Revista Opinión

La diplomacia de Artur Mas

Publicado el 01 noviembre 2014 por Cronicasbarbaras

La Generalidad catalana tiene edificios que aspiran a ser embajadas en Nueva York, Berlín, Londres, Buenos Aires, París y Bruselas, además de 27 agencias comerciales por todos los continentes. 

Sus funcionarios trabajan estos días con ahínco para pedirle a los gobiernos de donde se albergan que apoyen ante el Estado español sus demandas de independencia. 

Bastante tienen con sus problemas localistas y tribales todos los países, al margen del deber de respetar el Derecho Internacional, como para inmiscuirse en asuntos de una de las naciones más antiguas del mundo. 

Pero continúan la campaña pese al ridículo sufrido con las cartas de Artur Mas del 1 de enero a todos los dirigentes europeos solicitándoles su ayuda para su empeño separatista. 

Ningún jefe de gobierno le contestó. El texto, en un paupérrimo inglés, demostró incluso la ignorancia de su “diplomacia”: saludos y peticiones a los presidentes europeos se presentan en sus idiomas. 

También apeló a Obama, que le contestó con humor al remitirlo amablemente, pero con sorna, a la Constitución española. 

Estos días vuelve la Generalidad a las andadas sin sentido del ridículo, pues tiene a Josep Rull, el coordinador general de CDC, visitando las embajadas extranjeras en Madrid, cuyos diplomáticos le preguntan al Ministerio de Exteriores si lo reciben o no. 

La recomendación es que sí, pero que lo hagan funcionarios de tercer o cuarto nivel y que, sin reírse de él, le adviertan que no tienen nada que decir sobre un asunto interno español. 

Cataluña siempre proporcionó excelentes embajadores españoles, ejemplo actual es el sinólogo Eugeni Bregolat, pero el nacionalismo dificulta que afloren talentos así al fabricar pueblerinos, o como mucho patanes provincianos, a tantos catalanes a los que les hacen creer que son el ombligo del mundo.

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