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La batalla de Chile, para que no olvidemos…

Publicado el 18 mayo 2015 por La Cara De Milos La Cara De Milos @LacaradeMilos
La batalla de Chile, para que no olvidemos…

Existen obras cinematográficas que uno ha de ver antes de morirse. Cada uno tendrá sus preferencias, y no os voy a hacer yo una de esas odiosas listas en las que el redactor expone sus gustos como si fuera los que todo el mundo debiera de seguir. Pero, de vez en cuando, sí me gusta recomendar el visionado de alguna. La que hoy toca, por su cargado carácter político, vaticino que no será del gusto de todo el mundo, pero mira, basta con decir que si no la ves no comprenderás una de las mayores carnicerías cometidas en nombre del capitalismo, del neoliberalismo, esa ideología a la que le gusta presumir de libertad y ocultar los crímenes cometidos contra los derechos humanos que la puesta en práctica de su ideario político y económico lleva asociados.

La batalla de Chile, dirigido por Patricio Guzmán, consta de tres partes, a través de las cuales se nos muestra y se nos narra, con imágenes, entrevistas y programas de televisión de la época (La Sexta Noche del Chile de los setenta), con fuentes históricas primarias, al fin y al cabo, todo el proceso que precedió y fue sufrido testigo del golpe de estado de la Junta Militar de la que Augusto Pinochet pronto se convertiría en presidente, y que se encargaría de hacer desaparecer de un plumazo a más de 1200 personas, opositores políticos todos, y de destruir el gobierno democrático de Salvador Allende que, antes de permitir que el enemigo fascista lo asesinara, decidió quitarse él mismo le vida mientras la aviación militar bombardeaba el Palacio de la Moneda (como si en España se volara por los aires la Moncloa, vamos).

En La insurrección de la burguesía (1975) asistimos a la rebelión de los patronos, empresarios y terratenientes contra las medidas de igualdad social del gobierno de la Unidad Popular de Allende. Curioso que quienes se habían dedicado a condenar y reprimir sin ninguna lástima las huelgas obreras y campesinas, ahora utilizaran la huelga (sufragada por la CIA) para interferir en las medidas democráticas que la nación, con su voto, había decidido apoyar. En esta primera parte, vemos uno de los puntos clave del valor histórico de La batalla de Chile, ya que mucho de lo que vemos se nos revela como tremenda actual, pero en otro país de Latinoamérica: Venezuela. Y es que provocar la escasez de alimentos básicos no es una técnica nueva del imperialismo estadounidense y sus apéndices neoliberales en el país de turno, ya pasó en Chile. La extrema similitud de lo visto, y del discurso capitalista, resulta estremecedor.

El golpe de estado (1976) muestra la brutalidad de la rebelión militar contra un gobierno democrático, y también el apoyo paramilitar fascista del Frente Nacionalista Patria y Libertad, quienes, no por casualidad, clamaban en las calles con un lema que a los españoles nos resulta muy conocido: ¡Chile, una; Chile, grande; Chile, libre! Pero no solo se recoge el golpe militar, sino también las intentonas anteriores, como el Tanquetazo, en el cual Augusto Pinochet aún era leal al gobierno de Allende. Lo más dramático de la caída del gobierno de Allende es que este siempre se mantuvo obediente a la constitución, aun cuando sabía que los miembros de la oposición querían su cabeza en una bandeja.

La batalla de Chile, para que no olvidemos…

Por último, en El poder popular (1979) somos testigos de todo el peso de la sociedad que cargaron a sus espaldas los trabajadores y los que apoyaban al gobierno legítimo que las élites económicas intentaban echar abajo con ayuda de la CIA y de Henry Kissinger. Ante la reforma económica de Allende, que incluía la expropiación de tierras baldías o la nacionalización de la industria minera del cobre (en manos de empresas estadounidenses), muchos propietarios decidieron abandonar las fábricas, los almacenes y el campo, y fueron los propios trabajadores quienes acudieron en ayuda del gobierno para impedir la paralización económica del país (objetivo principal y sucio de la oposición y de Estados Unidos), tomando las fábricas y acudiendo a trabajar, desoyendo la amenaza neoliberal que posteriormente mostraría sus dientes de alimaña. Pero no fueron solo las fábricas, pues las calles se llenaron de miles de personas que ensordecían el exabrupto fascista, golpista y capitalista al grito de Allende, Allende, el pueblo te defiende.

La batalla de Chile es un documento ineludible para comprender la historia contemporánea y la historia del mundo actual, la denominada historia del presente. Nos da todo lo necesario para cumplir con el objetivo de la historia como ciencia, el mismo que es continuamente olvidado: aprender del pasado. La historia se repite, pero no como un círculo eterno, sino como un fractal, que siempre es igual y siempre es distinto: nuestro paso por este planeta que habitamos lleva marcado a sangre y fuego la forma de la autosimilitud. La batalla de Chile, en su formato de trilogía, es la mayor prueba de ello.

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