Revista Cultura y Ocio

La economía de las abuelas

Publicado el 09 noviembre 2015 por Debarbasyboinas @DeBarbasYBoinas

Las abuelas, esos seres cuasimágicos, esas personas que siempre te alegran el día con un sabio consejo y con una comida copiosa. Son famosas por sus tuppers y por su obsesión por ahorrar, pero hay algo misterioso en las abuelas. Siempre consiguen una docena de huevos, o una caja de patatas sin pasar por el supermercado. Yo me pregunto ¿Existe un mercado negro de abuelas?
Lo cierto es que en parte sí, aunque no es muy adecuado llamarlo mercado, porque las abuelas, lo que practican es la economía del regalo.
La economía del regalo consiste en tener una serie de relaciones de confianza en las que existe un flujo constante de mercancías en una dirección y otra. Es decir, una abuela le hace un regalo a otra, por supuesto sin esperar nada a cambio, pero dentro de esa red de relaciones de confianza queda moralmente obligada a ofrecer un regalo de igual o mayor valor a la otra.
Por ejemplo, si una de ellas tiene en ese momento muchos huevos, va junto a su vecina y se los regala. A primera vista se hacen un favor mutuo, una recibe huevos, y la otra consigue que no se le estropeen en la nevera. Esto es falso. La abuela que regala los huevos sería perfectamente capaz de colocarlos en la comida de la familia en una semana. Esta impresión, se da porque, como en cualquier otra economía existe un regateo, pero en este caso el regateo es completamente contrario al del resto de economías convencionales. Se regatea a lo alto, es decir, se devaloriza el regalo que se entrega de manera que siempre da la impresión de que se sale perdiendo, aunque es solo una impresión. El hecho de devalorizar el producto que entregas, te ayuda a ganar “prestigio” en esa red de relaciones de confianza, obligando a las demás abuelas a entregarte un regalo mayor la próxima vez.
En la economía del regalo nunca se pierde, porque no hay transacciones. El verdadero capital es la confianza. Hay una memoria colectiva que recuerda lo que cada individuo le debe a otro. De esta deuda, nunca se habla en voz alta, ni se reconoce, pero existe y se recuerda. En caso de no saldar tu deuda, pierdes todo tu capital y acabas fuera de la red de relaciones de confianza.
En la economía del regalo no son productos lo único que fluye, también se intercambian servicios. En ocasiones, el servicio es un complemento al producto que se regala. Por ejemplo, no es lo mismo regalar una caja de patatas que ofrecer a la otra persona que vaya a tu huerta y recoja las patatas que quiera. En otros casos, más complejos, el producto es el propio pago por el servicio. Otro ejemplo, si en una casa hay parras de uvas pero no se hace vino las uvas caerán al suelo y habrá que recojerlas para que no se pudran atrayendo insectos. Si se conoce a alguién que hace vino, esa familia podría ofrecerles la posiblidad de recoger las uvas antes de que caigan y llevarselas. Es un regalo en el que ambas partes quedan satisfechas con la misma acción. No se gana ni se pierde, si acaso se complementa con una botella de vino fruto de esas uvas.
Con el paso de los años, se ha perdido este tipo de economía, pero en algunos casos muy concretos se la puede ver intercambiando servicios más complejos. Un servicio de avogacía que no se cobra, pero se paga con un trato preferente, a domicilio y las veinticuatro horas del día del mecánico al que has ayudado, que no te permitirá pagar en su taller ni una pieza de recambio de tu coche.
En otras ocasiones, se la ve también desarrollada en forma de cooperativas, perdiendo su espíritu original, pero conservando su eficiencia, o en asociaciones que consiguen productos a muy bajo precio gracias a que su elevado número les permite ponerse en contacto directo con los proveedores sin pasar por intermediarios.
En definitiva, la economía del regalo, es algo ya casi olvidado, que parece obsoleto pero de un valor y eficiencia innegables. Es una pena que las redes de confianza hoy en día no sean tan fuertes como para permitirse eso, pero quizá en esto, como en muchas otras cosas los jóvenes deberíamos aprender de nuestras abuelas, que son practicamente las únicas que conservan la economía del regalo.
Orson López


La economía de las abuelas

Volver a la Portada de Logo Paperblog