Revista Cultura y Ocio

La Broma Infinita. David Foster Wallace

Por Mientrasleo @MientrasleoS
La Broma Infinita. David Foster Wallace
     "Estoy sentado en una sala, rodeado de cabezas y de cuerpos. Mi postura es conscientemente congruente con la forma de mi dura silla. Es una fría habitación en la administración de la universidad con las paredes forradas de madera, con cuadros al estilo Remington, y ventanas dobles que la protegen de la canícula de noviembre. Los ruidos administrativos quedan aislados por la sala de recepción por la que acabamos de entrar el tío Charles, el señor DeLint y yo.
     Yo estoy aquí dentro." 
"¡Ay, pobre Yorick! Yo le conocía, Horacio: tenía un humor incansable, una agudeza asombrosa."
"Alas, poor Yorick! I knew him, Horatio: a fellow of infinite jest."
Hamlet
     Nunca pensé en sacar este libro. De hecho, aún no tengo claro si voy a salir vencida del intento, pero como hay tantos perdedores luchando en el libro, supongo que si eso me sucede será una muerte poética de algún modo retorcido para una aficionada a las letras del autor. Hoy traigo a mi estantería virtual un libro que dicen dividir a quien lo lee, pero también a quien no lo ha leído en función del miedo que le tenga. Se trata de La broma infinita.
     Tratar de hacer una sinopsis sobre este libro es un auténtico despropósito ya que tiene una trama que se fragmenta en dos, aunque se tocan. También tiene personajes que parecen no saber que hay una trama y funcionan por su cuenta, y además están las vías accesorias, tantas que sería imposible contarlas sin hacer un listado. Bueno, y las notas del autor, que no del traductor, otra novela en sí mismas. Así que diré que habla de una academia de tenis, un centro de rehabilitación y una familia, los Incandenza. Y, a partir de ahí, avanzamos.
     La broma infinita es un libro ambientado en un presente o futuro muy cercano en un momento en el que hasta los años se venden al mejor postor, así que estamos en El año de la ropa interior Depend, o el de Glad o el de Whopper, lo mismo da. Bien, este es el primer momento en el que uno acaricia la palabra broma junto a la sensación de ir a sumergirse en una historia corrosiva. Y es sólo la primera línea de la primera página... nos quedan aproximadamente... ¿mil? Y lo cierto es que si incluso una estación de metro mítica ha pasado por llevar el nombre añadido de una empresa de telefonía, tal vez no sea tan descabellado este planteamiento que se nos hace...  Así pues, estamos en este año y en un mundo con una organización política llamada ONAN, de ahí que haya onanistas, término que rápidamente comprendemos, y una Gran Concavidad de residuos por Nueva Inglaterra. Y también están los canadienses, y el terrorismo de personas en sillas de ruedas. Nosotros conocemos a los Incandenza, y ¡qué familia! James, el patriarca, era un tenista frustrado que acabó por fundar la Academia de Tenis Enfield, cineasta, adicto y suicida, llevará un peso primordial en la novela. Tiene un esposa con un hambre feroz, aunque no de comida, y tres hijos dispares; del atleta al inteligente pasando por el discapacitado. Pero James, y ahí llega su gran importancia, es el director de La Broma Infinita.
     La Broma Infinita es una película capaz de anular a quien la vez, generándoles una suerte de placer adictivo del entretenimiento como nunca antes se había visto. No es exactamente metaliteratura, pero estoy segura de que es metaalgo.
     Y empezamos a orbitar. De la academia de supuestos vencedores en la que lo humano no se muestra, se gana, a la zona de rehabilitación en la que se tira de lo humano para avanzar. Y vemos el precio del triunfo, alto, demasiado alto, y también como se relacionan entre ambas. Como si estuviéramos ante el blanco y el negro y el autor quisiera mostrarnos todas y cada una de las escalas del gris. Y todo esto sin hablar de los terroristas, de una conversación fantástica, del tratado sobre medicamentos que se incluye en las notas o de cómo se juega al tenis. Todo esto sin apenas haber hablado de un libro del que es imposible sacar una sinopsis pero que, una vez leído, vemos que nos la cuenta en el propio título. Y terminamos y lo intentamos interpretar y no sabemos si nos quedamos con la crítica social, si hablar del entretenimiento como factor de distracción o de enganche (máxime en este momento de aplicaciones adicctivas), o de familias y secretos, o de crítica política o tal vez social... Y no sabemos, por un motivo, y es que Wallace nos deja un poco tocados, bastante fundidos y, en mi caso, francamente satisfechos.
     Ahora que un crítico con nociones completas hablaría del posmodernismo literario, ahora que tocaría analizar lo exhaustivo de los detalles o las partes del libro que se solapan o se ignoran por tal o cual personaje. Ahora que podría hablaros de secundarios conocidos o de otros realmente vitales y hablar de descripciones casi morbosas... ahora es cuando confieso que me gustó mucho este libro. Y me gustó porque me divertí, porque en el fondo es un gran rompecabezas en el que puedes estar leyendo y olvidar el detalle leído hasta pasadas, ¿yo que sé! doscientas páginas, y entonces notar que algo que Wallace te implantó, hace "click" y todo se mueve como en un gigantesco cubo de rubick en el que, al intentar colocar una única pieza de un color, has movido ocho piezas más.
     Comenzaba diciendo que este libro también divide a los no lectores entre quienes lo miran en silencio, y algún día caerán, y aquellos que salen corriendo antes de terminar de decir Infinita. Y a lo largo del tiempo me he dado cuenta de que es así. También he notado que es un libro que no se puede recomendar fácilmente,d e hecho, no se puede recomendar. Lo mejor es llegar y contar algo y esperar. Y si es realmente el momento de quien escucha, esa persona lo sabrá y acudirá a la librería y comprará el libro. Aunque durante tiempo haya pertenecido al grupo de los que miran con miedo. Da igual.  Y si eso os pasa, y os apetece, y queréis verlo y leerlo y, sí, también sufrirlo, adelante. El viaje, va a ser divertido, aunque tal vez no de la forma habitual.
    No me gustan los libros triviales, los argumentos repetidos, los clones. Me gustan los libros singulares, las historias bien hechas, los momentos brillantes. Me gusta, porque volveré a sus páginas, La broma infinita.
     Y vosotros, ¿sois de los que miráis este título con curiosidad o de los que lo habéis tachado de antemano?
     Gracias.
     Nota:
     1. Os he contado un montón de cosas mezcladas con sensaciones, pero ni la mitad de la mitad de lo que os va a contar el libro. Tampoco he descrito ni la mitad de las sensaciones.
     2. Esto es otra nota. No es cuestión de si hacía falta esta segunda nota, de hecho solo existe para que os vayáis acostumbrando.

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