Revista Cine

La clase (Entre les murs; Francia, 2008)

Publicado el 16 enero 2012 por Manuelmarquez
La clase (Entre les murs; Francia, 2008)SINOPSIS ARGUMENTAL.- François Marin es profesor de Lengua en un instituto de enseñanza media de la periferia de París, y, como tutor, tiene a su cargo a un grupo de alumnos con edades comprendidas entre los 13 y los 15 años: una edad difícil, en la que los anhelos individuales y colectivos aún está en fase de definición, y en los que la influencia de una situación social y económica complicada se deja sentir en actitudes y comportamientos. A lo largo de un curso académico completo, seremos testigos de los avatares cotidianos de este particular grupo humano, con atención no solo a las cuestiones académicas, a la actividad que se desarrolla en el aula, sino también, y muy especialmente, a los episodios más relevantes de la vida personal y el recorrido emocional de los protagonistas.
EN UN PÁRRAFO….- En la estela de un cine francés reciente centrado en el mundo de la educación (inevitable pensar en títulos como los celebradísimos ‘Hoy empieza todo’, de Tavernier —1999—, o ‘Ser y tener’, de Philibert —2002—), Laurent Cantet, desde su forma de hacer cine, poderosa a la par que sensible, nos ofrece un acercamiento —cuyas formas se mueven muy próximas al terreno del documental— a un microcosmos escolar que, desde su particularidad (lejos están los personajes de resultar arquetipos, pese a su representatividad de todo un arco generacional), deviene en exponente de todo un tiempo y una sociedad sometidos a los embates del cambio y la incertidumbre. Una cámara neutral y atenta, pero que no por ello pierde ternura y sensibilidad (sin merma de la contundencia, cuando es necesaria) a la hora de abordar un retrato que fascina desde la sencillez (y que los que, de alguna manera, mantenemos contacto con el ámbito educativo, podemos captar en su verismo aún con mayor fuerza). Su Palma de Oro de Cannes no fue un regalo caprichoso, no…
EN SU HABER.- 1, la tremenda naturalidad con que se desenvuelven los intérpretes, tanto los adultos (padres y, con mayor protagonismo, profesores)  como los preadolescentes que encarnan a los alumnos, todos ellos no profesionales, pero magníficamente ‘trabajados’ con el fin de evitar envaramientos y sobreactuaciones; es ahí donde radica la clave desde la que consiguen cautivar al espectador sin necesidad de alharaca formal alguna; 2, aun contando con elementos propicios para ello (la configuración y ubicación del grupo humano protagonista: coralidad —en el sentido más propio de la palabra— y multiculturalidad en grado sumo…), Cantet huye, cual alma cándida del diablo, de cebarse en dramas de marginalidad o radicalismo, que le podrían haber facilitado la labor de ‘enganche emocional’ respecto al público, que va viéndose enredado en la trama en una progresión de suavidad exquisita, carente de condenas o absoluciones morales (que no de juicios); y 3, la creación que de monsieur Marin hace François Bègaudeau, un profesor paciente, dialogante y creyente (y practicante…) de la participación como una religión sin fisuras, que, lejos de pretender una Arcadia imposible, transmite con una credibilidad impresionante (hasta hacérnoslo creer sin mayores problemas) su convicción de que solo desde una combinación equilibrada de respeto y firmeza, se pueden lograr resultados educativos positivos.
EN SU DEBE.- [AVISO PARA NAVEGANTES: lo que viene a continuación desvela un elemento sustancial de la trama] Pocas objeciones cabe hacer a un film de tal redondez, pero, si acaso, cabría hacer mención a lo excesivamente previsible que resulta el que sea el personaje de Suleiman el elegido para protagonizar un episodio disciplinario destinado a convertirse en exponente concreto de ese aspecto tan controvertido del ámbito escolar. Bien es cierto que la evolución del personaje le otorgaba todas las papeletas, pero, sin necesidad de truculencias, el guión podía haber optado por otro personaje menos esperable (y que, en su tratamiento, hubiera dado pie a consideraciones más abiertas —aun dándolas éste también—).
UNA SECUENCIA.- Tras conocer que las dos delegadas de clase, Esmeralda y Lucie, han denunciado a la dirección el episodio en que él las menospreció en clase (comparándolas con unas ‘fulanas’), François se siente traicionado (entiende que ese asunto, como cualquier otro, habría que haberlo tratado antes en la clase) y se dirige hacia el patio para encararse con ellas y afearles su conducta; inmediatamente, toda la clase se agolpa alrededor de los implicados, entablándose un debate tenso (e intenso) entre el profesor y los alumnos, que se cierra sin vencedores ni vencidos. Se trata de una secuencia que representa a la perfección tanto el tono de la película como uno de sus grandes mensajes de fondo (el de la apuesta por el diálogo como clave para la superación de conflictos).
CALIFICACIÓN (s/. 10).- 8.-

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