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LA CINTA BLANCA - ¡Deja de hurgar en mí, maldito!

Publicado el 17 enero 2010 por Loscriticones
¿Cómo empieza una revolución, en este caso en el séptimo arte? ¿Comenzará con una película a color con un argumento clásico de un héroe que persigue un objetivo mítico? ¿O quizá con un filme en blanco y negro donde hay luminosos campos de trigo y tenebrosas habitaciones iluminadas tan sólo por un quinqué y bosques en los que lo único que se distinguen son las antorchas y parte de los rostros de quien las sujeta mientras el resto de la pantalla es oscuridad? ¿O será un argumento en el que el protagonista (¿y si no hay un solo protagonista?) no tiene un objetivo, una meta que cumplir? ¿O será una película sin música (quizá ni siquiera te hayas enterado)?
¿Necesita una película que se supone una nueva revolución en el cine anunciarse como tal?
No esperes que La cinta blanca resuelva el misterio como si fuera un episodio de CSI. O, en todo caso, no esperes que eso sea lo importante. Lo que le importa a Haneke es saber por qué se ha cometido, no quién lo ha hecho. Y esa pregunta no se resuelve con una más o menos truculenta trama bien construida y mejor contada. Se necesita algo más. Se necesita hurgar en el alma humana. En las miserias sobre todo. Sin olvidar dónde y cuándo viven los personajes, su contexto histórico-social. Casi nada (¿a quién me recuerda esta última frase?).
Supongo que ahí está la clave de por qué el cine de este maldito alemán siempre te deja (en mayor o menor grado) una cierta sensación de desasosiego, de malestar: porque ha hurgado en tu alma, te ha manipulado para que sientas esa basurita que tienes ahí, dentro de ti. Y a nadie le gusta que le hurguen dentro.
A veces, impacta más lo que no se ve que lo que no se ve. A veces, aguantar las lágrimas puede ser lo más revelador y angustioso. A veces, una película no tiene que resolver el misterio que propone. Pero, cuidado, no todos saben usar esos códigos. Sólo los grandes maestros.
FRANK

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