Revista Cultura y Ocio

La Columna Schäfer: En la finca

Publicado el 27 agosto 2014 por Portman918 @ecosdelvinilo
Wincho recuerda estampas más que entrañables de los SM en el entorno familiar de Cayayo Troconis 
La Columna Schäfer: En la finca
[Wincho Schäfer]
Recuerdo una época muy feliz de la banda. Los fines de semana en la finca de los Troconis. Con Pablo, Alberto, Cayayo, Edgar y luego el Pingüino. Cargábamos los equipos en la camioneta de Alberto y el resto de nosotros se iba en el Maverick del Pingüi o con Pablo en su Malibú. Había que tomar la vía a Mariches y luego seguir una carretera que lleva a los Valles del Tuy. La finca estaba por ahí, muy cerca de Mariches. Era fácil pasarse la entrada. Allá nos recibía el señor Andrés, que cuidaba la finca y la protegía de todo mal. Era un lugar muy tranquilo y apenas podía oírse el ruido de algún carro en la carretera. La Columna Schäfer: En la finca

Esos paseos nos servían para escribir canciones y ensayar. Salir de Caracas siempre fue buena terapia. También era un rato para convivir. Cocinar, lavar platos, limpiar y ordenar un poco. Era una casa rústica con una especie de corredor amplio a la entrada que usábamos para instalar el equipo. Amplis de guitarra, bajo, batería y unas cornetas Altec para las voces. Un pequeño trabajo era montar y desmontar ese equipo. Y en ese momento era el mejor trabajo del mundo.  En otras ocasiones, la finca era sitio perfecto para hacer unas fiestas alucinantes. Sin duda, fui el menos rumbero de la banda y aún así, la pasaba bien. Fueron buenos tiempos para nosotros. Esos paseos nos acercaban más a la música y brindaban solidez a la banda. Unos años antes, Cayayo me invitó a la finca con su familia. Estábamos estudiando juntos para un exámen de matemáticas. Yo estaba arrastrando esa materia de primer año y Cayayo me alcanzó. El bachillerato fue un laberinto para mí. En fin.Al llegar a la finca, nos pusimos unas botas militares y fuimos a recorrer el terreno. Mi hermano mayor había estudiado en el liceo militar Monseñor Arias y tomé prestadas sus botas. Cayayo también consiguió unas. En la caminata perdimos el rumbo y decidimos volver por la carretera. Casi enseguida una patrulla se detuvo a interrogarnos. Al ver que no teníamos cédula, nos llevaron a la jefatura en Santa Lucía. Un pueblo a pocos kilómetros. No nos encerraron porque éramos menores de edad. Cayayo tenía unos 14 y yo 15 años. Ahí pasamos varias horas sentados en un banco mientras unos personajes sórdidos nos hacían propuestas obscenas desde un calabozo. La escena era espeluznante. Finalmente, llegó el viejo Humberto a rescatarnos en su Ford LTD azul. El papá de Cayayo era un señor con mucha determinación y en su casa sabía imponer disciplina. A mí lograba intimidarme con su voz. Esa vez nos llamó la atención y nos advirtió de los peligros de esa carretera. Fue sólo un regaño. Nos quedamos en silencio hasta llegar a la finca y nos pusimos a estudiar matemática. A pesar de nuestro encuentro con la policía local, era una placer visitar ese lugar y compartir un rato con los Troconis. Son todos muy especiales. Ciertamente, el viejo Humberto y Flor Troconis plantaron buenas semillas. Diez hermanos maravillosos. 



La Columna Schäfer: En la finca
Ervin 'Wincho' Schäfer
Venezuela • Brasil Bajo / guitarra / voz (Sentimiento Muerto, PAN, Sur Carabela, Famasloop, Atkinson y solista).http://ervinschafer.blogspot.com.br
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