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La artificiera amateur

Por Soniavaliente @soniavaliente_

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No sabe si es porque ya está cerca de la cuarentena o porque la vida es muy complicada pero no deja de escuchar la palabra detonante allá donde va. Fundamentalmente entre su panda de amigas recién divorciadas para tratar de racionalizar un furor uterino que desconocían que tenían durmiendo como estaba el animalico los últimos 20 años.

Sobre todo, se refieren a ese detonante en el sentido más peligroso, explosivo y literal del término. Un mecanismo que dinamita, que hace saltar por los aires la existencia plácida,  anestesiada y conocida que se llevaba hasta la fecha.

La artificiera amateur

La cosa puede acabar o no es separación pero el detonante de marras lleva indisociablemente aparejado un corte de pelo -que no de la coleta- y una ostensible pérdida de masa corporal sin conseguir que la artificiera amateur se quite de encima el peso de la culpa. Qué cosas. Con todo, una canita al aire es más catárquica que un viaje a la India. Un viaje a la exploración, al profuso y pormenorizado conocimiento de un cuerpo nuevo, apetecible y lozano en la acepción bíblica del término. Un viaje sin retorno, en suma,  al deseo, al sexo. Qué alegría.

Pero a pesar de que el detonante venga en su forma más antropomórfica disfrazado de chulazo con labia y viajado no se dejen engañar.  Una diría que un detonante responsable de semejante restyling vital, de look, de talla y de estado civil, si le apuran, es la purga de Benito. Pues, miren, no.  Por lo que dicen aquellas que lo han experimentado, el detonante es poco menos que el diablo, que Belcebú, el Mal. Querían cambiar pero sólo la puntita.

Porque una vez el artefacto les estalla en la cara por un WhatsApp intempestivo todo se precipita. Y la artificiera amateur se ve impelida al cambio. A pensar, a la acción, a hacer algo con su vida. Y eso siempre aterroriza. Evidencia que algo no iba bien y obliga a tomar decisiones y lo que es peor: a llevarlas a cabo. A reconocer que todos somos bombas con temporizados a punto de estallar. A la espera de un detonante lo suficientemente salao, rumboso y puntual. Tic tac…


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