Revista Política

La difícil decisión sobre Ashya King

Publicado el 07 septiembre 2014 por Siempreenmedio @Siempreblog

Fachada del Proton Therapy Center, en Praga

Fachada del Proton Therapy Center, en Praga

No hay manual de instrucciones para ejercer una paternidad responsable, por desgracia. Y no hay día en el que no lo eche de menos, puedo asegurarlo.

¿Lo protejo demasiado?, ¿no le estaré dando demasiada libertad teniendo en cuenta la edad que tiene?, ¿le comento que ese amigo no le conviene o igual si lo hago se emperra y es peor el remedio que la enfermedad?, ¿hago bien en forzarle a que coma de todo o igual no es tan importante?, ¿me habré equivocado al optar por la enseñanza pública o igual es, como siempre he pensado, la mejor escuela en valores?, ¿será el pediatra al que acudo el más adecuado o lo mismo debería optar por ese otro no tan favorable a tanta medicación? Constantes dudas, constantes interrogantes, constantes decisiones, arriesgadas o no.

Esta semana el caso del niño británico Ashya King ha hecho aflorar todas esas inseguridades que genera tener un hijo. Entiendo la alarma, entiendo la crítica, entiendo la actuación de la justicia…, y entiendo a los padres. La empatía me lleva a ponerme en su lugar y a pensar en que la decisión tomada iba, en última instancia y según su punto de vista, en beneficio de su hijo. Sí, ya sé que podrán decirme que igual podrían haber decidido llevarle a un chamán búlgaro para quitarle los malos espíritus, pero no ha sido el caso.

No soy médico y por ello no podré debatir con argumentos médicos sobre la conveniencia de una radioterapia de protones, al parecer mucho menos invasiva y dañina, o una de fotones, que era la que se le aplicaba a Ashya. Aún no siendo médico sí tengo el suficiente sentido común como para saber que los médicos no son infalibles. Presupongo que los padres se habrán informado en profundidad para tomar la decisión que han considerado mejor y más acertada para la salud de su hijo, de la misma forma que los médicos que lo atendían en el Reino Unido aplicarían el tratamiento que creían más adecuado (o igual el único posible en esas circunstancias). Lamentablemente lo único seguro es que los médicos, como los padres, también pueden equivocarse.

 


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