La bella y la bestia (Beauty and the beast, Bill Condon, 2017. EEUU & GB)

La bella y la bestia (Beauty and the beast, Bill Condon, 2017. EEUU & GB): nuevo reflejo de la moda de revisitar clásicos Disney (en este caso, la maravillosa e inmortal versión animada de 1991 del popular cuento infantil, la cual cabe recordar fue incluso nominada a Mejor Película en la edición de los Oscar de su año) con evidente sobredosis de, sobre todo, color más que grandiosidad, aunque no sea desdeñable y su función de darse a conocer entre las nuevas generaciones la cumple de manera más que eficiente, pero su recargado y remilgado diseño es… demasiado. Actores de carne y hueso y extra de CGI, como ya hicieran con anterioridad Kenneth branagh y su Cenicienta, Robert Stromberg y su Maléfica y Jon Favreau con su- y la mejor de todas ellas- El libro de la selva (Favreau prepara ahora un remake, de similar guisa, de El rey león), operaciones todas ellas sobradamente rentables aunque, en este caso, artísticamente deje de desear, pese a su curiosa fidelidad a la ejemplar producción del 91 (quizás la joya de la corona de todas cuantas películas animadas produjo Disney en esos años de reflote de la casa), reflejada sobre todo en los números musicales. Eso sí, salvando algún que otro detalle: el aterrador prólogo del original, con vidrieras, nada tiene que ver con este despliegue de ordenador con que Condon nos explica la transformación del egocéntrico príncipe en monstruo.