Revista Arte

La desdicha del Ecce Homo

Por Lparmino @lparmino

¿Y quién es él?

La imagen en cuestión, antes y después
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Hasta la saciedad se han repetido las imágenes en los diarios de tirada nacional. Incluso, la prensa internacional, siempre con ese hálito de respeto que parece infundir todo aquello que llega desde el lejano exterior, se hizo eco de la más que manida y ya ciber – explotada restauración del mediocre y vulgar Ecce Homo del Santuario de Misericordia de Borja en Zaragoza. Han sido miles los comentarios que han recorrido el ciber – espacio tratando de dilucidar las cuestiones éticas y morales, los aspectos deontológicos que se esconden tras este burdo trabajo de “pseudo – restauración” amateur. Por una parte, imbuidos de sarcasmo e ironía, en algunos casos disimulando a duras penas una post – modernidad mal entendida, se han creado grupos que apoyan la labor “restauradora” frente a aquellos “más papistas que el Papa” que se han llevado las manos a la cabeza totalmente horrorizados por el sacrilegio cometido. Incluso, algunos osados esgrimen ley en mano la necesidad de castigar y penar la injuria cometida en nombre del patrimonio histórico – artístico y su conservación y perpetuación en el tiempo. Sin embargo, ¿quién es realmente Elías García Martínez, autor del ya famoso Ecce Homo en cuestión? 
 

¿Y quién es él?

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Podríamos afirmar, sin temor a dudas, que es un personaje casi irrelevante, provinciano y profundamente secundario en el panorama artístico – pictórico de finales del XIX y principios del siglo XX. Un pintor formalmente correcto que, sin embargo, estaba falto de ese punto de insolencia, de genialidad, que le hubiese podido encumbrar a la posteridad y a la gloria de los artistas de renombre llamados a conservar su fama con mayúsculas. De hecho, es difícil encontrar referencias a la obra de este valenciano de Requena, a no ser que indaguemos en textos excesivamente especializados o en entradas de enciclopedias igualmente de fuerte componente temático y regional. Sólo una exposición celebrada en su localidad natal en 1997 mereció la atención del académico de San Carlos José Martínez Ortiz quien, a instancia del Ayuntamiento de Requena, publicó El pintor Elías García Martínez (1858 – 1934), breve catálogo de la exposición que recorría la producción pictórica de García Martínez.
Elías García Martínez nace mediado el siglo XIX (1858) en la localidad valenciana de Requena en el seno de una familia humilde. Allí recibe su primera formación básica hasta que se traslada a Valencia ingresando con trece años en la Academia de Bellas Artes de San Carlos. Parece, tomando en consideración el Diccionario de artistas valencianos del siglo XX de Francisco Agramant Lacruz (1999), que allí destacó obteniendo un alto rendimiento académico. Posteriormente, cumplió con el obligado servicio militar en Barcelona hasta que se licenció, momento en el que se trasladó a Zaragoza donde se instalaría como docente de Dibujo Lineal y de Adorno en la Escuela de Bellas Artes de la capital aragonesa hasta que se retiró en 1929. Tras su jubilación regresó a Valencia donde fallecería en 1934 sin haber abandonado en ningún momento la actividad artística.

¿Y quién es él?

Noticia aparecida en la edición digital de El Mundo el 23 de agosto de 2012

Todas las referencias alaban la calidad formal de Elías García Martínez en cualquiera de sus trabajos realizados tanto como pintor, muralista y dibujante. De hecho, su vinculación con el academicismo no se limitó a la actividad docente, reflejándose ampliamente en todos sus creaciones, imbuidas de un fuerte realismo de acuerdo a los gustos de la época. En Zaragoza se dedicó especialmente a las decoraciones y pinturas murales, tanto en locales piadosos como en residencias particulares y edificios públicos. Destacan sus trabajos para el Café Aragonés, el comercio Le Parisien o algunas escenografías para el teatro Pignatelli, o el telón para el Teatro Nuevo de Requena. En cuanto a los asuntos religiosos, trabajó en la bóveda de la catedral de Calahorra, la iglesia del Pilar o la del Portillo. Sin embargo, muchas de estas obras sufrieron los crueles envites de la modernidad perdiéndose muchas de ellas. También cultivó el género del retrato, pasando por sus pinceles las principales figuras de las clases acomodadas zaragozanas y el mismísimo rey Alfonso XIII, del que hizo tres retratos.
Es evidente que la obra de García Martínez puede encuadrarse dentro del academicismo dominante a finales del siglo XIX en nuestro país, de claros sesgos algo arcaizantes y trasnochados, de un profundo sentimiento provinciano que nos remiten a un artista de escaso interés que supo desarrollar su labor de una forma fría y concisa sin otorgar prácticamente espacio ninguna a la creatividad. Limitado a la representación virtuosa y mimética del entorno, destacaba especialmente en sus obras la atención minuciosa al detalle que, sin embargo, le proporcionó diversos reconocimientos y galardones artísticos.
Ahora es el momento en que técnicas y expertos tendrán que debatir la conveniencia o no de la restauración efectiva del famoso Ecce Homo de Borja. Sin embargo, antes de finalizar, es preciso recordar que todo proceso de restauración debe concebirse como un proceso documental que no puede eliminar la historia del objeto y, sin duda, su reciente “restauración” excesivamente apasionada a manos aficionadas no puede ni debe perderse ya que ya forma parte de la historia de un bien que sin esta intervención se hubiese perdido en el más absoluto de los olvidos.
Luis Pérez Armiño


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