Revista 100% Verde

La economía circular tiene forma de espiral

Por Ecointeligencia @ecointeligencia

La economía circular no es una nueva economía y no es tan novedosa como se dice actualmente, dado que se asienta en propuestas, ideas y fundamentos planteados hace más de medio siglo.

La economía circular no puede ser completa, porque los procesos reales derivan en un bucle espiral-helicoidal de degradación ambiental

De una manera formal entendemos por economía circular ese modelo en el que el valor de los productos y materiales se mantiene durante el mayor tiempo posible, los residuos se reducen a la mínima expresión, y los recursos se reintroducen repetidamente en el ciclo técnico (Tecnosfera) creando valor hasta que llegan al final de su vida útil y se incorporan al ciclo biológico (Biosfera).

En esencia, la economía circular consiste en borrar de nuestra mente y de nuestro vocabulario el concepto de residuo, desecho o desperdicio y pensar únicamente en recurso

Esta alternativa, como se suele presentar habitualmente, no puede aportar una solución definitiva, sino parcial y temporal, al fenómeno de la degradación ambiental.

Lo cierto es que, en estos momentos, la circularidad no puede ser completa, porque los procesos económicos reales derivan en un bucle espiral-helicoidal de degradación permanente por disipación de los materiales y de muchas de las sustancias empleadas en los procesos productivos a través de su uso.

No todo se puede reintroducir en los ciclos, porque existen límites termodinámicos y económicos y siempre quedarán residuos irrecuperables.

Cada vez que hacemos algo, perdemos irreversiblemente una parte, por lo que llegar a una recuperación total es imposible y la dependencia de los recursos naturales es inevitable, por lo menos actualmente.

En algún punto, todos los sistemas se convierten en demasiado costosos para alcanzar la ganancia última en eficiencia. 

Así, aumentar los sistemas circulares es beneficioso, pero pensando más allá del primer ciclo en un bucle en espiral que promueva cerrar muchas veces (no solamente una vez) los ciclos de los materiales.

Desde una perspectiva optimista, el uso circular de materiales y cerrar más los ciclos de vida de los productos en toda la cadena de valor supone, simultáneamente, mayor eficacia ecológica, eficiencia económica y rentabilidad socioeconómica.

El reciclaje de residuos de aluminio evita la extracción de recursos naturales

De esta manera, según datos de la Unión Europea, la prevención de residuos, el diseño sostenible, la reutilización y medidas similares podrían aportar a las empresas de la UE un ahorro neto de 600.000 millones de euros, o el 8% del volumen de negocios anual.

De esta forma, el reciclaje, entendido en sentido amplio y no solo como lavado verde, ofrece una posibilidad de gestión de los residuos de éxito rápido, asegurando un menor impacto ambiental en comparación con la producción de materiales vírgenes.

Pero una excesiva obsesión por el reciclaje, como solución a la problemática de los desechos, tal como se ha venido produciendo en las políticas tradicionales, corre el riesgo de desembocar en un fallo estructural del sistema económico a medio plazo. ¡No basta únicamente con reciclar y calmar nuestra conciencia!

Porque no es necesario esperar hasta el final de los procesos de producción y de consumo para corregir los efectos indeseables de los impactos generados relacionados con la sostenibilidad.

Pero la sociedad tampoco puede escudarse en una solución tranquilizadora frente a una solución ecointeligente basada en la reducción de nuestro consumo desaforado de recursos.

El nuevo modelo cíclico es mucho más ambicioso que un uso ecoeficiente de los recursos y una minimización de los desechos y de las emisiones nocivas en base a lo que se denomina supraciclado (upcycling) según el paradigma Cradle to Cradle.

La opción de máxima circularidad, para convertir la mayor parte posible de residuos en nuevos recursos que realimenten el proceso económico, supone ampliar las clásicas y famosas 3R (de Reducir, Reutilizar y Reciclar) con una jerarquía multierre ampliada que incluye nuevas funciones del tratamiento circular de los materiales, productos y servicios.

La jerarquía multi-R tiene su papel en la economía circular

Lo cierto es que para abordar las primeras fases de la transformación circular se requiere romper la adictiva linealidad viciosa en favor de una circularidad virtuosa y sostenible de los bienes producidos, consumidos y reincorporados al sistema.

Pero la nueva economía de ciclos cerrados aspira a provocar un cambio sistémico para afrontar la crisis ambiental y transformar los modos de producción y consumo de forma más sostenible y responsable a largo plazo, con la potencialidad de hacerlo de forma mutuamente beneficiosa, tanto para el medio ambiente como para la economía y la sociedad.

Con este planteamiento, se modifican sustancialmente los enfoques de las políticas de gestión ambiental.

Una de las primeras cuestiones para enfrentar el cambio circular es superar el predominio del enfoque de gestión de tratamiento de final de tubería, recomendado por las clásicas políticas ambientales, mayormente reactivas y correctivas, que son inherentes al modelo económico lineal imperante.

El nuevo enfoque es integrador, a fin de reconsiderar la prevención en origen, el ecodiseño y la ecoeficiencia y la ecoeficacia a lo largo de toda la cadena de valor.

Pero también se modifica la lógica del tratamiento con la jerarquía de residuos, la cual establece la prevención como opción prioritaria, seguida de la reutilización, el reciclado, la valorización energética y la eliminación, como última opción.

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