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La calidad de los deportistas españoles se sitúa muy por encima del nivel del país

Publicado el 27 enero 2013 por Aposilio @aposilio

El Mundial de balonmano y el Europeo del patinador Javier Fernández devuelven al deporte español a lo más alto, en contraste con la profunda crisis económica y moral que vive esta sociedad


La calidad de los deportistas españoles se sitúa muy por encima del  nivel del país

Fuente: alberto estevez / efe

La selección española de balonmano se volvió a proclamar brillantemente, por segunda vez en su historia, campeona del Mundo. Un día antes, y por primera vez en la andadura de este país, un patinador artístico español, Javier Fernández, alcanzaba el título Europeo de la especialidad sobre hielo. Son dos nuevos éxitos que sumar a la ya prolongada y productiva historia del deporte español, que en la última década se codea con los mejores del mundo, sino es el número uno. Y lo grandioso de estas victorias es que se producen cuando la sociedad a la que representan se encuentra sumida en una profunda crisis económica y social, además de anímica y moral.
La actuación de estos atletas españoles culmina un trabajo bien hecho desde el inicio. Ninguno de estos dos títulos, ni casi ninguno de los logrados últimamente, son fruto de la inspiración individual ni de la diosa Fortuna. La realidad es que obedecen fundamentalmente al esfuerzo y el trabajo planificado con minuciosidad de un grupo, en el caso del balonmano, y de un joven madrileño, en el del patinador, junto a la calidad y talento de los mimbres de cada uno de sus integrantes. Y si el deporte español es capaz de protagonizar estas celebridades y disfruta del poderío suficiente como para tocar la gloria con la asiduidad que lo hace, habría que preguntarse por qué el país al que representan es incapaz de acercarse a su inmejorable rendimiento.

La calidad de los deportistas españoles se sitúa muy por encima del  nivel del país

Fuente: estrelladigital.es

¿Qué tienen los deportistas españoles que no tienen los políticos, los empresarios, los periodistas...? ¿Qué los hace brillantes, trabajadores, esforzados, exitosos...? ¿Por qué disfrutan de la facultad de ser los mejores del orbe mientras que la sociedad en la que viven se hunde sin capacidad de reacción en la miseria económica y espiritual? Seguramente la respuestas a estas preguntas necesitarían de concienzudos estudios y brillantes tesinas. Pero si algo queda claro con estos triunfos es el abismo que existe entre ellos y el resto del país, porque mientras España crecía económicamente durante los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI, el deporte español se diplomaba en un montón de especialidades, como fútbol, baloncesto, balonmano, motociclismo, fórmula 1, trial, waterplo, hockey patines, hockey hierba, gimnasia... Pero lograr estos título cuando el país bate récords de paro, corrupción, recortes sociales, miseria y pobreza, y, sobre todo, cuando miles de españoles tienen que dejar su tierra para encontrar un futuro prometedor en el extranjero, el mérito es mucho mayor.
Porque el balonmano español vivió ayer un día glorioso. No sólo se proclamó Campeón del Mundo, sino que lo hizo de una manera brillante, dando una auténtica lección de calidad, entrega y convencimiento, de tener claras sus armas y ejecutarlas de manera implacable. Con un juego abrumador, dejó sentenciada la final prácticamente en el descanso, acabando con la moral de uno de los rivales más fuertes del momento, una Dinamarca que es actual campeona de Europa y que ha sido tres veces finalista del Mundial. Para ello, los responsables de este deporte eligieron un seguro de vida, como es el seleccionador Valero Ribera, para que formara un equipo de los de verdad, en el que todos aportan y sufren por bien del conjunto, en el que se mezcla la juventud y la experiencia, pero en el que también sobresale el talento y la raza. Y para mayor esplendor, España lo logró en el Palau San Jordi de Barcelona, haciendo más por la unidad de este Estado que cualquier media política.

La calidad de los deportistas españoles se sitúa muy por encima del  nivel del país

Fuente: wikipedia.org

Y frente a este éxito de equipo, otro mucho menos sonado y publicitado, pero posiblemente tanto o más meritorio, fue el de Javier Fernández en Zagreb (Croacia), donde con solo 21 primaveras ha dado a España el primer título de Europa de patinaje artístico, una especialidad poco seguida y que forma parte de esos deportes de invierno que tan pocas alegrías dan a este país. Pero el ejemplo de este joven también evidencia el valor de los deportistas hispanos, puesto que como aquí no tenía ninguna posibilidad de alcanzar la cumbre de este deporte, no dudo en dejar a su familia y exiliarse a Canadá para entrenar con profesionales del ramo que le enseñaran los secretos de esta actividad deportiva. Y ¡caray! si lo ha conseguido. Sin tradición ni genes afines, ha tirado de talento, trabajo y esfuerzo para hacer historia en España y demostrar que cuando los ciudadanos de este país se lo proponen, son capaces de conseguir lo que se proponen. Y ahora se dibuja otro reto y va a por el Mundial.
Y ante tantos ejemplos de buenhacer, que se suman a los ya tradicionales de Nadal, Ferrer, Alonso, Gasol, Iniesta, Casillas, Contador, Lorenzo, Pedrosa, Mireia Belmonte y muchos más, los políticos españoles no aprenden nada. Eso sí, a todas las autoridades les gusta subirse al carro de sus triunfos y les invitan a sus sedes gubernamentales para hacerse la foto con el correspondiente trofeo. Pero cuando se trata de absorber sus cualidades, como pueden ser su esfuerzo, su entrega, su planificación, y de imitar su comportamiento, entonces se oye el manido: "No hay que mezclar deporte y política". Pues no señores. Hay que mezclarlos para que queda más patente su incapacidad para poner remedio a las penurias que está viviendo este país. Si solo fueran capaces de imitar su esfuerzo y entrega, porque el talento ya sabemos que no lo poseen, no habría duda de que nos iría muchísimo mejor. ¡Qué lástima! Nos se merecen tan distinguidos representantes.   

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