cristina, Raquel, Sandra y Lorena, representarían el Teatro Musical, con una breve interpretación de “Algo incomparable” del musical “A chorus line”. Joaquín se ofreció para representar el Teatro, con una peculiar e hiperbreve interpretación del monólogo de Hamlet. Y por último, la música y el canto serían representados por Joaquín en el papel del guitarrista e Isabel como cantante mecánica que se atasca y cambia de estilo, desde la salsa, a la música tecno, para terminar en el flamenco.

Después de estas visiones, la Pitonisa se despide, apaga su bola de cristal eléctrica y comunica al público que si desean que les adivine el porvenir estará “más allá”.

Comienzan los ensayos de las improvisaciones sobre esa estructura básica y se va articulando el pequeño espectáculo. Cronometrado cuidadosamente, varia entre los doce y los dieciséis minutos. Lo cual es justo lo que necesitábamos. Todo ello se prepara en cinco horas de ensayo. La tarde de la representación, que tendrá lugar a las ocho, estarán todos con su vestuario y accesorios a las seis de la tarde para un último pase hasta las seis y media. Tras una hora de ejercicios de relajación, respiración y desinhibición, todo el mundo a vestirse y a maquillarse. Que comience el espectáculo, aunque sólo dure un cuarto de hora.


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