Revista Cultura y Ocio

La catedral de León y sus vidrieras peregrinas

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci
Recuerdo sus vidrieras. Si hay algo de la catedral de Léon que recuerdo nítidamente son esas vidrieras que alumbraban el paso de los peregrinos y que me marcaban un sendero interior lleno de paz y misticismo.

La catedral de León y sus vidrieras peregrinasUn transitar sordo el de los pasos de personas de cualquier edad siguiendo las luces de colores que se desplomaban desde lo alto. Absortos mirando todos, aunque no fuera el momento más indicado para ello. Día otoñal, nublado y sin el esplendor del sol incidiendo sobre cientos de pequeños cristales brillantes que aligeraran la frialdad de la piedra. Pero, la verdad, no importaba demasiado. Fue un rincón que quedó marcado en la memoria: catedral, peregrinos y sus vidrieras.
La catedral de León y sus vidrieras peregrinas

Una armonía equilibrada entre la majestuosidad de esa piedra que había perdido protagonismo ante pequeños cristales y la verticalidad de sus muros. Una armonía que llegó a España desde Francia a través del Camino de Santiago. Pero una armonía que sufrió mucho a lo largo de los siglos por haberse construido donde hoy la vemos. No fue un camino de rosas el de este templo que ha visto derrumbarse sus muros, bóvedas y hastiales en repetidas ocasiones, además de haber soportado incendios y terremotos.Porque allí donde hubo unas termas romanas, allí se levantó un palacio real. Un edificio propiedad del rey Orduño II que donó después de haber derrotado a los musulmanes para que se construyera una catedral para León. Y allí donde se levantó este templo, el incendio provocado por Almanzor volvió a destruirlo. Y comenzaron de nuevo a edificar otro.La que vemos afrancesada y que nos puede recordar a las catedrales de Reims y Amiens se comenzó a levantar en el siglo XIII. Dos siglos hicieron falta para construirla. No tardarían en aparecer graves problemas en su estructura. Porque aunque nos parezca sorprendente, ningún arquitecto tuvo en cuenta la cimentación sobre las termas romanas que iban filtrando continuamente agua y humedad a una piedra, que dicen, era de muy baja calidad.


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Y aunque los maestros canteros ganaron la partida a la gravedad por la altura de las bóvedas y las dimensiones de la catedral, las piedras de sus muros comenzaron a desplazarse poniendo en peligro toda la estructura. Fue en 1631 cuando se cayó parte de la bóveda central al comenzar a sufrir desperfectos sus pilares que se habían debilitado por los fallos de la cimentación.

Las posteriores reconversiones en un intento por frenar los derrumbes poco efecto consiguieron. Y por si fuera poco, un terremoto en el año 1755 afectó a la catedral, sobre todo, a sus vidrieras. Comenzaron a desprenderse piedras del hastial sur y reforzaron sus contrafuertes. La restauración más importante llegó en el siglo XIX con arquitectos especializados en arquitectura medieval. Un incendio en 1966 producido por un rayo arrasó la techumbre de las naves altas.Dijo Unamuno que a la catedral de León se la podía abarcar con la mirada. Y es cierto. La miramos y sentimos algo bello. Dos torres desiguales coronan el pórtico triple de su fachada principal. Torreones diferentes porque se construyeron en dos épocas distintas. Sus alturas son muy similares: la torre más alta con 68 metros de altura es la llamada del Reloj, la orientada al sur y que tiene la aguja calada. La Torre de las Campanas tiene 65 metros de altura, orientada al norte y con su aguja cerrada.


La catedral de León y sus vidrieras peregrinas

Tres fachadas tiene la catedral de León pero la más hermosa es la principal llamada Virgen Blanca. Una porticada coronada por un gran rosetón. Representando el Juicio Final se encuentra San Miguel pesando las almas y separando las que están salvadas de las condenadas. Las portadas laterales representan escenas de la vida de la Virgen y de la Natividad.


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Y cuando traspasamos el portal se abre un inmenso espacio interior repleto de altas columnas que nos aportan sensación de ligereza e intimismo. Pero es inevitable que nuestra mirada se dirija hacia los colores de esos vidrios de colores blancos, rojos, verdes, azules… que se descomponen flotando a nuestro alrededor.

La catedral de León y sus vidrieras peregrinas

Tres naves nos separan de un transepto con cinco capillas. A nuestro lado las columnas que sostienen arcos apuntados y que marcan la separación de las pequeñas capillas laterales donde hay algunos sepulcros góticos y renacentistas.


La catedral de León y sus vidrieras peregrinas

La catedral de León y sus vidrieras peregrinas

En la nave central nos encontramos con el coro que fue tallado con madera de nogal negro del Bierzo representando escenas de la Biblia. Y a nuestra izquierda flanqueando una puerta legendaria se encuentra el claustro: un patio porticado de estilo plateresco. Las tallas y relieves nos enseñan escenas típicas de la vida diaria.

La catedral de León y sus vidrieras peregrinas

Esta puerta que da paso al claustro, llamada Virgen del Dado, ya tiene su propia leyenda. En realidad, la catedral de León, supone todo un laberinto de simbolismos, misterios y leyendas que están representados por figuras geométricas o esculturas que nos enseñan escenas no religiosas.Simbolismos como el dios Mitra que en la capilla del Carmen representa al dios del Sol del imperio persa. O demonios como Bafomet que se encuentra en la misma capilla de Santiago. Dicen que fue un símbolo templario.O la imagen de la cabeza de un hombre en el pórtico principal rodeado de vegetación y de ramas que salen de su boca y nariz. O la imagen de un alquimista en una de sus vidrieras…Símbolos e imágenes de seres mitológicos que alguna función tendrían para aquellos que los crearon y que siguen proporcionando un ambiente mágico y misterioso.


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Nos encontramos en la puerta de la Virgen del Dado. Un nombre un poco extraño para un espacio dentro de una catedral.Cuenta la leyenda que frente a la Virgen se reunían muchos hombres que se arriesgaban a perder sus pertenencias. Un soldado de Flandes tuvo un mal día y cada vez que apostaba en una nueva jugada, perdía. Muy irritado lanzó los dados dirigiéndolos hacia la imagen de la Virgen. Dieron en la cabeza del Niño y esta comenzó a sangrar. Muy arrepentido, el soldado, terminó dedicando su vida al recogimiento y la oración. Las autoridades eclesiásticas decidieron trasladar la imagen de la Virgen al interior del templo para evitar que volviera a ocurrir un hecho semejante.Desde el interior de la catedral, sobre la Puerta de San Juan cuelga un pellejo de color oscuro. Contaba la leyenda que era la piel de un topo que hizo la vida imposible a los constructores del templo. Y nos viene a la mente los derrumbes que ha sufrido este edificio a lo largo de su historia. Algo que el clamor popular quiso explicar de forma fantástica. Hubo un tiempo en el que, durante la noche, se desplomaba todo lo que se había construido durante el día. Noche tras noche. Y si al principio este hecho se tomó con un poco de humor, según fueron pasando los días, se tornó una grave preocupación porque temían por la totalidad de la estructura.Al parecer, los cimientos se movían durante la noche sin que nadie pudiera averiguar quién estaba interesado en destruirlos. A pesar de la vigilancia nocturna no encontraron al culpable de tan grave fechoría. Cuenta la leyenda que don Manrique, obispo de León, ordenó a varios monjes que establecieran turno de vigilancia durante la noche y el día. Y pasadas varias jornadas alguien pudo ver el hocico y las uñas de un gran topo que escarbaba con fuerza la tierra de los sillares.Pensaron que este animal era la encarnación del diablo que pretendía no se levantara un templo cristiano. Así que, mediante exorcismos y agua bendita derramada sobre una red, lograron cazar al topo y darle muerte. Su piel la conservaron envuelta a la vista de todos los fieles.Misterios mágicos también existen en sus vidrieras. Colocadas estratégicamente consiguieron dar un simbolismo a la luminosidad interior. Las situadas al norte con cristales tintados en tonos más fríos y dedicadas al Antiguo Testamento. Las colocadas al sur con colores muy cálidos y representando motivos geométricos, vegetales y escenas del Nuevo Testamento. A través de ellas lograron que el ambiente fuera único en cada momento del día porque la incidencia de la luz cambiaba según la hora y la climatología. Algunas de las vidrieras más luminosas eran las que diseñaron con nitrato de plata, uno de los símbolos de la alquimia.


La catedral de León y sus vidrieras peregrinas

Vidrieras formadas por infinidad de pequeños trozos de cristal tintado como si de un mosaico se tratara, transparentes y unidos por tiras de plomo. Pero quizás, la belleza de la vidriera no estaba en la imagen que representaba sino en el efecto que conseguía dejando traspasar la luz para convertirla en diferentes haces de colores.Las más altas representan las escenas bíblicas del cielo. En los ventanales medios vemos escudos nobiliarios y eclesiásticos; imágenes vegetales y fantásticas y escenas de la vida cotidiana. Las vidrieras sustituyeron a los muros ciegos del románico. Protegían de la lluvia y el viento a la vez que alumbraban el interior de la catedral. Un ambiente evocador y cálido para facilitar el recogimiento y la predisposición del fiel. Vidrieras peregrinas con esencia francesa de la catedral de Reims.


La catedral de León y sus vidrieras peregrinas

Vidrieras peregrinas en forma de acuarelas en un ir y venir clandestino de un pintor durante la Guerra Civil. Una persona enamorada de la catedral de León y que, por miedo a que fueran destruidas, se dedicó muchas tardes a copiarlas. Con la complicidad del campanero, Jesús Fernández Espino, se escondió en el coro para pintar cada vidriera con tan solo una pequeña caja de acuarelas.Y miramos los colores difuminados una y otra vez... ¿y qué sentimos? Seguiremos por tierras de Castilla y León recorriendo el Camino de Santiago...


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