Revista Educación

La dictadura de lo cutre

Por Siempreenmedio @Siempreblog
La dictadura de lo cutre

¡Ay míseros de nosotros, y ay infelices! Un 17 de enero de 2022, el mismo día en que conmemoramos el 422 aniversario del nacimiento de Pedro Calderón de la Barca, uno de los más insignes representantes de nuestro Siglo de Oro, desvelaba Rosalía las primeras letrillas de su próximo trabajo musical. Ignoro qué más versos habrá pergeñado la autora de "El Mal Querer" y "Los Ángeles", pero parece haberse diluido todo lo que prometía aquel debut.

¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. ("La Vida es Sueño", Calderón de la Barca, 1635). Te quiero ride, como mi bike. Hazme un tape modo Spike. Yo la batí hasta que se montó. Segundo es chingarte, lo primero Dios. ("Hentai" Rosalía, 2022). Ajá.

Igual que Segismundo, nos pudrimos encerrados en la prisión de la mediocridad, resignados ante la dictadura de lo cutre. La música que hoy triunfa es realmente mala. Los cantantes apenas se molestan en afinar, confiados en los milagros del "autotune", y sus composiciones son peor que básicas. El arte es cada vez más pobre, el periodismo se envilece y las redes nos embrutecen. Libros flojísimos escritos en dos tardes por ese "negro" al que ni se molestan en poner de coautor, e "influencers" y creadores de contenidos que nos conducen a su nadería. El colmo es vender simplicidad como sinónimo de minimalismo y naturalidad como sustituta de profesionalidad. ¿No serán más bien seudónimos de "poco elaborado"? Se ha inflado hasta lo brutal el ego de quienes pretenden encontrar la genialidad en cuatro trazos, idolatrando al personaje muy por encima de su trabajo. Acabáramos: El Instagram y el Tik Tok como modelos, que no muestran la calidad de una obra, sino el postureo del fulano. Resultado: Esa obra tiene cuarenta interacciones y la desnuda teta del autor obtiene cincuenta mil. Murió el esfuerzo.

Contagiados de esos ejemplos lamentables cuyo único mérito es un bailecito desacompasado. "¿Y teniendo yo más alma tengo menos libertad?", se pregunta Segismundo. Yo le respondo que a un solo clic encontramos todo, pero no existe interés en machacarse para conseguir la excelencia. Es el reflejo de un sistema donde los jóvenes concluyen sus estudios obligatorios con poca preparación, como también los grados que cursan, sin saber redactar, sin la menor noción de dónde poner una coma y con faltas de ortografía. Las exigencias bajan y terminamos haciéndoles creer que dominan todo. ¿Sacas un 3,5 en el examen y te regalan el aprobado? Grande, le dicen. Y si encima pasas curso, olé: La mediocridad fortalece sus raíces y tú a grabarte un video que regalas a esa comunidad a la que te incorporarás en peores condiciones.

Serio problema es esa creciente carencia de preparación, esfuerzo y trabajo. Cunde la idea de que aquellos que anhelan mejorar son frikis que no han entendido lo bueno de la vagancia, y el profesional formado corre el riesgo de acabar nadando en el anonimato, preso en la cutrez.

El reto es cambiar la deriva de una realidad gobernada por gente de la que solo conocemos un puñado de tuits que ni ellos mismos redactan. Lo último: Nuestros parlamentos ahora pagan a un relator -supongo que el friki formado y anónimo del que hablaba - para que sus señorías no den golpe pese a haber sido elegidos para ello, y hasta les redacte sus conclusiones. ¿Por qué? Porque adolecen de la más somera capacidad y sus méritos no están a la altura del personaje que han construido. ¿Cómo pedir a mi yo del futuro que llegue a la brillantez, cuando los líderes del sistema se comportan como tuiteros en el cumplimiento de sus funciones?

Cual Segismundo en "La Vida es Sueño", somos la resistencia en el cautiverio, cuestionando el sentido de la existencia y la urgencia de que el saber se imponga sobre la barbarie. Ay míseros de nosotros, infelices condenados a subsistir en la dictadura de lo cutre. No. Yo me rebelo.


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