Revista Comunicación

La cagaste. Siéntete orgulloso

Publicado el 09 febrero 2015 por Lorena White @lorenagwhite

Creo que una de las principales razones de que tengamos miedo al fracaso es el nombre “fracaso” en sí mismo. Suena feo, es una palabra poco bonita y no hay por donde meterle mano para que suene un poco más positiva. Creo que “situación vital gracias a la que uno aprende de sus errores” sería una mejor forma de llamarlo, una mejor acepción para el diccionario. Más larga, quizá, pero más positiva también. Porque al final, ¿tanto miedo para qué? Si al final de lo que se trata es de levantarse cuanto antes y seguir.

fracasoenaprendizaje

En el ensayo en el que estoy trabajando (ahora me encuentro revisando el primer borrador), dedico un capítulo completo al fracaso y a su prima hermana fea, la frustración. Y me pareció necesario dedicarme a escribir sobre ello porque creo que son dos de los sentimientos más improductivos que conozco. Te hacen sentir como una mierda y son como un pozo: cuanto más tiempo estés dentro de ellos, más lejos verás el momento de salir.

En este blog no había hablado todavía de ello (aunque sí había hablado de optimismo y motivación, dos cosas que creo que contrarrestan a la perfección a los hermanos F), pero creo que es fundamental que sepas hoy, y no cualquier otro día, sino hoy, una cosa: No importa si la cagas. No importa si fallas (Fallar también empieza por F). No importa porque fracasando, frustrándote y fallando, aprendes cosas nuevas. Te conoces a ti mismo, sabes de lo que eres capaz y, adivina: nadie de pone un cartel en la frente ni un juez dicta que no puedes volver a intentarlo nunca más. Así que si te encuentras en una situación o te has visto fracasando o te has sentido frustrado en algún momento de tu vida, levanta la vista, lee esta entrada y empieza de cero.

Hoy te traigo 5 consejos para convertir el fracaso en aprendizaje. 5 consejos que espero que te ayuden a ver que, aunque el fracaso es inevitable, tenerle miedo es la cosa más inútil e improductiva del mundo.  Sin embargo, si lo vieras como un aprendizaje, seguramente te darías cuenta de que no es un miedo que deba paralizarte, sino un miedo tipo el Coco o el Hombre del Saco. A quien una vez temiste, pero a quien, con el paso del tiempo, has aprendido a no temer.

1. Empieza por lo principal, quererte:

Una de las cosas de las que se vale el fracaso para hacerte sentir podrido por dentro, es que realmente te sientas fracasado. Generalmente, para tomarse el fracaso como un aprendizaje y no como una desgracia, lo primero que hay que tener es amor propio. Quiérete, respétate  y siéntete bien contigo de la forma más profunda que sepas. Porque eso hará que no te regocijes durante demasiado tiempo en los fallos o las malas decisiones que te llevaron al fracaso, sino que te centres en cómo dejar de sentirte así en el menor tiempo posible.

2. Perdónate:

No eres perfecto, y lo sabes. Fallar es algo común en los seres humanos. Fallar incluso en las mismas cosas durante varias veces, también. Libérate de ese lastre que es no permitirte resbalar y pegarte un buen golpe. Olvídate de la posibilidad de caerte mientras caminas y cuando te caigas, céntrate sólo en levantarte, no en lo inútil, patoso e iluso que fuiste por dejarte caer.

3. Acepta las consecuencias: 

Buscar culpables ajenos para justificar un fracaso personal nunca ha ayudado a recuperarse de algo. Es cierto, puede que otras personas o una situación que no controlaste, hayan desencadenado el fracaso, pero probablemente tú tomaste decisiones incorrectas o hiciste cosas mal. Aceptar cuanto antes todo lo que se desencadene de ello, pedir perdón si tienes que hacerlo y, sobre todo, focalizarte en recuperarte de ello, es primordial para aprender de cada uno de nuestros fallos.

4. Analiza lo que has hecho mal y vuelve a intentarlo:

Una vez que hayas apechugado, toca volver a intentarlo. Pero hacerlo una y otra vez sin revisar qué podemos cambiar nosotros mismos, no traerá nada bueno. Porque probablemente, si algo salió mal por culpa de algo que hicimos o decidimos, independientemente de los otros factores que actuaron, y no lo analizamos a la hora de volver a intentarlo, acabaremos sintiendo que estamos pegándonos cabezazos contra la misma pared o tropezando cien veces con la misma piedra, lo cual quizá hará que nos sintamos peor que al principio. Por eso es fundamental que analices los pasos que seguiste desde que decidiste emprender algo hasta que llegaste a la situación de sentirte fracasado y ver qué cosas pudieron salir de ti y motivar esa situación. Al intentarlo de nuevo, simplemente, cambia la estrategia y tu forma de actuar. Con este análisis además habrás aprendido de tus propios errores y puede que, si tienes suerte, no vuelvas a cometer ninguno parecido.

5. Recuerda que los golpes duelen:

No quiero que pienses que transformar el fracaso en aprendizaje será una cosa divertida y alegre. Probablemente fracasar en algo ya haya sido muy doloroso, pero recuperarte de ello puede que también lo sea. Te costará, sobre todo, no sentirte culpable o decepcionado contigo mismo y te dolerá caerte, como duelen todas las caídas. Pero todos los dolores pasan (ya sabes lo que dicen: “no hay mal que 100 años dure ni cuerpo que lo aguante”) y al final sólo debes quedar tú, tu orgullo por haberla cagado y tus ganas de seguir intentándolo una y otra vez más.

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