Revista Opinión

La calle y algo más

Publicado el 31 enero 2014 por Purasvitae @PurasVitae
La calle y algo más

Estamos en un país que todos los días se levanta tras un hangover, como que después de cada dormida un huracán de hechos, situaciones y emociones nos vuelve a cambiar el mapa de los sentidos. La sensación de inseguridad la estamos viviendo en primera persona, y es cualquier cosa menos sensación, además está teniendo mayor resonancia desde que se está repitiendo con más frecuencia la perdida de personas que tienen resonancia en la sociedad. Como el que piensa que ahora que también lo sufren los famosos entonces tenemos aun más chance de sufrirlo cada uno de nosotros mortales cualquiera.

Estamos buscando como hacer dinero para subsistir, vivir, ahorrar o enriquecernos según aplique y cada medida del gobierno, con toques ilícitos que se hicieron costumbre, la aprovechamos frente en alto porque los venezolanos somos aquella nacionalidad que tiene más derechos en el mundo. Vamos que se pueden volar un canal de televisión y que el que lloró más en la despedida es el nuevo presidente de lo que queda del canal que sustituyó al otro, cosas de los derechos ganados.
La realidad de Venezuela se sostiene sobre el andamiaje de la corrupción y que este gobierno haya legalizado la corrupción nos parece normal, como una puntada del ratón que vivimos diariamente. El guiso es nuestro alimento diario, si nos premia silenciamos pero si nos afecta nos indignamos, es la sazón que tenga. Que bolas que una camioneta cero kilómetro valga un millón y medio de los fuertes y de paso no se consigue, pero no, tengo un contacto que te lo resuelve si le aflojas doscientos mangos. Si es para vos, callamos, si es para otro, ándate a la…

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La lucha, la bendita calle de la que tanto se vanagloria algunos – y que estoy de acuerdo – empieza por el día a día de nosotros. Por el día a día del que hacemos actos que por ser venezolanos no nos resultan ilícitos, que si estuviéramos en el mentado imperio o en la madre de los imperios actuaríamos con la legalidad y normalidad propio del que esta cagao porque lo metan en cana.

Si los venezolanos nos proponemos a luchar en contra de la corrupción, mas allá de quien este en el gobierno, estaremos en la disposición de cambiar esta caída libre que nos empieza a dar vértigo. Porque salimos del actual, se monta el de los ojos claro o se monta el de Miranda o se monta Leopoldo o quien sea pero tenemos que trabajar sobre el andamiaje, los lideres solo certifican la validez de las base de su pueblo, de su nación.

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La persona del país es difícil describirla, porque siempre relacionamos a Venezuela con una cada vez menor “mayoría” oficialista o con las mitades que logró dividir el gigante o con una mayoría de las personas que les importa un carajo el país y que le va asacar provecho a lo que sea, así sea asesinando a alguien. Más allá del ratón, más allá de los muertos, más allá de las rajadas, mas allá de un futuro cercano a un triste final, Venezuela es un país que llora. Lo hace porque nos guiamos de la inútil viveza que nos facilita el abuso como forma de actuar y reaccionar, porque no hay valor que predomine la rutina del venezolano, porque la paz es tan aburrida que nos hemos acostumbrado a vivir en estado de sitio. Es el precio que tenemos que pagar para que el guiso siga siendo nuestros tres golpes diarios.
Venezuela es un país que llora, porque en su ratón lo que alcanza a recordar es engaño por ilusión, miseria como cadena y un sinnúmero de perdidas y tragedias que nos resulta mas cómodo olvidar. La pelea en la calle empieza en nuestra acera, en los metros donde podamos demostrar a los demás y a nosotros, que ser mejores personas es el camino para que tengamos un mejor país. Después vendrán palos y piedras y la lucha que haga falta por recuperar el país de aquellos que la convirtieron en su caja chica, los que gobiernan y los que los cuidan, ustedes saben: Oficialistas, socios, algunos opositores y evidentemente militares. En algún momento tocará gritar como en las gradas españolas: ¡A por ellos!

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