Revista Cultura y Ocio

La cultura latinoamericana durante el periodo 1959-1973/76: la Nueva Canción Chilena

Publicado el 16 julio 2015 por Debarbasyboinas @DeBarbasYBoinas
Chilean singer Victor Jara is seen in this undated file picture. The life and times of Jara, who was killed in the first few days of the dictatorship of Gen Augusto Pinochet which started in September 1973, is set to be reborn. Warner Music is to redistribute his folk songs on a global basis from 2002 and British actress Emma Thompson is working on the script of a film which she hopes to direct about the son of a peasant farmer. Spanish actor-heartthrob Antonio Banderas has reportedly expressed interest in playing the role of Jara.   TO GO WITH FEATURE BC-LIFE-CHILE-JARA                         REUTERS/Victor Jara FoundationUno de los máximos representantes de la Nueva Canción Chilena: Victor Jara.

La reacción estadounidense al terremoto cubano de 1959: las fundaciones filantrópicas y los Latin American Studies

La victoria del movimiento castrista en Cuba en 1959, y su alineación con el bloque comunista, hacen que los Estados Unidos reaccionen ante el peligro que este hecho (el tener una amenaza comunista tan cerca de su territorio) supone para ellos, por lo que cambian sus relaciones políticas en América Latina y tratan de impedir que lo ocurrido en Cuba se reproduzca en algún otro país de Latinoamérica.

Esto se pone de manifiesto cuando, precisamente, en 1959, se crea el Latin American and Caribbean Program (creado por la fundación Ford), que manifiesta el cambio de rumbo en las relaciones políticas de Estados Unidos en esta área geográfica. Esta fecha es simbólica en las relaciones de Estados Unidos con Latinoamérica, según las palabras de Benedetta Calandra:
“Marca un momento crucial de rotura en las relaciones interamericanas, en el crecimiento de la fobia relativa a la propagación del espectro comunista, en la necesidad de conocer y entender a fondo un área del mundo políticamente candente”.

Uno de los ámbitos de actuación es el ámbito cultural, y es en este ámbito donde entran en juego las fundaciones filantrópicas, entre ellas, la fundación Ford, que jugará un papel muy importante en general en América Latina, pero muy especialmente en Chile y Argentina.

Dicha fundación, desde el inicio de este programa latinoamericano, promocionará diversos coloquios y misiones de exploración, que intentan conocer la realidad interna de cada país, y que con el paso del tiempo, acaban por motivar la creación de sedes de esta fundación en distintos países latinoamericanos durante la década de los 60.

En ese proceso de reconocimiento interno de los países, se elaboran unos informes, en los cuales se evalúa la situación política, económica y social de dichos países, con el fin de descartar o no posibles focos de incipiente comunismo en dichos países, su mayor o menor estabilidad en todos los niveles, y con el fin de evaluar el papel de los Estados Unidos en dichos países. Por ejemplo, destacan especialmente los informes detallados acerca de la situación de la Universidad de Buenos Aires (probable foco de simpatizantes comunistas) y sobre la situación legal del Partido Comunista en Chile, este último, foco de preocupación seria por parte de Estados Unidos sobre la estabilidad política del país.

Además, la fundación Ford crea su sección cultural dentro de su programa para América Latina, que tenía la intención, según algunos contemporáneos dijeron, como una forma de reclutamiento de intelectuales nacionales, con el fin de “comprar los recursos humanos internos para movilizar la opinión pública en favor de las operaciones estadounidenses en América Latina”.

Por su parte, vemos la evolución de la actuación del Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC) en América Latina en este periodo, y su principal medio de difusión, la revista Cuadernos. La victoria castrista en 1959 hace que esta institución vuelque su atención hacia Cuba y, en un principio, apoye al nuevo régimen castrista (este apoyo se basa más bien en una lucha anti-Batista), a pesar de su anticomunismo radical inicial (hasta ese momento, el miedo al comunismo se centraba en Europa, en un principio no se esperaba en América Latina), si bien dejarán de hacerlo a partir de 1961, con la radicalización del régimen cubano. A partir de ahí, y hasta la década de los 70, la CLC cambia su actuación de cara a un perfil anticomunista mucho más moderado, que se ve reflejado en el cierre de Cuadernos, y en el inicio de una nueva revista acorde con la nueva actuación de la CLC: Mundo Nuevo, con una intención muy clara de dividir a la izquierda, para asegurar la hegemonía de Estados Unidos en Latinoamérica. Toda la actuación de la CLC se enmarcaría dentro de la lucha entre la violencia revolucionaria y la antirrevolucionaria, que se justifica mediante la defensa de la cultura.

Por otro lado, en el ámbito académico universitario estadounidense se fomentaron los llamados Latin American Studies. La cantidad de fondos que recibieron estos estudios, tanto por parte del gobierno estadounidense como de manos privadas, no tenía precedentes. El exponencial crecimiento de estos estudios se experimentó en varios frentes: los cursos universitarios referidos a este campo duplican su número, y aumentan muy significativamente las cátedras de historia de América Latina. De entre los centros de estudio del ámbito exclusivamente latinoamericano presentes en Estados Unidos, destacan los presentes en el estado de California.

La reacción latinoamericana tras la victoria de la Revolución Cubana: visión a través de la renovación del folklore tradicional latinoamericano: la Nueva Canción Chilena hasta el golpe de Pinochet

Tras la instauración del régimen castrista en Cuba en 1959, se empiezan a reproducir movimientos y deseos por parte de una sección muy importante de la sociedad de muchos países latinoamericanos, que vieron de manera muy positiva lo que había sucedido en Cuba. En general, esta visión se extiende de manera muy generalizada entre las clases populares, gran parte de intelectuales y artistas, y el ámbito universitario. Además, otros acontecimientos internacionales como la guerra de Vietnam o el mayo del 68, también influirían en esta visión. En sentido contrario, las élites de dichos países, en general, ven con miedo el avance de estas ideas, pues, según su visión, estas ideas podrían causar desorden y conflictividad social.

Esta polaridad social que se aprecia en las sociedades latinoamericanas (especialmente las del Cono Sur), se puede ver reflejada en muchas de las letras de las canciones de los diferentes movimientos de renovación del folklore tradicional de diversos países latinoamericanos: la Nueva Trova Cubana (Silvio Rodríguez, Pablo Milanés,…), el Nuevo Cancionero en Argentina (Atahualpa Yupanqui, León Gieco,…), y, muy especialmente, en la Nueva Canción Chilena, entre otros, que empiezan a experimentar en estos momentos una fase de apogeo. Un movimiento de renovación del folklore bastante parecido a los latinoamericanos también existió en Estados Unidos, de la mano, entre otros, de Pete Seeger (1919-2014), si bien fue un fenómeno minoritario, vinculado a los círculos sociales del Partido Comunista de Estados Unidos.

Todos estos movimientos tienen unas características comunes en las letras de sus canciones: denuncia de las desigualdades sociales, alabanza a la clase obrera, al campesinado y al ideario político de izquierdas (sobre todo al del Partido Comunista); alabanzas a figuras clave de la izquierda política, sobre todo latinoamericanos como Ernesto “Che” Guevara o Fidel Castro, o de otras zonas del mundo, como Ho Chi Minh; y desprecio al folklore antiguo, cuyas canciones se basan en la naturaleza y en el ser. Además, todos estos movimientos se van a mirar constantemente los unos a los otros, por lo que diferentes movimientos cantarán muchas de las canciones de los otros movimientos, y no tendrán reparos a la hora de mezclar diferentes estilos y utilizar diferentes instrumentos tradicionales de diferentes países latinoamericanos.

En breves palabras, podríamos decir que estos movimientos no tienen un carácter exclusivamente cultural y artístico, basado en los factores meramente musicales y en lo que encierran las letras de las canciones, sino que también tienen una vocación social, como medio de expresión popular de pensamientos y sentimientos, y una vocación política, por estar próximos a una ideología política.

La Nueva Canción Chilena (de forma abreviada NCCh), fue un movimiento renovador del folklore chileno, de carácter popular, que tuvo que convivir en confrontación con la “alta” cultura, que, hasta el gobierno de Salvador Allende, constituía la música “oficial” del país. Con Salvador Allende, la NCCh pasará a ser la música oficial del país hasta el golpe de Pinochet.

En la NCCh, las dos figuras clave fueron Violeta Parra (en el periodo anterior) y Víctor Jara. Otras figuras destacables fueron Rolando Alarcón y los hermanos Ángel e Isabel Parra (hijos de Violeta Parra, y agrupados en la “Peña de los Parra”), además de las agrupaciones Quilapayún, Inti-Illimani e Illapu, entre otros. La mayoría de sus miembros simpatizaban o estaban afiliados al Partido Comunista Chileno (PCCh). Además, las Juventudes Comunistas del PCCh, crearon el sello discográfico DICAP (Discoteca del Cantar Popular), que se convertiría en el principal medio de difusión de la música de la NNCh.

Violeta Parra fue sin duda el antecedente más determinante de la historia de la NCCh, pues creó el germen necesario para el surgimiento de este movimiento, gracias a una combinación única de factores: su investigación de la música folklórica, sus propias creaciones, su situación social como campesina de origen que después emigró a la ciudad de Santiago (relacionado con la idea de que “el rescate de la cultura campesina constituye una vía de equilibrio entre la tradición agraria y la sociedad moderna”), y su propio pensamiento. Creó las primeras canciones que se pueden considerar dentro de la NNCh ya en la década de los 50.

Pero quien llevó a la NNCh a su momento de máximo auge fue un discípulo de Violeta Parra, Víctor Jara (que también fue director de teatro), que heredó el legado musical dejado por Violeta Parra. Varió un poco los esquemas musicales, pero no el trasfondo de las letras: las clases humildes, la denuncia de las desigualdades sociales, y la simpatía por las clases populares siguen siendo los temas principales que se pueden encontrar en las canciones, si bien Víctor Jara añade un marcado componente católico.Además, en el plano musical, se acerca a la música coral y docta, componente con bastante influencia en sus canciones. En la primera mitad de la década de los 60, realiza viajes a varios países latinoamericanos, y conoce a varias figuras clave de la Latinoamérica de aquel momento como Ernesto “Che” Guevara o Salvador Allende.

Desde el 1966, es el director musical de la agrupación Quilapayún, con la que gana el primer lugar en el primer festival de la Nueva Canción Chilena en 1969, a la vez que continúa su carrera en solitario.

Al año siguiente, 1970, con la victoria electoral de Salvador Allende, la NNCh experimenta su época de máximo esplendor, y Víctor Jara y otros compositores de la NNCh, hacen la música “oficial” del momento, que sirve como propaganda para anunciar las medidas impulsadas por el gobierno de Allende, sobre todo, las que más polémica suscitan entre las élites, como, por ejemplo, la reforma agraria. Además, las canciones ya tienen un componente de esperanza por un cambio social en Chile.

Con el golpe de Augusto Pinochet, el movimiento de la NNCh decae súbitamente, Victor Jara es torturado y asesinado en 1973, la mayoría de artistas de la NNCh se tienen que exiliar, y unos pocos se quedan en Chile durante la dictadura de Pinochet, transformando la NNCh en otro movimiento musical heredero, denominado Canto Nuevo.

Simón de Eiré

Bibliografía

-CALANDRA, Benedetta, “La Ford Foundation y la Guerra Fria Cultural…”, Americanía. Revista de estudios latinoamericanos [en línea], NºI, España, Universidad Pablo de Olavide, 2011, disponible en http://www.upo.es/revistas/index.php/americania/article/view/313/302
-IBER, Patrick: “El imperialismo de la libertad: el Congreso por la Libertad de la Cultura en América Latina (1953-1971)” en CALANDRA, Benedetta y FRANCO, Marina.: La guerra fría cultural en América Latina. Editorial Biblos, 2012
-MANAMI, Ariel, “Exilio, resistencia y adaptación de la Nueva Canción Chilena (1973-1978)”, I Jornadas de Trabajo sobre Exilios Políticos en el Cono Sur en el siglo XX, Argentina, 2012, disponible en http://jornadasexilios.fahce.unlp.edu.ar/i-jornadas/ponencias/MAMANI.pdf
-OSORIO FERNÁNDEZ, Javier, “La bicicleta, el Canto Nuevo y las tramas musicales de la disidencia. Música popular, juventud y política en Chile durante la dictadura, 1976-1984”, A contracorriente, Vol. 8, Nº 3, Estados Unidos, 2011, disponible en http://www.ncsu.edu/acontracorriente/spring_11/articles/Osorio.pdf
-VERGARA C., Víctor, “La Nueva Canción Chilena. Creación cultural y el avance de los acordes hacia lo social y lo político, 1960-1973”, Tesis para optar al Grado de Magister en Historia de Occidente, Universidad del Bío-Bío, Chillán, Chile, 2012, disponible en http://cybertesis.ubiobio.cl/tesis/2012/vergara_v/doc/vergara_v.pdf


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