Revista Espiritualidad

La cara de la compasión

Por Chocobuda

avalokiteshvara

El ser humano siempre ha utilizado símbolos para relacionarse con conceptos abstractos que son difíciles de entender a nivel consciente. En casi todos los sistemas filosóficos de la historia podemos encontrar imágenes que nos provocan sentimientos o nos ayudan a ser mejores personas.

El budismo tiene símbolos maravillosos que recuerdan el propósito de nuestra práctica y nos traen de regreso a casa cuando el ego nos aleja del camino.  Recordar que la compasión es uno de los pilares de las enseñanzas del Buda, nunca está de más.

Hoy quiero hablar de la cara de la compasión. Es la bodhisattva que siempre aparece en nosotros cuando ayudamos a los demás, dejando el YO de lado y enfocándonos en sacar adelante a los seres que nos redean.

Avalokiteshvara es la personificación de la Compasión perfecta. Tiene otros nombres como Guanyin, Kuan Yin, Kannon, Kanzeon, Guanzizai o Chenrézik. No importa la cultura asiática que estudiemos, la Compasión es primordial para todos, y por buenas razones.

Guanyin no tiene sexo o raza. A veces es hombre, en ocasiones es mujer o ave pequeña.

Algunas leyendas cuentan que cuando estaba en vida, Guanyin consagró su vida al servicio por los demás y dijo que si algún día se cansara de ayudar a los seres vivos, su cuerpo se rompería en mil pedazos. Ese era el nivel de compasión que sentía por los demás y marcaba su práctica diligente y amorosa.

Un día mientras ayudaba a otros seres a subir de plano existencial, Kuanyin pensó que había terminado de vaciar el samsara. Creyó que su misión había sido completada, pero miró hacia la tierra y su corazón se rompió al entender que aun faltaban millones de seres por ayudar.

Por la desilusión su cuerpo se rompió en mil pedazos, pero no se rindió y continuó su labor. Usó su consciencia para pedir ayuda a los budas. Amitabbha Buda escuchó y llegó para ayudar, para ser su maestro.

Amitabbha le otorgó un nuevo cuerpo con mil brazos y cada mano un nuevo ojo para poder ver todo el sufrimiento. Con el tiempo, también desarrolló 11 caras para poder estar presente en todas partes. Kannon juró seguir su trabajo de ayudar a todos los seres vivos en todos los tiempos, en todos los mundos.

La compasión de Avalokiteshvara es infinita, pero sus poderes no lo son. Necesita de cada uno de nosotros para cumplir su misión y cubrir su promesa.

Ella es la madre absoluta que nos recuerda que la ternura, el servicio y la gentileza son las fuerzas detrás de la benevolencia; que es lo que hace girar el universo.

Nos recuerda que el camino a la felicidad no es comprarlo todo o atesorar bienes. La felicidad se forja cuando nos salimos de nuestro ego y ponemos manos a la obra para ayudar, para dar. Dar hasta que duela, dice mi maestro. Sólo tenemos dos manos, pero Guanyin habla con ellas y a través de nosotros.

En mi práctica personal me queda claro que jamás podré terminar con el dolor del mundo. Pero Guanyin me inspira a seguir, me cuenta historias y me levanta cuando pierdo el camino. Me hace entender que el universo nunca ha estado dividido y que todos necesitamos de todos.

Buda es Guanyin es Avalokiteshvara es Kannon es Silencio es Todo Lo Que Es. Eres tú y yo juntos en una danza que se llama interdependencia y que debemos bailar lento, juntos. Como uno.

Cuando sientas que pierdes la fuerza, éste mantra ayuda mucho a caminar de nuevo: Namo Guanyin Pusa.


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