La ciudad poco después

Sinopsis:
Nadie duda que Pat Murphy es una escritora extraordinariamente dotada. Su libro THE FALLING WOMAN, recibió el Nebula. Sus relatos breves también han obtenido premios, entre ellos el Nebula y el premio Memorial Theodore Sturgeon.Pero incluso tras estos éxitos, La ciudad poco después es un logro notable. Es una historia de amor, de renovación y de revolución, en un entorno postapocalíptico, y representa la obra más sorprendente de cuantas lleva escritas la autora.Hace media generación una epidemia recorrió la Tierra y sólo perdonó a una persona de cada mil. Ahora San Francisco en un lugar extraño, encantado, donde supervivientes deambulan como fantasmas y que de una extraña manera casi tiene vida propia. Pero, a pesar de la desolación, la ciudad se está recuperando. Hasta que unos hombres armados pretenden conquistarla, y sus habitantes indefensos al parecer deben defenderse como puedan.

Reseña:
Este libro que ahora tengo entre las manos ha despertado mi imaginación. Es un libro postapocalíptico, sí, pero no cae en demasiados clichés. Empieza un poco como todos, con una chica asilvestrada, sin nombre y su madre. Ellas viven de la tierra en un lugar apartado cercano a San Francisco. Este no es un libro que entre en demasiados detalles, tampoco es muy descriptivo, pero eso no le resta ningún valor, lo hace más sencillo y rápido de leer.
No os hago ningún spoiler si os cuento que en determinado momento, la chica se va a la ciudad de San Francisco. Hasta aquí el libro está bien, a partir de aquí desvela toda su ingeniosidad y la imaginación de la autora. En primer lugar, por la manera de ponerle nombre a la protagonista, Jax. Este nombre se lo pone la ciudad, aunque no os voy a desvelar como.
En esta novela, una ciudad en ruinas, que debería ser un lugar sucio, terrorífico y un nido de ratas, se convierte en un lugar mágico. Además de literalmente, con alguna que otra visión extraña que yo personalmente no llegue a comprender, la ciudad es mágica por quienes la habitan, los artistas. En la ciudad viven única y exclusivamente artistas. Escultores, pintores, músicos, bailarines… y todos dejan su impronta en la ciudad en forma de obras de arte: Un arpa eólica, pinturas murales sobre los edificios, un laberinto de espejos… Los artistas de esta ciudad tienen ante todo creatividad, pero hay dos personajes, aparte de la chica, que realzan la historia. Uno de ellos es la Máquina. Es un chico superdotado que se cree que es un robot construido por sus padres, y digo se cree porque es lo que el opina, porque en ningún momento del libro nadie lo desmiente. Este chico se dedica a construir máquinas autónomas, a las que llama sus niñas, para que vaguen por la ciudad. Es su arte. El otro personaje es Danny-boy. Es el alma mater de la ciudad. Se enamora perdidamente de la chica protagonista y es el único que consigue aunar a todos los artistas para acometer grandes proyectos. El primero de ellos, es pintar el Golden Gate de azul. Lo peor es que lo consiguen. El segundo, organizar una defensa para la ciudad. Porque este es el nudo del libro, cerca de donde vive Jax hay un general, cuatroestrellas, que quiere invadir la ciudad. Este es el motivo que impulsa a Jax a ir a la ciudad, a avisar a los artistas por orden de su madre.
Lo cierto es que la invasión se retrasa hasta el punto de que parece que no va a ocurrir nunca, pero al final ocurre. Cuatroestrellas invade la ciudad y los artistas se preparan para defenderla. Le declaran al gran militar una guerra no violenta, que este no sabe manejar. Para mi fue la mejor parte del libro. A cada página, los artistas encuentran formas más imaginativas y divertidas de hacerle la vida imposible a los soldados. Les bombardean con todo lo que tienen, desde avispas a colonia barata. Les tienden emboscadas de lo más divertidas, y es en este punto del libro que se plantea el dilema moral de la guerra. Se invoca a Ghandi y al budismo. Al fin y al cabo, son artistas.
En definitiva, este es un libro extraño, divertido, pero tremendamente imaginativo. Un libro que deja un buen sabor de boca, sin duda.
Orson López