En este blog varias veces me he referido en términos catastróficos a la gestión y administración públicas en España, pero en ocasiones, en demasiadas ocasiones, uno se queda sin palabras para definir el inmenso y monumental tamaño de dicha catástrofe, y hoy me refiero no a una sino a dos de tales ocasiones.
Adjunto dos artículos, el primero es de Pilar Rahola publicado en La Vanguardia y del segundo desconozco autor y donde fue publicado porque lo copié de Facebook tal como estaba, pero he investigado el contenido en Internet y se han confirmado los detalles, aunque, por lo que yo se ningún medio español ha tratado el tema central del artículo con el mismo nivel de detalle por razones que veréis en cuanto lo leías.
El artículo de Rahola se refiere a una inmensa barbaridad de la anterior Fiscal General María José Segarra, que cuando la Fiscalía estaba bajo su mandato emitió una circular en la que se manifestaba: “una agresión a una persona de ideología nazi o la incitación al odio hacia tal colectivo puede ser incluida en el delito de odio”, lo que provocó, aparte la reacción en contra y denuncia de asociaciones de juristas y de varios e importantes juristas como el catedrático Joan Queralt una carta del Centro Simón Wiesenthal exigiendo explicaciones y la retirada de dicha circular, calificándola como “es una broma enferma, una bofetada a todos los supervivientes del Holocausto”. Lo grave del asunto es que dicha carta no ha merecido hasta hoy la más mínima respuesta.
La fiscalía dirigida por esa misma señora archivó todas las demandas por catalanofobia que se le presentaron y fue la que supervisó el montón de mentiras y falsedades que los fiscales presentaron en el juicio al procés, que el juez Marchena del Tribunal Supremo se encargó de evitar que se contrarrestasen con las muchas y contundentes pruebas de su falsedad. Es decir, el Estado español, con o sin Franco, protege a los nazis y al nazismo, como ha hecho siempre desde la II Guerra Mundial y ataca con todo lo que puede a Catalunya. Franco murió, pero el franquismo sigue muy vivo y goza de buena salud.
El segundo artículo es todavía peor, y se refiere al fin de la colonia española del Sahara Occidental y su anexión por la fuerza por Marruecos con el apoyo de los norteamericanos y la traición de Juan Carlos I, recién coronado rey.
Partiendo de la desclasificación de los documentos de la CIA referidos al conflicto del Sahara Occidental de 1975 el artículo relata cronológicamente el plan norteamericano para que Marruecos se anexionase el Sahara Occidental, incluido el acuerdo secreto entre Henry Kissinger y el recién coronado rey Juan Carlos I para facilitar la anexión a cambio del apoyo norteamericano a su recién estrenado reinado.
Por si alguien no lo recuerda Henry Kissinger fue Secretario de Estado norteamericano en los años setenta, que muy probablemente es el político que a nivel internacional ha estado involucrado en más guerras, golpes de Estado, revoluciones y conflictos locales, y a pesar de ello en 1973 se le concedió el premio Nobel de la Paz, fecha que coincide con mi mala opinión sobre los premios Nobel y similares, aunque no estaba solo en mi opinión negativa porque Gore Vidal, escritor y periodista norteamericano que optó al Nobel de literatura, retiró su candidatura después de definir a Kissinger como el mayor criminal de guerra que anda suelto por el mundo.
No doy más detalles del artículo porque solo de explicarlo se me revuelve el estómago, pero el texto me ha dado que pensar, porque si algo está claro es que Juan Carlos Borbon tenía una verdadera obsesión enfermiza con su futuro reinado, y he recordado que en 1956 Juan Carlos mató de un disparo supuestamente accidental a su hermano Alfonso mientras jugaban con una pistola que creían descargada, y también recuerdo que hace años leí que los que discutían el supuesto accidente argumentaron que Juan Carlos ya había iniciado su formación militar, y en consecuencia debía estar familiarizado con el manejo de las armas.
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