Revista Cultura y Ocio

«La autoedición es una salida muy válida si te lo tomas como algo profesional»

Publicado el 02 febrero 2017 por Benjamín Recacha García @brecacha
«La autoedición es una salida muy válida si te lo tomas como algo profesional»De izquierda a derecha: yo, Àlex Pler e Isaac Pachón.   Foto: José María Gris

Cualquier iniciativa cultural que apueste por dar presencia a opciones que de entrada suelen tener cerradas las puertas de los circuitos “oficiales” es digna de aplauso. La autoedición/autopublicación continúa arrastrando el estigma de la poca calidad, así que es de agradecer que se organicen foros donde autores independientes con una trayectoria comprometida con la calidad tengan la oportunidad de tirar por tierra algunos prejuicios.

Es el caso de Rock & Read, una interesante y arriesgada propuesta (lo que la hace doblemente interesante) que durante el pasado fin de semana reunió en el laboratorio creativo The Collective, en pleno Raval de Barcelona, a escritores, poetas, músicos, actores, cineastas, libreros e incluso algún mago, como resultado de las maquinaciones de las inquietas mentes que integran la Plataforma de Adictos a la Escritura (PAE).

El domingo por la tarde, tres autores que hemos emprendido el camino de la autopublicación a conciencia explicamos nuestros motivos y debatimos sobre algunos aspectos del mercado editorial. Fue una charla muy dinámica, ilustrativa y (creo que) muy entretenida. Qué voy a decir, si yo era uno de los participantes, ¿no? Pues sí, pero es que los otros dos tienen mucho nivel. Isaac Pachón y Àlex Pler prestigian la autoedición gracias a su compromiso con el trabajo de calidad. Para mí es un placer tener la oportunidad de escucharlos e intercambiar experiencias.

Y creo que también lo será para vosotros si activáis el reproductor de audio, al final del artículo. Son unos 33 minutos de charla que pasan volando. Si la escucháis y queréis comentar algo, estaré encantado de leeros.

En cualquier caso, voy a hacer la crónica del encuentro. Igual se me ocurre alguna reflexión que en directo se me pasó por alto.

Isaac Pachón lleva varios años escribiendo y publicando relatos. Ha participado en varias antologías, pero su nombre va asociado con su primer libro de relatos en solitario, Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café, que decidió autopublicar en 2015 tras descartar algunas propuestas editoriales «que de antemano ves que no van a salir como tú quieres». Sin duda fue una decisión acertada. Ya ha superado el millar de ventas en papel, está disponible en más de una veintena de librerías de todo el país, en Amazon, y ha conseguido una visibilidad a través de las redes sociales que para sí quisieran muchos de los autores que van de la mano de sellos editoriales importantes. Su segunda obra, de la que va dejando pinceladas en sus perfiles de Facebook, Instagram y Twitter, verá la luz muy pronto.

«La autoedición es una salida muy válida si te lo tomas como algo profesional, como si fueras una editorial». Esa es la clave: la profesionalidad, lo que implica montones de horas de trabajo invertido en promocionar un producto que, obviamente, debe tener calidad.

Àlex Pler ha publicado tres libros en los últimos tres años: La noche nos alumbrará (2014), una antología de los mejores textos de su blog, ‘Sombras de neón’, para celebrar su quinto aniversario; El mar llegaba hasta aquí (2015), su primera novela; y El amor desordenado (2016), un libro de cuentos cortos ilustrados, editado en formato cuadrado, con la libertad y el control total que otorga la decisión de ser tu propia editorial.

Àlex también tuvo alguna oferta editorial para publicar su primera novela, pero era un sello pequeño, sin distribución, así que, tras la buena experiencia de su primera incursión en la autoedición, decidió repetir. «Ahora estoy escribiendo una novela y la gente me dice que ya toca buscar una editorial seria, pero a mí no me importaría seguir autopublicando toda la vida, porque una de las cosas que más valoro, más allá de los royalties, es la libertad para elegir portadas, temáticas e incluso formato».

Los habituales de ‘la recacha’ ya conocéis mi historia. Escribí El viaje de Pau en 2012. Busqué editorial, pero no recibí ninguna propuesta interesante, así que decidí autopublicarlo en 2013. La experiencia fue tan positiva que repetí con Con la vida a cuestas (2015) y el resto de mis trabajos hasta ahora. «Entre otras cosas porque no entendía que el autor sea el que menos se lleva del pastel».

El camino de la autoedición es muy válido, desde luego, siempre que uno lo emprenda con el compromiso irrenunciable de la calidad, del respeto a la literatura y a los lectores, y teniendo muy claro que «pensar en ganarse la vida escribiendo y siendo autosuficiente es una utopía a corto y medio plazo».

¿Y cómo empezar? Fijándose en quienes lo hacen bien. Cuando uno toma la decisión de tirarse a la piscina de la autopublicación no puede hacerlo, bueno, sí puede, pero no debería, sin tener referencias. Sobre todo si nos referimos, como en este caso, a la autopublicación en papel. Yo dediqué meses a ver qué habían hecho otros autores, a seguirlos en redes sociales, a informarme sobre la impresión digital y a buscar imprentas que hicieran tiradas pequeñas a precios razonables, etc.

A Isaac Pachón lo conocí en Kosmopolis, hace dos años. Yo participaba en una mesa redonda sobre las diferentes opciones para publicar, explicando mi experiencia como autor independiente, y él estaba entre el público. Cuando acabamos se me acercó con su libro recién salido del horno ¡a pedirme consejo! Ahora soy yo quien se lo tiene que pedir a él… Os podéis imaginar lo halagador que resulta que un autor que empieza te tome como referente. Isaac tiene las ideas muy claras y la modestia necesaria para hacer camino. En la charla en Rock & Read no dudó en recordar esa anécdota ni en explicar que también se fijó en cómo lo hacía Àlex Pler para distribuir sus libros.

La distribución… Ay, la distribución. Sin duda, el principal dolor de cabeza de quienes vamos por libre. Los tres coincidimos en que lo más complicado, más allá de conseguir que las librerías acepten tus libros, es estar pendiente de ellos, sobre todo cuando logras “colocarlos” en un número respetable de ellas, y teniendo en cuenta que los libreros ya tienen bastante con las distribuidoras, como para tener que estar pendientes de los autopublicados.

Por mi experiencia, considero que hay librerías donde no tiene mucho sentido estar. «El librero te hace el favor de aceptar tus libros, pero por qué va a recomendarlos entre tantos disponibles. En cambio, sé que hay unos pocos libreros que cuando entre alguien preguntando, los míos pueden estar entre los que recomiende».

En las crónicas que hice sobre el III Congreso de Escritores dediqué una al papel del librero como prescriptor, donde, entre otras cosas, criticaba el victimismo de los autores que se quejan de la poca ayuda que reciben por parte de las librerías. Es un hecho que las hay que mantienen los prejuicios contra la autopublicación, pero también existen esas librerías amigas que nos dan la vida.

¿Lo mejor y lo peor de la autoedición/autopublicación?

Los tres coincidimos bastante. Lo mejor, la libertad y el contacto tan cercano con los lectores. Cada muestra de apoyo, de cariño, incluso las críticas constructivas, las agradecemos en el alma. «Cada venta es resultado de tu propio esfuerzo», condensó Àlex. Isaac apuntó otro elemento, muy relacionado con la libertad: «El control que tienes sobre tu libro en todos los aspectos. Sabes cuántos te quedan, cuántos has vendido, cuánto estás dispuesto a arriesgar. Para llegar a más público es difícil hacerlo vendiendo, a veces hay que regalar estratégicamente. Con una editorial pequeña es más complicado ejercer ese control y llevar a cabo ese tipo de estrategias». Recuerdo que él ha vendido más de mil ejemplares de Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café. Una editorial pequeña no imprime esa cantidad de ejemplares ni de coña.

Lo peor, desde mi punto de vista, es la cantidad de tiempo que le tienes que dedicar a lo que no es escribir. Que no es que sea malo; obviamente, es necesario. El problema es que no siempre tienes el ánimo por las nubes, y hay épocas en que estás más predispuesto a preguntarte si tanto esfuerzo, teniendo en cuenta el retorno que recibes, vale la pena. En esos momentos es cuando tienes que recordar eso que todos los indies deberíamos llevar tatuado: «Es un camino que no tiene meta, en realidad. Escribes porque te gusta, porque necesitas hacerlo, y has elegido autoeditarte».

La otra gran traba, tal y como señalaron Àlex e Isaac, son los prejuicios, el estigma de que autopublicado es sinónimo de poca calidad. Y es cierto que en algunos casos lo es (demasiados, porque un libro mal editado y repleto de errores tira por tierra el buen trabajo de docenas de autores que trabajan de forma profesional), pero «los hay que tienen la misma calidad o incluso superior que los de grandes editoriales», afirmó Isaac Pachón.

Los prejuicios cierran puertas, pero también hay gente que da oportunidades, que no juzga sin conocer, y ahí está nuestro caladero.

Esta cuestión abrió un interesante debate, en el que surgieron referencias a autores reconocidos que deciden pasarse a la autopublicación y a otras vías alternativas al circuito tradicional, como el crowdfunding. Algo que sucede también en el mundo de la música, por ejemplo.

Teresa, una lectora voraz que asistió a la charla, profundizó en el papel del lector. «Los gustos evolucionan, y llegará el momento en que la etiqueta autopublicado no será sinónimo de falta de calidad». Mi impresión personal es que desde hace un tiempo esto está cambiando, y cada vez hay más gente que huye del best-seller, del libro mediático, y busca alternativas menos visibles.

Si no fuera así, ¿por qué se iban a preocupar las editoriales por blindar espacios como la Feria del Libro Madrid? Los indies representamos una cuota creciente de mercado, y eso escuece en determinados ámbitos.

De todas formas, no somos un colectivo homogéneo. Hay quienes no los tomamos muy en serio, quienes nos tiramos de los pelos cada vez que descubrimos una errata rebelde, quienes hacemos todo lo que está en nuestras manos por acabar con prejuicios y estigmas, y quienes se contentan por colgar su manuscrito en Amazon sin revisar o publicar en papel de cualquier manera.

Y, por muy absurdo que parezca, también hay autores que autopublican que tienen esos mismos prejuicios, que no leen libros autopublicados y que ven a esos otros autores no como aliados sino como competidores.

Queda mucho por hacer, y encuentros como el organizado en el marco del Rock & Read sin duda van en la buena línea.

Os dejo con el audio de la charla.

http://www.ivoox.com/autopublico-luego-existo_md_16773191_wp_1.mp3

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