Revista Cine

Katmandú, un espejo en el cielo (Icíar Bollaín, 2011)

Publicado el 31 octubre 2012 por Zangol
Katmandú, un espejo en el cielo (Icíar Bollaín, 2011)
 
**País: España. Duración: 104 min. Género: Drama. Reparto: Verónica Echegui (Laia), Sumyata Battarai (Sharmila), Norbu Tsering Gurung (Tshiring). Guión: Icíar Bollaín; con la colaboración de Paul Laverty. Producción: Luis de Val y Larry Levene. Música: Pascal Gaigne. Fotografía: Antonio Riestra. Montaje: Nacho Ruiz Capillas. Vestuario: Sonia Grande. Distribuidora: Alta Classics. Estreno en España: 3 Febrero 2012. Calificación por edades: Apta para todos los públicos.
Hay una cosa que no se le puede negar a Iciar Bollaín como directora y es su compromiso y es que está claro que le interesa que su cine sea testimonio y denuncia, aunque (y esto me parece una gran virtud) trata de abrir los ojos a los espectadores desde el respeto y la lógica.
 

Vuelve a hacerlo esta vez viajando con su protagonista hasta Nepal, dejando claro que hay lugares donde la educación es un lujo y la comida de cada día motivo de gran alegría, donde la religión y el sistema de castas ata de por vida a los “intocables” a un destino que quizás sea una forma de vida injusta porque mientras otros viven en el lujo ellos tienen menos de lo mínimo pero donde, en cambio, la resignación y la espiritualidad templa sus vidas permitiéndoles ser felices a pesar de no tener casi nada.
Katmandú, un espejo en el cielo (Icíar Bollaín, 2011)
Sin quitarle los méritos que tiene, “Katmandú” me parece la película más endeble hasta la fecha de Bollain, una directora que por otro lado admiro y creo que tiene mucho por decir (ya lo ha dicho de hecho con “Flores de otro mundo”, “Te doy mis ojos” o “También la lluvia”). Al verla he tenido la sensación de que le faltaba algo, de que hubiera sido un buen capítulo piloto de una serie corta, es como si te quedaras con ganas de saber qué más hace y qué más le ocurre a Laia, la joven maestra catalana que se desplaza a Nepal a cumplir su sueño de enseñar y ayudar.
Quizás el talón de aquiles de la película es un argumento al que le falta sustancia. Como si a un buen cocido se le hubiera quitado la sal. Aunque la película se zambulle bien en el mundillo que quiere recrear y resulta didáctica porque te permite conocer cómo son las cosas por Katmandú, se echa de menos algo más en el relato. Es como si lo que les ocurre a los personajes no fuera suficiente, sobretodo porque, salvo el final, todo lo demás resulta en cierto modo previsible.
Katmandú, un espejo en el cielo (Icíar Bollaín, 2011)
Otro gran pero es el flojito doblaje. Desgraciadamente la he visto doblada al castellano y me da la sensación de que éste es uno de esos casos evidentes que la versión original resulta indispensable porque con el doblaje las interpretaciones pierden parte de su fuerza dramática y a la postre la película se ve afectada perdiendo emotividad. Pienso que Verónica Echegui pone todo su empeño por conmover, por hacer llegar las alegrías y tristezas de su personaje y pienso que uno como espectador entiende el significado de los pequeños triunfos y reveses a los que se asiste, pero hay un torrente de sentimientos que fluyen subterráneamente en esta historia y que no llegan a aflorar......Ese final debería habernos dejado el corazón en un puño y no lo hace. Terminas de ver la película concienciado y la ves con interés, pero no terminas compungido y deberías.
MIS ESCENAS FAVORITAS   ¡¡¡¡CUIDADO, CONTIENE SPOILERS!!!
-   Sharmila explicándole a Laia cómo funciona el sistema de castas en Nepal por el que cada cual asume su condición social para toda su vida porque es lo que le ha tocado vivir.-   Laia entrevistándose por primera vez con Tshring y explicándole por qué se quiere casar y qué debe esperar de ello y éste explicándole por qué quiere ayudarle.-   La conversación en la escuela de Laia con la niña que ha perdido su nombre y unas escenas más tarde el momento en que ella le dice que se llama Bimala emocionándola.-   El final queda un poco frío aunque no debería serlo. La explosión de emotividad se concentra en una carta a Laia que, pese a todo, no llega a impactar como debería. En ella alguien le dice: “Laia, tú puedes ayudar a muchos niños a salir de la oscuridad”.


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