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Julio Martí Zahonero: “España cuenta con excelentes profesionales audiovisuales”.

Publicado el 27 enero 2016 por Pablito

Con la película “La hermandad” (2013), el director y guionista valenciano Julio Martí Zahonero cumplió el que había sido su sueño desde niño: ser director de cine. Una labor que espera seguir compaginando con su oficio de productor y director teatral. Inmerso en la búsqueda de financiación para poner en marcha su segundo largometraje, hemos tenido la ocasión de entrevistar a un cineasta que con su ópera prima rescató a Lydia Bosch de un olvido cinematográfico de más de 10 años -desde You´re the one (José Luis Garci, 2000) no habíamos vuelto a ver a la actriz en pantalla grande-. Y lo hizo con una historia de terror presupuesto en casi 4 millones de € -un debut por encima de la media del cine español- en la que Zahonero mima hasta el extremo tanto a su personaje central, como a la ambientación de ese Monasterio reconstruido en la Ciudad de la Luz (Alicante) que funciona como un personaje más de la trama. Convencido de que “una buena trama con peso debería poder contarse a través de cualquier género”, el director se confiesa un enamorado del cine de terror y, por el momento, descarta dirigir una comedia. No os perdáis esta interesante charla.

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Julio Martí Zahonero al lado de Lydia Bosch, quien aceptó encantada protagonizar la primera película del director valenciano.

¿Qué balance haces de tu ópera prima “La hermandad“?

Realmente muy positivo. En todos los aspectos. Al tratarse de mi ópera prima, los temores son enormes e intentas atar todos los cabos para que nada quede a medias. No sabes muy bien cómo va a responder todo un equipo que, por vez primera, trabaja contigo. Tampoco sabes los imprevistos a los que te vas a enfrentar en un largometraje. Tenía experiencia en el campo del cortometraje pero esto es otro mundo, otro universo en el que te adentras por primera vez y, por tanto, tenía que estar preparado para hacer frente a cualquier problema. El equipo, tanto técnico como artístico, respondió extraordinariamente bien. Se creó un ambiente formidable en el que todo el mundo trabajaba a favor de la obra. Todos y cada uno se dejaron la piel para que el proyecto saliera adelante.

Uno de los aspectos a destacar de tu película es que huye del prototipo de película de terror al uso; aquí no hay sangre ni efectos especiales.

En realidad, me declaro un amante apasionado del género de terror. Es cierto, que en los últimos años el terror se ha venido confundiendo con el horror, historias en las que lo que prima no es el argumento o la trama en sí, sino la violencia descarnada y el gore. No es el tipo de cine que me interesa a mí. Siempre he defendido aquellos guiones en los que la historia y la trama que mueva a los personajes me emocione. El género, en realidad, tan solo es el prisma que el guionista escoge para filtrar sus historias. Una buena trama con peso debería poder contarse a través de cualquier género. Es el guionista el que decide el color que quiere darle a su historia. En mi caso, me inclino totalmente por el género de misterio y terror. La sangre y los efectos especiales son aderezos con los que vestir una buena historia si necesita de ellos.

Con tu película “La hermandad” rescataste para el cine a Lydia Bosch después de más de 10 años alejada de la gran pantalla. ¿Satisfecho con el trabajo de la actriz?

He de confesar que, cuando escribo un guión, jamás le pongo la cara de un actor o una actriz a ninguno de mis personajes. Pienso que esto puede crearme una serie de convencionalismos y estereotipos a la hora de crear un personaje y puede llevarme a limitar el perfil de éste.

Cuando terminé de escribir el guión de “La Hermandad” pensé en diferentes opciones que pudieran darle vida al personaje de Sara. Había que buscar una actriz capaz de transmitir la verdad de una mujer inmersa en una profunda crisis personal, con una carga emocional enorme y que todo ello no se quedara únicamente en un trabajo personal, sino que lograra atravesar la pantalla y llegar al espectador. Había, además, un problema que solventar. Es muy fácil caer en la trampa de interpretar al personaje central de una historia de terror a través de un sinfín de muecas y gestos grotescos con la intención de transmitir angustia, miedo o persecución. Esto hubiera sido un terrible error. Lydia Bosch ha sido capaz de infundir todas estas sensaciones a través de un exquisito trabajo con la mirada y con la economía gestual. Algo que muy pocos actores son capaces de hacer.

¿Cómo llegó Lydia Bosch al proyecto?

Le hicimos llegar el guión y se lo leyó de inmediato. Nos entrevistamos en Madrid y me transmitió su ilusión y emoción por el proyecto. Le dije que confiara en mí totalmente y así lo hizo. Fue una suerte absoluta haber podido contar con ella.

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Fotogramas del rodaje de “La hermandad”, opera prima a la que su presupuesto de casi 4 millones de € la hace situarse por encima de la media del cine español.

La hermandad” costó casi 4 millones de € de presupuesto, lo que se traduce en un diseño de producción por encima de la media en el cine español. ¿Cómo fue el camino para conseguir la financiación?

Poder llegar a rodar “La Hermandad” me llevó 12 años y otros dos años más poder estrenarla en cines. Hacer cine hoy en día en España es una auténtica odisea. Tras llamar a infinidad de puertas, por fin un productor en Madrid se interesó por el proyecto y, casualidades de la vida, se puso en contacto con otra productora en Valencia que se enamoró también de la historia. Gracias a ellos se consiguió la financiación necesaria y “La Hermandad” pudo ver la luz.

 Compaginaste el rodaje de tu película con tu faceta de productor y director teatral. Para contar historias, qué medio prefieres: ¿el teatro o el cine? ¿Cuáles son las diferencias entre uno y otro?

Son dos universos completamente diferentes. Es curioso pero aprovecho el teatro para poner en marcha proyectos destinados a público infantil y en el cine vuelco todos mis miedos con historias de suspense. Supongo que son las dos caras de mi moneda. Cada formato tiene sus ventajas, sus posibilidades y me encanta explorarlas con tal de sacar el máximo partido a cada una de ellos. Ni se me ocurriría contar en teatro una historia como “La Hermandad”, al menos tal y como la visualicé en mi mente mientras la escribía, con una explotación absoluta del espacio y de los detalles. El objetivo de ambos formatos es el mismo: llegar a emocionar, pero a través de diferentes caminos. El cine necesita realismo para inmiscuir al espectador. El teatro despierta la imaginación de éste para llegar a ser real.

Junto con Lydia Bosch el otro gran protagonista de “La hermandad” es el monasterio. ¿Cómo fue el proceso de construcción de los decorados?

Pepón Siglér, el director de arte, me entendió a la perfección. Sabía que sin un monasterio creíble y unas estancias que sumergieran al espectador en la historia, no habría largometraje. Él y todo su equipo se involucró hasta la médula cuidando cada uno de los detalles de las celdas, las salas y los corredores del monasterio, así como de todo el atrezzo que viste cada escena. Era fundamental creer que nos encontrábamos en un antiguo monasterio con extensas zonas abandonadas desde hace décadas. Yo quería sumergir al espectador en una celda, que despertara junto a Sara, la protagonista, y que juntos fueran descubriendo paso a paso cada una de las habitaciones y pasadizos del edificio.

Parte del rodaje de la película se llevó a cabo en la Ciudad de la Luz, recientemente declarados en bancarrota. ¿No te da pena la situación actual de estos estudios?

Hay tantas cosas que me dan pena actualmente dentro del mundo del cine en España. Como ya he comentado, poner en marcha un proyecto audiovisual hoy en día es toda una odisea. Me entristece saber que muchos directores consagrados se encuentren con enormes dificultades para poder tirar adelante sus nuevos largometrajes. Es increíble descubrir que grandes directores de nuestro país tienen que guardar sus proyectos en cajones por inviabilidad financiera o por la falta de apoyo institucional. Si ellos lo tienen así de complicado, ¿qué podemos esperar aquellos que empezamos? El problema real creo que es, precisamente, la falta de industria cinematográfica en España. No hay una industria del cine tal y como se debería entender. Nos encontramos en un desierto con algunos oasis sostenidos por televisiones privadas. Nada más. Si entramos a analizar este tema en la Comunidad Valenciana, en el que ni tan siquiera contamos con una televisión autonómica, este desierto se convierte simplemente en un panorama aún más desolador.

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Convencido de la calidad del cine español, Zahonero asegura que en España se hace buen cine de terror y buen cine en general. Además, resalta la enorme calidad de nuestros profesionales.

 ¿Crees que se hace buen cine de terror en España?

No solo se hace buen cine de terror, se hace muy buen cine, en general. En España contamos con unos profesionales extraordinarios (directores, guionistas, actores, maquilladores, músicos, figurinistas, directores de arte…) y buena prueba de ello es que muchas productoras extranjeras buscan en nuestro país esa profesionalidad.

Además, contamos con grandes historias que es algo que muchas productoras, sobre todo en Estados Unidos, demandan con urgencia.

 ¿Por qué muchas películas del cine español tienen dificultades para llegar al gran público? ¿No te hubiera gustado una mayor difusión comercial para tu primer largometraje?

Por supuesto que sí, pero hoy por hoy para tener una buena difusión es imprescindible una gran campaña televisiva y para eso es fundamental contar con el apoyo de una cadena. Si no apareces en televisión parece que no existes. Ahora mismo, el público acude a la sala habiendo elegido el título ya desde casa y, salvo muy contadas excepciones, es la televisión la que nos marca esa elección. Lamentablemente, son pocas las cadenas televisivas en España las que ofrecen este tipo de apoyo y, también es muy triste, que la estrategia comercial, mayormente, se sustente únicamente en ellas.

 ¿Te has planteado volver al cine tras “La hermandad”? ¿Te ves dirigiendo una comedia?

Evidentemente, mi sueño desde niño fue ser director de cine, no dirigir una única película. En estos momentos estoy en pleno proceso de búsqueda de financiación del que sería mi segundo largometraje. Se trata de un guión sobre una historia también de género, con muy pocos personajes. Una trama muy potente con personajes, también, con mucha carne. Ahora mismo, tengo cuatro guiones que se mueven en torno al terror y el suspense. De momento, la comedia no está entre mis preferencias.


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