Revista Opinión

La democracia se está recuperando con la crisis

Publicado el 29 mayo 2012 por Franky
La democracia se está recuperando con la crisis En los tiempos recientes de abundancia, los partidos políticos y los gobiernos asesinaban la democracia a golpe de talonario, pero ahora, sin dinero para corromper, comprar voluntades y someter a los disidentes, la democracia está recuperando vigor en España. El dinero lo tapaba todo. Los que protestaban eran comprados con una colocación generosa y vistosa al amparo del Estado, mientras que muchos empresarios y autónomos guardaban silencio para no ser excluidos del gran festín del dinero público. La corrupción se abría camino porque el dinero era abundante y el robo pasaba inadvertido. Los gobiernos no gobernaban, ni tomaban las decisiones que el país necesitaba, pero todo parecía ir bien porque el dinero corría como un río y la mayoría pescaba en las ricas aguas de la prosperidad y el poder.

La crisis ha cambiado el panorama por completo. La gente está descubriendo ahora los inmensos errores que ha cometido el poder político y que llevamos años sin acometer reformas que eran y son imprescindibles. Sin dinero, los políticos han perdido poder y la disidencia y la protesta emergen con una fuerza desconocida. Las vergüenzas de la casta política, ocultadas con dinero durante décadas, lucen hoy toda su obscenidad y los ciudadanos están descubriendo verdades tan cruciales como amargas: la primera es que la democracia ha sido asesinada por los partidos políticos y suplantada por una sucia oligocracia de partidos; la segunda es que la clase política, atiborrada de privilegios injustos e inmerecidos, no está a la altura y demuestra a diario ser una de las peores del mundo desarrollado; la tercera es que los políticos españoles, ineptos, corruptos y arrogantes, han destruido casi todo lo que han tocado, incluyendo la prosperidad de los ciudadanos, la confianza, la credibilidad, el sistema financiero público constituido por las cajas de ahorro, la economía, el derecho al trabajo y buena parte del tejido productivo.

Sin dinero para frenar el impulso ciudadano, la democracia está aflorando y se convierte, cada día más, en un grito. Los abusos, corrupciones y carencias del poder salen a flotes, al mismo tiempo que crece el interés ciudadano por los asuntos públicos y la demanda de Justicia en un país en el que la clase poderosa ha hecho lo que quería de manera impune, incluso eludir la ley e interpretarla a su conveniencia.

Nunca como ahora es visible la porquería que inunda lo público: robos; corrupción; cohecho; enriquecimiento inexplicable de miles de políticos; concursos públicos trucados; EREs falsificados; amigos y familiares colocados a dedo sin que aporten nada al país; arbitrariedad, subvenciones amañadas; marginación de adversarios y disidentes; acoso al enemigo; mentira desde el poder, aplastamiento de la sociedad civil; destrucción de las cajas de ahorro; compra de voluntades; compra de votos>; compra de sindicatos; uso mafioso de los fondos públicos y un longuísimo etcétera que ha convertido a España en un estercolero.

La gente, víctima de la necesidad y del hambre, cansada de soportar a inútiles mandando y horrorizada ante el aumento espectacular del paro y la pobreza, no está dispuesta a soportar ser gobernada por una clase política que no ha tenido pudor en acoger en sus filas a canallas, ineptos y delincuentes.

El movimiento regeneracionista se abre camino con mayor fuerza cada día y el gobierno se ve desbordado porque se encuentra entre dos fuegos: entre los que quieren que todo siga igual porque ellos se benefician del gran festival de la corrupción y los que quieren las reformas profundas que España requiere para ser una verdadera democracia y un Estado decente.



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