Revista Cómics

Jugando a… Skyrim

Publicado el 11 enero 2012 por Mugen

Skyrim es a un jugador como una pecera a un pez. Das vueltas, exploras las cuevas, vuelves a explorar… te importa bien poco el porqué de todo. Como un pez tonto (y encantado) sigues vuelta que te vuelta. Luego le preguntas a Bob Esponja qué hora es y te das cuenta que has perdido toda la tarde con Skyrim ¿Qué tendrá?

Jugando a… Skyrim

Bob abandona Fondo de Biquini y se va de marchuqui a Skyrim

Skyrim ha conseguido superar la importancia de tener una trama o un guión bien escrito para perderse en su mundo, para conseguir que no pensemos en nada más que en el propio juego y en todo lo que tiene para ofrecer. Esto es así porque lo último de Bethesda es un ejercicio de espontaneidad, de cosas que surgen de la nada, de ir andando por el bosque a llevarle miel y azúcar a nuestra abuelita y que aparezca un lobo, siendo ese lobo el portador de un virus licántropo, contagiarnos, querer curarnos, el médico que nos ha de sanar nos encarga una misión para conseguir nuestro antídoto, etc, etc ¿Dónde se ha quedado la abuelita entonces?

Como le decía el niño a Neo, no hay cuchara, no hay abuelita (Os he dejado el culo roto con la revelación, lo sé). Juego a un juego de rol sin importarme de qué va todo, sin preocuparme de las conversaciones, sino de descubrir las cosas tan raras que pasan a mi alrededor, de lo espontáneo que es todo. La novedad más destacable son los dragones ¿Pero por qué sorprenden? ¿Por la novedad de la raza? Si aún llegara Tiamat volando y pudiera llevar de compi aventura al amo del calabozo sería por eso, pero no; los dragones no son algo original, no sorprenden por sí mismos, lo hacen porque en su vuelo (a veces moonwalkerero, todo sea dicho) está ese azar que empapa el título, que consigue que te importe un huevo la trama principal, las secundarias e incluso las más insípidas de “Oye, dile a Claire, la rubia tetona de la aldea de al lado que la quiero, que tienes pinta de ser un casanova; que seas un orco de tres metros y lleves cuatro hachas equipadas no me confunde, tunante”. Todo, absolutamente todo se convierte en una excusa para viajar, y el dragón que se acerca a lo lejos nos recuerda que esa espontaneidad tan inexplicable es la que ha conseguido que Skyrim se lleve el título de GOTY en muchos medios.

Jugando a… Skyrim

Tiamat, El primer dragón comunista

Bethesda ha conseguido rozar la frontera entre juego y vida, tanto que abruma en un principio. Con la lección de los anteriores Fallout y Oblivion ya aprendida, uno sabe que se va a enfrentar de nuevo a un mundo tan enorme, tan lleno y rico de cosas que se convierte en algo tan cargante para la mente como lo sería para un bebé que le contaran (y fuera capaz de entender) a todo lo que se tiene que enfrentar en la vida, buff… (aún más si tiene un nombre con tendencia a la rima musical ¡Feliz instituto, Soroya!) pero como un niño que nace maravillado por a donde le va llevar esa mariposa de colores que acaba de descubrir, esperándose más cosas bonitas de la vida, nos adentramos en Skyrim.

Lamentablemente, en toda esta grandeza, hay fallos; y es que querer aproximarse tanto a algo vivo pone en evidencia defectos que sobre todo, lucen en los enemigos y en situaciones que acaban siendo ridículas: puedes matarte a un enemigo de nivel un millón si entre tú y él existe una mesa por la que puedes dar vueltas. Puedes liquidar a un dios arcano si te subes a una roca y él no tiene proyectiles (o ganas de escupirte). Puedes liarte a bolas de fuego en una casa de madera y que la casa no se venga abajo (no pasaba nada porque alguien dijera “Menos mal que he arriostrado la casa con unos cuantos sellos mágicos ignífugos ¡La seguridad ante todo, niños!”). Que estos lastres salgan a la luz son indicativos de algo: Bethesda ha conseguido algo cojonudo pero el siguiente paso no es pensar ya en poner nuevas razas, ni nuevas armas o promocionar el Quidditch en Invernalia, sino en trabajar en esos detalles que acabar por consagrar una, ya de por sí, magnífica saga de juegos ¿Quizás el límite de los videojuegos actuales o simplemente falta de imaginación a la hora del diseño? Sea lo que sea, Skyrim hay que jugarlo y lo demás es curro.

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