Revista Arte

Julia Margaret Cameron, la mujer que revolucionó el retrato fotográfico

Por Nicola Mariani @nicola_mariani
abril 29, 2016Posted in: Por Nicola Mariani, Review exposiciones

Crítica de la exposición JULIA MARGARET CAMERON. Fundación Mapfre. Sala de exposiciones Bárbara de Braganza. C/ Bárbara de Braganza, 13. Madrid. Hasta el 15 de mayo de 2016.

La extraordinaria producción artística de Julia Margaret Cameron (Calcuta, 1815 – Ceilán, 1879) no fue el fruto de un talento precoz aplicado al medio fotográfico. Tampoco fue el resultado de una vida entera dedicada al oficio de la fotografía. Fue, más bien, la consecuencia de un encuentro azaroso. Dicho encuentro se produjo en diciembre de 1863, cuando la artista británica tenía 48 años y vivía en un pueblo de la Isla de Wight. Su hija y su yerno le regalaron una cámara, acompañada de un billete con estas palabras: «Quizá te divierta, Madre, intentar hacer fotografías durante tu soledad en Freshwater».

Julia Margaret Cameron , May Day, 1866. © Victoria and Albert Museum, London. Cortesía Fundación Mapfre, Madrid. 2016.

 Julia Margaret Cameron , May Day, 1866. © Victoria and Albert Museum, London. Cortesía Fundación Mapfre, Madrid. 2016. 

18 meses después, Cameron ya había definido un estilo propio. A partir de 1865 las bases de su brillante trayectoria artística ya estaban sentadas y a lo largo de poco más de diez años se convertiría en una de las grandes autoras de la fotografía mundial. Su espíritu culto, sensible e inquieto llevaría el género del retrato fotográfico y la representación histórico-mitológica y religiosa a un nivel muy elevado de intensidad poética. A través de una experimentación constante y apasionada, abrió un camino pionero, absolutamente personal, dentro de la Historia de la fotografía; convirtiéndose en una precursora de referencia para movimientos vanguardistas y conceptuales posteriores. El legado de sus intuiciones atravesaría todo el siglo XX, llegando hasta nuestros días como una enseñanzas fundamental.

A este propósito cabe recordar el sugerente paralelo propuesto por el crítico Walter Robinson entre Cameron y otra gran protagonista de la historia de la fotografía: Cindy Sherman (New Jersey, 1954). En un artículo de 2013, Robinson define a Cameron como «the Cindy Sherman of the Victorian Era» y «the aesthetic doppelganger of our very own queen of contemporary pictorialism, Cindy Sherman». En efecto, es interesante recordar que una parte importante de la producción fotográfica que Cameron realizó en su breve, pero fulminante, carrera incluía (además de los retratos que hizo de familiares, amigos y personajes destacados del mundo del arte, de la ciencia y de la literatura de la Inglaterra victoriana) también muchos retratos escenificados, en los que utilizaba modelos para representar situaciones, ideas o motivos alegóricos que partían de la religión, de la mitología, de la historia, de la literatura o de la pintura. En este sentido, su uso de la fotografía se movió constantemente en un terreno ambiguo y polisémico, a medio camino entre la descripción fidedigna de la realidad y un anhelo pictorialista, que vinculaba la ficción escénica con la evocación de valores religiosos, ideales y espirituales. Como escribió ella misma en una carta enviada, el 31 de diciembre de 1864, al astrónomo, matemático y químico inglés John Frederick William Herschel, amigo de por vida que siempre la asesoró en cuestiones técnicas relacionadas con la fotografía: «Aspiro a ennoblecer la Fotografía, a darle el tenor y los usos propios de las Bellas Artes, combinando lo real y lo ideal, sin que la devoción por la poesía y la belleza sacrifique en nada la verdad».

Julia Margaret Cameron, Sappho, 1865. © Victoria and Albert Museum, London. Cortesía Fundación Mapfre, Madrid. 2016.

Julia Margaret Cameron, Sappho, 1865. © Victoria and Albert Museum, London. Cortesía Fundación Mapfre, Madrid. 2016.

Si nos fijamos en las características distintivas del planteamiento fotográfico post-moderno de Sherman y de las peculiaridades técnicas, formales y semánticas de sus camuflajes, performances y metamorfosis “post-humanas”, resulta bastante evidente cierta deuda con la visión de Cameron y con la revolución del concepto de retrato que ella llevó a cabo. Asimismo, no cabe olvidar que el éxito público que Cameron llegó a conseguir en el contexto de la Inglaterra victoriana fue algo bastante fuera de lo común, ya que, como es noto, en aquel entonces las mujeres no solían tener papeles de gran protagonismo social. En este sentido, su obra, junto a la de fotógrafas contemporáneas suyas, como Lady Clementina Hawarden (1822–1865) entre otras, tiene un valor especial, hoy en día, no sólo por su indudable calidad intrínseca y por su excentricidad respecto a las convenciones artísticas de la época, sino en tanto que caso ejemplar de obras de mujeres que han abierto caminos fundamentales en la historia del arte (y en la historia en general). En varias ocasiones, el trabajo de Cameron fue objeto de comentarios sexistas, que ponían en relación su mayor o menor calidad con el hecho de estar realizado por una mujer. Entre otros, es muy significativo el que se publicó en The British Journal of Photography el 25 de julio de 1873: «Para los bustos de la Sra. Cameron alguna excusa debe haber en el hecho de ser obra de mujer; y aún así esto no implica una manipulación tan descaradamente mala». Visto desde una perspectiva que pretende conferir a las mujeres artistas un merecido reconocimiento dentro del sistema del arte y de la cultura universal, el trabajo de Cameron constituye sin duda un antecedente histórico y una referencia esencial para aquellas artistas (como Cindy Sherman, Nan Goldin, Francesca Woodman, Sophie Calle, Isabel Muñoz o Letizia Battaglia entre muchas otras que podríamos recordar) que protagonizaron ese cambio epocal que se produjo, en la segunda mitad del siglo XX, en favor de una cada vez mayor participación de las mujeres en lo más alto de la fotografía mundial.

Julia Margaret Cameron, John Frederick William Herschel, 1867. © Victoria and Albert Museum, London. Cortesía Fundación Mapfre, Madrid. 2016.

Julia Margaret Cameron, John Frederick William Herschel, 1867. © Victoria and Albert Museum, London. Cortesía Fundación Mapfre, Madrid. 2016. 

Los retratos que Cameron realizó entre mediados de los años sesenta y mediados de los setenta de Siglo XIX encontraron desde el principio una buena acogida por parte de Sir Henry Cole, fundador y director del South Kensington Museum (fundado en 1852, hoy Victoria and Albert Museum de Londres), que le dedicó en 1865 su primera exposición en un museo. Éste fue no sólo el único museo que expuso la obra de Cameron en vida de la artista, sino también  la institución que coleccionó un mayor número de sus fotografías en la época. En 1868 el Museo le ofreció también el uso de dos salas como estudio fotográfico, a modo de residencia de artista.

Con ocasión del bicentenario del nacimiento de la fotógrafa y del 150 aniversario de su primera exposición, en 2015, el Victoria and Albert Museum organizó, en colaboración con la Fundación Mapfre, la gran retrospectiva Julia Margaret Cameron, que se pudo ver en Londres hasta el pasado mes de febrero y que actualmente se presenta en la Sala de exposiciones Bárbara de Braganza de Madrid. La exposición está formada por una selección de más de 100 fotografías que abarcan la trayectoria completa de Cameron, celebrando la figura de la artista y ofreciendo una muestra excelente de obras representativas de las peculiaridades técnicas y temáticas que caracterizaron su prolífica producción.

Junto con la realización de la exposición, se ha llevado a cabo la edición de un catálogo monográfico en el que se propone una relectura de las fotografías de Cameron en relación con un estudio muy atento de las cartas que ella escribió a Henry Cole durante casi una década. La estructuración del volumen, a cargo de Marta Weiss, conservadora de fotografía del Victoria and Albert Museum y comisaria de la exposición, se articula según cuatro núcleos temáticos extrapolados de dicha correspondencia. Esta impresionante obra monográfica, con ensayos de la misma Weiss y de Juan Naranjo, representa sin duda un documento crítico-histórico de  referencia sobre la vida y la obra de Cameron. Además de estos textos, se incluyen la reproducción de todas las fotografías expuestas en la muestra; una serie de imágenes complementarias y una apéndice documental que recoge imágenes y transcripciones de parte de la correspondencia entre Cameron y Cole.

En definitiva, el que se propone al visitante es un recorrido emocionante por la trayectoria de Cameron, en el que se pueden apreciar obras de asombrosa belleza y rara intensidad, acompañadas de la voz de la propia artista, quien, a través de sus cartas, comenta cuestiones estéticas y prácticas de la evolución de su trabajo; dejando, al mismo tiempo, un testigo directo de su aventura personal y artística.

Julia Margaret Cameron, Julia Jackson, 1867. © Victoria and Albert Museum, London. Cortesía Fundación Mapfre, Madrid. 2016.

Julia Margaret Cameron, Julia Jackson, 1867. © Victoria and Albert Museum, London. Cortesía Fundación Mapfre, Madrid. 2016. 

La exposición se cierra con una interesante visión ampliada sobre el la fotografía en el contexto de la Inglaterra victoriana, presentando la obra de fotógrafos como Francis Frith, John Murray o Charles Lutwidge Dodgson, más conocido con el pseudónimo de Lewis Carroll, entre otros. Esta sección permite apreciar el carácter pionero de la fotografía de Cameron en comparación con el trabajo de otros autores que, en un clima de gran fervor y entusiasmo, se dedicaron, al igual que ella, a difundir en el imaginario de la época la que Susan Sontang llamó «esa mentalidad que mira al mundo como un conjunto de fotografías en potencia» (Sobre la fotografía, 1973).

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