Revista España

La Cava de San Miguel

Por Manugme81 @SecretosdeMadri

"Pintoresca". Esa sería sin lugar a dudas la definición que creo mejor se le ajusta a la Cava de San Miguel, una callecita del mismo centro de Madrid que, a pesar del enorme movimiento turista que la envuelve, hecho inevitable dada su ubicación a espaldas de la Plaza Mayor, ha sabido conservar su apego histórico, su carácter juicioso. En este secreto, vamos a pasearla con delicadeza, sacando a la luz los aspectos que la hacen tan fácil de querer.

Al contrario de lo que sucede con muchas vías del callejero de la capital, que tienen un tamaño considerable pero en pocas ocasiones recordamos sus nombres, la Cava de San Miguel es sabida por casi todos, a pesar de no sobrepasar por mucho los cien metros de longitud. Quizás sea por los numerosos mesones que alegran sus días, por su estratégica localización, por sus bonitas formas. El caso es que ésta es una de esas calles que no se olvidan. Animada, bonita y con historia. Lo tiene todo para llevarla siempre consigo.

Ya de primeras nos llama la atención su nombre. Por aquello de ser "Cava" y no "Calle", pero ¿Esto a qué se debe? La respuesta la tenemos en ese Madrid amurallado del que tantas veces os he hablado y que nunca, por mucho que lo imaginemos, seremos capaces de asimilar del todo. Resulta que por el trazado donde hoy transcurre esta callejuela, pasaba el foso defensivo que en el siglo XI protegía a Madrid de los posibles ataques enemigos. Un foso que o "cava" que siglos más tarde, hacia 1567, se convertiría en calle rellenándolo con toneladas de tierra. La capitalidad había llegado poco antes a la ciudad y había que derribar esos muros para que la nueva capital de España fuese absorbiendo los diferentes arrabales, ganando población, tamaño y sobre todo , habitabilidad.

Ahora que ya sabemos por qué se le dice "Cava", toca desvelar la segunda incógnita de la ecuación, ¿Por qué de San Miguel? La verdad es que aquí cerca estuvo la Iglesia de San Miguel de Octoes, templo que mandó derribar José Bonaparte en 1819 y en cuyos terrenos se levantó más tarde el famosisímo Mercado de San Miguel. Era esta ausente iglesia la que bautizó la calle como Cava de San Miguel.

Casi siempre que paso por aquí me resulta imposible no fotografiar esta colorida calle, con esa marcada curva en las fachadas de sus números pares. Como os desvelé en otro secreto, esto es así para que la base de los edificios sea más ancha y de este modo sirvan de muros de contención para soportar el peso de la vecina Plaza Mayor. Argucias arquitectónicas a parte, la Cava de San Miguel resulta enormemente acogedora y simpática. Con esas paredes de ladrillo visto, con esos locales como el Mesón del Champiñón o el Mesón de la Tortilla que rozan los cañí e incluso lo hortera , pero le dotan de cierto aroma amable.

La Cava de San Miguel incluso ha tenido sus campos literarios pues en ella suceden varias acciones, concretamente en su número 11, de la obra Fortunata y Jacinto, de Benito Pérez Galdós. Estamos ante una de esas calles de Madrid que nos incitan a caminarla despacio, a contagiarnos de su pasado. Háganlo, me lo agradecerán.

La Cava de San Miguel

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