Revista Cultura y Ocio

La analfabeta - Agota Kristof

Publicado el 26 febrero 2021 por Elpajaroverde

Cómo sería no leer. En qué desierto nos encontraríamos. En qué jauría, tal vez, rodeados de palabras ininteligibles.

«Leo. Es como una enfermedad. Leo todo lo que me cae en las manos, bajo los ojos: diarios, libros escolares, carteles, pedazos de papel encontrados por la calle, recetas de cocina, libros infantiles. Cualquier cosa impresa».

Leo. Es como una enfermedad. Y no me refiero solo a los libros de los que hablo aquí. Con esos soy más selectiva. No puedo evitar, en cambio, que mis ojos se posan sobre cualquier texto que encuentren en su camino y, cuando me doy cuenta, de manera inconsciente, ya estoy leyendo. Leo propagandas, prospectos médicos, hasta las letra pequeña que nadie lee. Me reconozco en Agota Kristof. Leo. Cualquier cosa impresa o en pantalla. Es como una enfermedad.

Recuerdo cuando aprendí a leer. La monja del colegio que cuando me la encontraba por los pasillos, cursos después, me recordaba y presumía de haber sido ella quien me había enseñado a leer. Recuerdo que nos contaba historias sobre las letras aunque no las historias en sí. Recuerdo los libros de lectura del colegio.

No recuerdo, en cambio, el primer libro que leí yo sola. No fui consciente de ese milagro. Conocí el milagro antes de entender el significado, antes de que me fuera dada la revelación.

¿Cómo sería ese recuerdo, esa consciencia? Me imagino que debe de ser algo así como encontrarse con el mar por primera vez. Pero nací y crecí en una ciudad con mar y también me perdí ese otro milagro. Soy una privilegiada: la lectura y el mar me fueron dados sin habérmelos ganado.

Agota Kristof nació en un país sin mar y a otro país sin mar huyó. En uno aprendió a leer. En el otro vivió el milagro de aprender a leer. Ella sí se ganó ese milagro.

«Sé leer, de nuevo sé leer. Puedo leer a Victor Hugo, Rousseau, Voltaire, Sartre, Camus, Michaux, Francis Ponge, Sade, todo lo que quiera leer en francés y también a autores no franceses, pero traducidos, como Faulkner, Steinbeck, Hemingway. Todo está lleno de libros, de libros comprensibles, por fin, también para mí».

Agota Kristof explica su desazón por haber perdido la capacidad de leer de la siguiente manera: «Cinco años después de haber llegado a Suiza, hablo francés, pero no lo leo. Me he convertido en una analfabeta. Yo, la que sabía leer cuando tenía cuatro años». 

La ausencia de lectura no es el único desierto que ha de atravesar la escritora húngara. Su lengua materna, esa que matará la francesa, su lengua enemiga, por tanto, según sus propias palabras, no es la única patria que pierde. Solo que, al contrario que la lectura, esas otras patrias no las recuperará.

«Aquí es donde empieza el desierto. Desierto social, desierto cultural. A la exaltación de los días de la revolución y de la huida le siguen el silencio, el vacío, la nostalgia de los días en los que teníamos la impresión de participar en algo importante, histórico quizá: el mal del país, la falta de la familia y de los amigos.Esperábamos algo al llegar aquí. No sabíamos qué esperábamos, pero ciertamente no era esto: jornadas de trabajo tristes, veladas silenciosas, esta vida solidificada, sin cambios, sin sorpresas, sin esperanza.Desde un punto de vista puramente material vivimos un poquito mejor que antes. Disponemos de dos habitaciones en vez de una. Tenemos bastante carbón y suficiente comida. Pero si tenemos en cuenta lo que hemos perdido, es evidente que lo pagamos demasiado caro».
La analfabeta - Agota KristofLa analfabeta es un relato autobiográfico en el que Agota Kristof, a través de once breves pinceladas, nos narra los acontecimientos que más marcaron su vida. Siempre me ha intrigado el hecho de que la autora escribiera en una lengua que no era la materna y que, además, tanto le costó aprender siendo ya adulta. Me ha fascinado más aún el hecho de que tenga un estilo tan limpio, tan conciso, tan medido, con una elección tan precisa de las palabras. Cuando escribe este libro (cada uno de los textos que lo componen, en realidad, que inicialmente fueron publicado en una revista, tal y como cuenta la escritora en 2007 en esta entrevista para Babelia) Kristof ya lleva treinta años hablando francés, ya ha alcanzado el éxito como escritora y su obra ha sido traducida a varios idiomas, sin embargo, admite no ser capaz de escribir sin recurrir al diccionario. Como ella misma se responde cuando se pregunta cómo se hace uno escritor, «uno se hace escritor escribiendo con paciencia y obstinación, sin perder nunca la fe en lo que se escribe».
«En primer lugar, hay que escribir, naturalmente. Luego, hay que seguir escribiendo. Incluso cuando no le interese a nadie, incluso cuando tenemos la impresión de que nunca interesará a nadie. Incluso cuando los manuscritos se acumulan en los cajones y los olvidamos para escribir otros».

Con todo esto que os estoy contando y con lo muchísimo que me gusta Agota Kristof este librito tenía que ser un caramelito para mí. Aun así, es una lectura que descarté inicialmente al saber de ella y que luego he estado postergando durante varios años. La descarté porque la propia Kristof me disuadió de leerla al no mostrarse satisfecha con ella. La rescaté por lo bien que la consideran otros lectores. Mi reciente reencuentro con Sara Mesa me dio el empujón final para llegar finalmente a ella.

En La analfabeta Agota Kristof habla de su soledad, de su desarraigo, de su tristeza. Tales son, además, los temas alrededor de los cuales orbita toda su obra. Kristof perdió la patria de su país, la de su familia de origen, la de su lengua, y todo ello la marcó profundamente. Es este un libro, por tanto, triste, que conmueve a ratos porque la autora consigue pellizcarnos y con la mínima expresión, transmitiendo muchísimo con muy poco, lo cual es su mayor virtud. También tiene, sin embargo, momentos felices, como la ya narrada recuperación de la capacidad de leer, los primeros trabajos en Suiza que fueron de su gusto o el recuerdo de aquel castigo compartido con su hermano mayor en la infancia en el que este, de manera pícara, le mostrara su afecto y solidaridad.

Kristof nos cuenta cómo de pequeña pensaba que la húngara era la única lengua que existía en el mundo. Como descubrió luego el alemán, el idioma que para ella era sinónimo de ocupación. Como la invadió después el ruso. Como el francés le llegó por obligación.

«No he escogido esta lengua. Me ha sido impuesta por el destino, por la suerte, por las circunstancias.Estoy obligada a escribir en francés. Es un desafío.El desafío de una analfabeta».

Nos cuenta como, antes de saber escribir, ya inventaba historias. Como le tomaba el pelo a su hermano pequeño con sus invenciones. Como más tarde, cuando vivió en un internado, comenzó a escribir de noche para desatar su tristeza. Como aprovechaba las horas muertas en la fábrica en la que trabajó cuando llegó a Suiza para escribir poemas.

Precisamente ese trabajo en esa fábrica y los primeros años que pasa en Suiza me trasladan a su novela Ayer, la que Kristof considera su obra más autobiográfica. Sobre El gran cuaderno, la primera de las tres novelas que componen su genial Claus y Lucas, y la obra que le otorga el reconocimiento como escritora, nos cuenta el germen de su concepción.

La analfabeta carece del onirismo de Ayer y de la inventiva y el juego de espejos de Claus y Lucas. Supongo que es por ello, entre otras cosas, por lo que su autora renegaba en cierta manera de ella. En mi opinión, Kristof era injusta consigo misma.

«Sé que nunca escribiré el francés como lo escriben los escritores franceses de nacimiento, pero lo escribiré como pueda, lo mejor que pueda», nos cuenta también Kristof en La analfabeta. Y, bueno, yo no leo francés, solo traducciones, pero pienso que la literatura francesa debe sentirse honrada de contar con esta húngara entre sus ilustres letras. Lo que es el mal de unos siempre es el bien para otros.

«¿Cómo habría sido mi vida si no hubiera dejado mi país? Más dura, más pobre, pero también menos solitaria, menos rota; quizá feliz.De lo que sí estoy segura es que hubiera escrito lo que fuera en cualquier lengua».

Palabra cumplida de analfabeta.

La analfabeta - Agota Kristof

Los Libros, Diccionario, Francés, Idioma, Palabras. Fotografía de OrnaW


Ficha del libro:Título: La analfabetaAutora: Agota KristofTraductor: Juli PeradejordiEditorial: ObeliscoNº de páginas: 78Año de publicación: 2006ISBN: 84-9777-332-2
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