Revista Historia

La danza de la muerte

Por Exprimehistorias

La coreomanía, danzamanía, enfermedad del baile, manía de bailar o, popularmente, baile de san Vito, fue un fenómeno  que se originó especialmente en Europa entre los siglos XIV y XVII.

Eran una multitud de personas bailando de manera intermitente. Esta obsesión aquejaba por igual a hombres, mujeres y niños, que bailaban y bailaban hasta que se desplomaban extenuados del agotamiento.

En la década de 1020 en Bernburg, 18 campesinos comenzaron a cantar y bailar alrededor de una iglesia, alterando un servicio de la víspera de Navidad.

En la Nochebuena de 1021 en la ciudad de Kölbigk (Alemania): 12 jóvenes congregados en la puerta de la iglesia secuestraron a la hija del párroco y con ella formaron un salvaje corro y danzaron del modo más obsceno.

El párroco los maldijo y por castigo divino perdieron el control de sus extremidades y continuaron bailando en el atrio sin descanso hasta un año después.

El episodio lo recoge el poema Manuel des Pechiez (1260), atribuido a Guillermo de Waddinggton, en adaptación al inglés de Robert Mannyng en Handlyng Synne, 1303 (actual reproducción facsímil University NY, 1983).

En Galicia, Xesús Taboada Chivite (Etnografía galega. Vigo; Galaxia; 1972) relacionó la manía danzante con la ruada o foliada de la antigua mocedad rural gallega, en la que los mozos rodeaban a las mozas y les cantaban canciones.

En 1237 un gran grupo de niños viajó desde Erfurt a Arnstadt, saltando y bailando todo el camino, igual que la leyenda de el flautista de Hamelin. Al llegar cayeron postrados al suelo, muchos murieron y otros se quedaron con terribles temblores para toda su vida

En el año 1278, unas 200 personas bailaron en un puente sobre el río Mosa en Alemania, lo que acabó derrumbandolo. Muchos de los supervivientes se curaron completamente en una capilla cercana dedicada a San Vito.

Los primeros brotes importantes de este delirio ocurrieron entre 1373 y 1374, en Inglaterra, Alemania y los Países Bajos.

El brote del 24 de junio de 1374 de Aquisgrán, Alemania, se extendió rápidamente a Colonia, Flandes, Franconia, Hainaut, Metz, Estrasburgo, Tongeren o Utrecht, e incluso a otros países de Europa como: Italia y Luxemburgo.

según la descripción del contemporáneo fray Pedro de Herental que lo presenció, eran:

“Una secta extraña, formada por mujeres y hombres de varias partes de Alemania que llegó a Aachen (Aquisgrán) y de ahí siguió hasta Hennegau y a Francia. Su estado era el siguiente:

Tanto hombres como mujeres habían sido tan ultrajados por el diablo que bailaban en sus casas, en las iglesias y en las calles, tomados de la mano y saltando en el aire. Mientras bailaban gritaban los nombres de algunos demonios, como Friske y otros, pero no tenían conciencia de esto ni tampoco prestaban atención al pudor, aunque hubiera otras personas viéndolos.

Al final de la danza tenían tales dolores en el pecho que, si sus amigos no los apretaban con trozos de tela enredados en su cintura, gritaban como enloquecidos que se estaban muriendo.

En Lieja, los libraron de sus demonios por medio de exorcismos como los que se usan antes del bautismo. Los que se curaron dijeron que les parecía haber estado bailando en un río de sangre y que por eso saltaban continuamente.

Pero la gente de Lieja dijo que habían sido atacados de esa manera porque no estaban verdaderamente bautizados, debido a que la mayoría de los curas tenían concubinas. Por esta razón la gente propuso que el pueblo se levantara contra los curas, los matara y tomara sus propiedades, lo que hubiera ocurrido si Dios no hubiera proporcionado un remedio eficaz a través de los exorcismos.

Cuando la gente vio esto su furia disminuyó al grado que los clérigos fueron tratados con todavía mayor reverencia que antes.”

Cuando los danzomaníacos advertían la presencia de alguna persona vestida de rojo o con zapatos puntiagudos le atacaban de forma brutal a patadas y arañazos.

Finalmente entraban en trance, caían al suelo, espumaban por la boca, hiperventilaban o tenían convulsiones y contracciones. Una vez cedía el episodio, la mayor parte de ellos no recordaba nada.

Cuando terminaba un brote, al poco tiempo surgía otro. En Metz se llegaron a contabilizar mil cien bailómanos

A tal punto llegó esta locura que en un edicto publicado el 18 de noviembre de 1374 por los magistrados de Maastricht, se prohibió a todo el que sufría de coreomanía que bailara en la iglesia o en la calle; tan solo se les permitía bailar en sus casas.

Se produjo poco después de la Peste Negra y fue tratado de una manera semejante:

se aisló a los bailarines, algunos fueron exorcizados y los que creyeron que el baile era una maldición provocada por San Vito rezaban y hacían peregrinaciones a los lugares consagrados a San Vito.

También rezaban a san Juan el Bautista, porque creían que él también causó el baile  Otros afirmaban que habían sido poseídos por el demonio o Satán.

Los exorcismos se realizaban a menudo a los bailarines. Bartolomew señala que la música se tocaba a menudo mientras los participantes bailaban, porque se creía que de verdad curaba y durante algunos brotes los músicos eran contratados para tocar. Midelfort detalla cómo los músicos animaban a otros a unirse y, por tanto, empeoraban las cosas.

Otros episodios se produjeron en 1375 y 1376,  en Francia, Alemania y Holanda y en 1381 se produjo otro brote en Augsburgo, Alemania.

En 1418 en Estrasburgo, Francia  la gente ayunó durante días y en 1428 en Schaffhausen, Suiza un monje bailó hasta la muerte. Ese mismo año, un grupo de mujeres en Zúrich, (otra vez Suiza) estaban, según se contó, en un frenesí de baile.

Un brote muy importante se produjo en la epidemia de baile entre julio y agosto de 1518 en Estrasburgo, Francia.

La danza de la muerte

Una mujer llamada Frau Troffea empezó a bailar con pasión en una calle de Estrasburgo y duró de cuatro a seis días.

La danza de la muerte
Parecía la joven del cuento de las zapatillas rojas de Hans Christian Andersen.

En una semana se habían unido 34 personas más y en un mes cerca de 400 personas. Algunas de ellas terminaron muriendo de ataques al corazón, derrames cerebrales o agotamiento.

Los nobles buscaron el consejo de los médicos, y estos dijeron que su causa podía ser astrológica y sobrenatural, en vez de decir que la epidemia se debía a una enfermedad que era causada por un aumento en la temperatura de la sangre.

Sin embargo, en vez de recetar las sangrías que solían mandar como era habitual, las autoridades convencieron a la gente para que siguiese bailando y para ello abrieron dos mercados y construyeron un escenario.

Creían que si las personas bailaban día y noche se curarían. Contrataron para ello músicos para mantener a los enfermos bailando.y  a algunos los llevaron a capillas, donde buscaron la cura de su enfermedad.

Los brotes de manía del baile han sido distintos, y sus características son que generalmente ocurre en tiempos de dificultad. Decenas e incluso miles de personas parece bailar durante horas, días, semanas e incluso meses.

Las mujeres a menudo han sido frecuentemente representadas en la literatura moderna como parte principal en estos brotes de baile, aunque otras fuentes sugerían lo contrario.

Igualmente se debatía que el baile fuera espontáneo o un evento organizado. Lo que queda claro es que los bailarines parecían estar en un estado inconsciente y no se podían controlar.

El autor Robert Bartolomew señala que normalmente las personas que lo sufrían no eran de esos lugares, sino que viajaban y por el camino se iban uniendo mas personas. Ellos llevaban costumbres y comportamientos ajenos a esos pueblos o ciudades. Describe cómo los bailarines llevaban “atuendo de extraño colorido” y “blandían palos de madera”.

Robert Marks, en su estudio del hipnotismo, percibe que algunos decoraban con guirnaldas su pelo.

No en todos los brotes participaban los extranjeros, y no todos eran tranquilos. Bartolomew apunta que algunos “desfilaron desnudos” e hicieron “gestos obscenos”. Incluso en algunos casos derivaron en relaciones sexuales y en otros actuaron como animales.

Una vez empezado el baile, raramente se detuvieron, y algunos bailaron hasta que se rompieron las costillas e incluso murieron.

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