Revista Opinión

La educación pública y la perversión del lenguaje

Publicado el 29 octubre 2013 por Elturco @jl_montesinos

Publicado originalmente en LiberalSpain.

Como buen aficionado a la música que pretendo ser sigo publicaciones, tuiteros y radios relacionadas con el mundillo rockero, que tan satisfactorio me resulta. Cunde en el ambiente, entre los menos avezados en semántica, la mala utilización de la palabra tributo. Ya sabéis, banda tributo, concierto tributo, disco tributo. Se me revuelve el estómago cada vez que leo u oigo. Sobre todo por lo que significa el término, según la R.A.E.:

  • m. Aquello que se tributa.
  • m. censo (‖ contrato por el que se sujeta un inmueble al pago de una pensión anual).
  • m. Carga continua u obligación que impone el uso o disfrute de algo.
  • m. Der. Obligación dineraria establecida por la ley, cuyo importe se destina al sostenimiento de las cargas públicas.

Confundir algo tan bonito como un homenaje con el pago de impuestos, hace que algunos saltemos a corregir el término en cuanto llega a nuestros oídos u ojos. A fuerza de utilizarlo mal el anglicismo tribute, que sí significa homenaje, se ha hecho fuerte en el subconsciente colectivo.

Y eso pasa con la educación pública, gratuita y de calidad. Machacando la terna, el populacho lo ha interiorizado. Fácil, sin pensar. Eso es lo que toca. A toda costa. Contra quien sea.

Hoy me siento generoso y haré una concesión. Yo también estoy a favor de la educación de calidad. Todo sea por buscar puntos de encuentro con mis amigos contertulios de caña y tapa. Los otros dos, claro está que ocurre como con el tributo, que muchos no saben lo que están diciendo.

Sin embargo, no puedo tragar con que sea gratis. Básicamente porque gratis, en esta vida no hay nada. Y menos si viene del Estado. Cada alumno de secundaria cuesta de media, según los sabios de la OCDE más de 9.600 dólares al año. Que pagamos entre todos. De gratis nada. Podrá ser barato o caro. Allá cada uno. Pero no gratis. Todo ello para qué el país con mejores resultados en el informe PISA, Finlandia, gaste menos que nosotros, unos 9.125 dólares.

Tú concluye lo que quieras, yo a la vista de estos datos saco dos conclusiones: que la educación en España es cara y mala y que aún queda margen de recorte. Se puede ser mejor gastando todavía menos.

Por otro lado, la socialdemocracia biempensante propone educación pública, cuando me da que lo que quiere decir en realidad es de acceso universal. Pero como eso son muchas letras, lo recortamos y a la marcha. Qué más dará.

Que ningún niño se quede sin estudiar. Vale. Pero eso no es público. En mi pueblo, el autobús es público, pero si no pagas el billete, te quedas en la acera. La cosa pública se gestiona de mil maneras. Además el acceso universal puede garantizarse de otras formas, el cheque escolar, por cierto, implantado en Escandinavia, retiro soñado por muchos sociatas poco informados. Cheque escolar que permite que todos los alumnos estudien donde quieran. Sin injerencias estatales.

Para otros debates quedan el adoctrinamiento en las aulas, la inmersión lingüística y otros temas. Esta vez me conformo con que alguien se pare a pensar en lo que realmente quiere y de qué forma conseguirlo. No se puede pedir bajada de tasas por un lado y más becas por otro. Al menos sin quitarse intermediarios, y esos intermediarios son los del Estado. Por cierto, si no queda claro, estoy totalmente en contra de las huelgas de estudiantes. Para mejorar nuestras notas lo mejor no es dejar de ir a clase. Eso está más claro que el agua.


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