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La clave

Publicado el 21 diciembre 2014 por Claudia_paperblog

Si pudieses tomarte una pastilla que te diese un poder específico, ¿cuál sería ese poder? Tras arrugar la nariz y fruncir un poco el ceño, contesté sin dudarlo: Leer la mente. Increíble. Uno de esos poderes que siempre he querido tener por muchas otras opciones que existan, como volverte invisible, volar, rayos láser, transformarte en lo que quieras, hablar con los animales, parar el tiempo, respirar bajo el agua…

Pero es que he soñado siempre con leer la mente, incluso recuerdo que cuando iba al instituto escribí un relato sobre una chica que podía leer la mente. Ella nunca le había querido leer la mente al chico que le gustaba porque sabía que entonces jugaría con ventaja; además, quería que la historia con él fuese mágica y espontánea. Pero, como era de esperar, le acaba leyendo la mente y se entera de que el chico siente lo mismo por ella. Como también era de esperar, la historia acaba de una manera dramática; es que lo que escribo nunca me acaba de convencer si el final es feliz.

Sin embargo, una amiga, la única persona a la que he confiado este pequeño rincón donde escribo, me abrió los ojos y, a pesar de lo cabezota que suelo ser, me convenció al momento con sus argumentos.

—Piensa que no siempre es bueno saber todo lo que la gente piensa de ti. Pasan muchas cosas por nuestra cabeza, y no todas son buenas. Piensa que podrías escuchar muchas cosas que no te gustasen.

Y tiene razón. Tu mente es tuya y solamente tuya, es tu zona privada donde puedes construir las historias que quieras, inventar cosas nuevas y soñar con un futuro o un pasado como a ti te gustaría que fuesen. Pero también pasan muchas otras ideas por tu cabeza, ideas que podrían herir los sentimientos de personas a las que quieres. Por lo tanto, descarté la idea de leer mentes. ¿Entonces qué? Si ya no me convence ese poder, ¿qué elegir?

La tele transportación. Esa es la clave. Con mis ansias de viajar, de ver mundo, de aprovechar al máximo los minutos, las horas, los días, con mi hambre de ver, probar, sentir, de verano, de felicidad, de alegría y de cambio. Que quiero ir a la universidad sin tener que madrugar, tele transportación. Que quiero ir a comer a Marruecos, tele transportación. Que necesito hacer papeleo en Barcelona, tele transportación. Que me apetece ir a un sitio cálido, donde ahora sea verano y no triste invierno, tele transportación. Que me apetece colarme en esa mansión que veo cada día desde el tren, que quiero estar en su casa ahora mismo, arropada en su sofá, que me apetece visitar a mi amiga de la República Checa, que deseo volver a estar en Inglaterra, que necesito perderme en Australia, tele transportación. La clave.

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Además, soy una impuntual, de modo que esta facultad no me vendría nada mal, dejaría de ser a la que todo el mundo espera, la última en llegar, la tardona, la despistada, la que siempre tiene una excusa para llegar mínimo diez minutos tarde. Y, lo siento pero en algún sitio tenía que dejar constancia de esto: Suelo inventarme las excusas por las que llego tarde. En realidad no tengo excusa, simplemente me he despistado haciendo cualquier tontería y se me ha pasado la hora de salir de casa. Cuando dije que me había dejado las llaves y tuve que volver a por ellas, cuando dije que había perdido el billete de avión y tuve que volverlo a imprimir, cuando comenté que había tenido que escanear unos documentos para mi nuevo trabajo. Todo mentira, pero son mentiras piadosas, no me las tengáis en cuenta.

Y, ya de paso, aprovecho para dejar una canción del grupo que le recomendé a esta amiga, para ver si así la escucha ;)


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