Revista En Femenino

La Crianza con apego – por Jacqueline Murillo

Por Mamikanguro @MamiKanguro

Creo que la crianza con apego es una respuesta a la crianza represiva, adulctocéntrica y patriarcal de la que algunos somos hijos. Hace muchos años, se les decía a las mamás que solo podían darle de comer al bebé cuando llegaba al llanto. Ahora se conoce que hay al menos una decena de signos previos que da el bebé cuando ya tiene hambre.

metodo-canguro1-600x334

El llanto es el momento de desesperación, cuando ya más bien es demasiado tarde. Cuando rastreamos ese tipo de recomendaciones como “hay que sacar a los niños del cuarto” o “a los niños hay que dejarlos dormir” hasta sus orígenes, encontramos que son recomendaciones no fundamentadas en investigacion científica y que se originan en sociedades muy represivas, como lo fue la sociedad alemana de principios del siglo XX. La crianza represiva cree que destacar el error y corregir a golpes es la única manera de enseñar.

La crianza con apego cree en promover la seguridad del niño/a a partir de la confianza de que sus necesidades son atendidas de manera oportuna por las personas que tiene a su alrededor. Un niño que ha recibido todos los brazos que necesita a tiempo, cuando llega a su etapa de independencia no pide brazos, sino que quiere andar caminando todo el tiempo, explorando y descubriendo.

Que pida “compañía” para hacer esto no es malacrianza sino la manera natural en que el ser humano explora el mundo en la infancia, una edad vulnerable.

¿Qué pasaría con un niño que se aventura solo a la selva? Se lo comería el tigre. Así de sencillo. Su instinto de supervivencia le dice que si lo hace en compañía de un adulto, sobrevivirá. La crianza represiva se formula dese las necesidades y comodidades del adulto; por eso la llamo “adultocéntrica”. Interesa más “que la mamá tenga tiempo libre” o “que pueda ir a trabajar”. Pues una mamá puede tener el tiempo libre que ella quiera y también trabajar.

La sociedad patriarcal ha enseñado que ambas cosas no son compatibles. Pero una madre, por amor, sabrá cómo balancear las dos situaciones. Y ya que nuestra sociedad de mujeres liberadas ha cercenado la maternidad del entorno laboral; pues la crianza con apego es una solución para sacar el máximo provecho del tiempo que se tiene con el niño, así sea que tenga que pasar horas de cuido en una guardería o a manos de personas cercanas.

La crianza represiva también es machista. Piensa demasiado en “la vida sexual” porque asocia la vida sexual con un único espacio (la cama) a la hora y conveniencia del marido. Hay hombres de hombres y mujeres de mujeres; no todas las parejas tienen la misma intensidad sexual, eso es claro. Pero la casa también tiene muchos espacios: tiene salas, tiene ese cuarto que se destinará al niño, tiene áreas en donde bien se puede acondicionar para tener un rato romántico. También está la posibilidad de aprovechar los momentos en que el niño está bajo el cuido de otras personas, que se irán incrementando más y más conforme va ganando independencia.

La cama, la noche y el cuarto no son los únicos momentos para el amor. Y el padre que lo entiende, por amor a su familia y a su pareja, dinamizará esa vida sexual sin problemas. Hay también que diferenciar entre “crianza con apego” como toda una filosofía y cada una de sus acciones.

El colecho no es para toda la gente. Hay que tener condiciones, además del espacio adecuado, los padres deben cumplir ciertas características.

La ingesta de alcohol y el colecho no van de la mano, por ejemplo. Y no se trata de estrujarse todos en una cama, sino de crear las condiciones cómodas para todos: una cama más grande, una cuna pegada a la cama… Las mamás que trabajan casi todo el día encuentran que el colecho es una excelente manera de pasar más tiempo con sus hijos y de facilitar la lactancia materna, otras de las acciones que promueve la crianza con apego.

El resto de la crianza con apego, ya lo han dicho las otras mamás: hay que seguir los propios instintos, descifrar qué es más beneficioso para el niño, permitirle un desarrollo a su propio ritmo. La gente a veces dice cosas como que “los niños son manipuladores”.

Un bebé de meses no conoce el concepto de “manipular”: tiene una necesidad y la expresa. Si la necesidad emocional es tener la compañía de la mamá, expresará felicidad si ella está cerca y dolor si ella se aleja; eso no es manipulación.

Esa es la visión de una persona adulta. La manipulación es un acto muy complejo que implica muchas decisiones emocionales de otra clase. No corresponden a la madurez emocional del niño. Así, desde la crianza con apego, no se “juzga” al niño desde la visión adulta, sino desde la propia. Un niño no “hace travesuras”; su propósito no es molestar y desafiar a nadie. Un niño o niña está explorando: quiere conocer, quiere saber, quiere ver la diferencia entre esto y aquello, quiere ver qué pasa cuando esto se abre o se rompe. Si comprendemos esto, las cóleras se vuelven menos y la alegría de ver el logro del niño se hace mayor.

Por eso la crianza con apego rechaza la visión conductista que pretende implantar comportamientos a partir de condicionamientos, sin respetar las necesidades biológicas y neuroquímicas del niño, así como sus necesidades emocionales y mentales.

El método de Estivil, un método conductista para “enseñar a dormir” no está basado en información científica de calidad. Por eso olvida decirles a los padres que el niño que “aprende” a dormirse así no lo hace porque adquirió una capacidad de autorregulación, sino porque su cerebro lo desconectó para evitar daños. No te dice que la cantidad de cortizol que el llanto mete en su sistema tendrá efectos en su salud emocional futura. No te dice que el niño pierde la confianza en los adultos que tiene a su alrededor y descubre que hay algo mal con pedir ayuda. No te dice que le crea condicionamientos negativos que quedarán en las capas más remotas de su inconsciente.

La crianza con apego promueve las experiencias positivas en la temprana infancia como una manera de llegar a adultos más seguros de sí mismos y más independientes.

Por favor, muéstrenme a una persona de 20 años que quiera dormir con su mamá todas las noches. Fuera de Edipo, hablaríamos ahí de un problema patológico. Lo normal es que los niños quieran cada vez más independencia.

A los 20 años, ese chico, si duerme en la cama de los papás, será cuando ellos no están para ver si logra intimidad con su novia. Los ejemplos extremos son un argumento frecuente, pero inefectivo, porque se basan en premisas imposibles. Una enfermera en el hospital me dijo, cuando le hablé del pecho a demanda, que si el bebé quería comer 24 horas, yo lo iba a alimentar 24 horas. Le contesté así: “usted sabe muy bien que ningún bebé necesitará alimentarse las 24 horas”.

Es una regla biológica: alternará alimentación y sueño y cada vez se irá despertando más.

Al mes de nacidos duermen casi todo el día y la noche; al año, caminan por todas partes y andan probando toda la comida que se encuentran. Por lo tanto, atacar la crianza con apego con falacias discursivas no contribuye al debate, sino que lo desvía en argumentos inútiles.

Escrito por Jacqueline Murillo en Just for Mummies


Volver a la Portada de Logo Paperblog