Revista En Femenino

La diosa respetada, Livia Drusila

Por Sandra @sandraferrerv

La diosa respetada, Livia Drusila (58 a.C. – 29 d.C.)

 

Livia Drusila fue uno de los nombres femeninos más importantes de los inicios de la época imperial romana. Como esposa del emperador Augusto y luego como madre del emperador Tiberio, Livia ejerció un destacado poder en la sombra. Juan Luis Posadas la define como la mujer más influyente, interesante, ambiciosa y a la vez respetable de toda la historia romana


La belleza que atrajo al emperador

 Livia Drusila nació en el año 58 a.C. en el seno de la familia Claudia. Su padre, Marco Livio Druso Claudiano, participó en la conspiración para asesinar a Julio César y se suicidó en Filipos en el año 42 a.C. Su madre, Alfidia, pertenecía a la burguesía de la ciudad italiana de Fundi.
En el año 43 a.C., cuando era una jovencita de apenas 15 años, Livia fue entregada por su padre en matrimonio a Tiberio Claudio Nerón. Con su primer marido, Livia tuvo a sus dos únicos hijos, el futuro emperador Tiberio y Druso.
Durante el conflicto que siguió al asesinato de César, en el que Tiberio Claudio Nerón se encontraba en el bando contrario a Augusto, éste conoció a Livia. Su belleza enamoró al momento al futuro emperador quien no dudó en deshacer su matrimonio y el de Livia.
El mismo día que su esposa Escribonia daba a luz a su hija Julia, Augusto se divorciaba de ella e iniciaba un proceso de consulta al colegio de pontífices sobre la posibilidad de casarse con Livia, quien en esos momentos estaba embarazada de Druso.
El 28 de enero del año 38, Augusto y Livia contraían matrimonio. Una relación que duraría más de 50 años hasta la muerte del entonces emperador.
Tribúnica sanctíssima

Livia se benefició de la protección recibida por su cuñada Octavia, ex esposa de Marco Antonio, quien fue declarada tribúnica sanctissima, o mujer intocable para protegerla de su ex marido. Este honor, dado a una mujer de manera excepcional en la historia de Roma, no podía dejar a un lado a la esposa de Octavio. Así, Livia también recibió ese título que no sólo la protegía legalmente de cualquier ataque sino que le daba total libertad para gestionar y disponer de sus propiedades y riquezas.
Dominio en la sombra

Cuando Marco Antonio y su amada Cleopatra eran eliminados de la carrera por el poder de Roma en la batalla de Accio en el 31 a.C., Octavio fue proclamado Cesar Augusto.
Como emperador y emperatriz consorte, Augusto y Livia iniciaron una vida de mutuo respeto en el que llevaron con eficacia sus asuntos personales y compartieron las cuestiones políticas. No en vano, Livia fue uno de los consejeros más fieles de su augusto marido y se convirtió en modelo de matrona romana.
Al no tener hijos en común y tras la muerte de su primer marido, Livia acogió en su casa a sus hijos, Tiberio y Druso, mientras Augusto era nombrado su tutor legal.
Viuda de Augusto

En agosto del año 14 d.C. Augusto moría en presencia de Tiberio, su hijo adoptivo, quien automáticamente fue nombrado emperador. Como emperatriz madre y viuda de Augusto, Livia inició una vida relativamente tranquila dirigiendo sus propiedades en varias partes del imperio. Aunque no dejó de inmiscuirse en asuntos de estado como ya había hecho en vida de su marido.
La actividad política de Livia no fue bien vista por su hijo, quien, a pesar de tenerle que agradecer a ella su ascenso al poder, no tenía una buena relación con su madre.
En su afán por consolidar la sucesión de Augusto en la persona de su hijo Tiberio, Livia había obligado a su hijo años atrás a divorciarse de su amada esposa Vipsania Agripina para casarse con Julia, hija de Augusto y Escribonia, algo que Tiberio nunca le perdonaría.
Livia siguió con sus asuntos personales y dinásticos. Se dice que pudo influir en el envenenamiento de su propio nieto Germánico, esposo de Agripina la Mayor y otras cuestiones de gobierno que llevaron a su propio hijo a huir de ella.
Diva Augusta

Cuando en el año 29 murió Livia con más de 80 años, Tiberio se negó a iniciar el proceso de deificación de su madre. Livia tendíra que esperar a subir a los altares romanos hasta la ascensión al poder de Claudio.


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