Revista Tecnología

La efectividad personal como camino, no es nada fácil

Publicado el 18 julio 2016 por Davidtorne @davidtorne

Trabajar tu efectividad personal es una aventura de múltiples capas. En los entornos de volatilidad e incertidumbre en los que nos movemos una buena autogestión personal es indispensable, pero más allá del control del día a día hay un problema de actitud, sobre todo entre los que no somos nativos de este mundo ágil.

Proactividad, responsabilidad

Coger las riendas de tu vida, ya sea en los aspectos micro, gestionando tus frentes abiertos, encauzando incidencias y solucionando problemas … pero también preocuparte por cuestiones macro, diseñando tu carrera profesional y organizando tu visión a medio -largo plazo, se ha convertido en un hito ineludible. Definir el trabajo, diseñar una visión.

La cultura latina nunca se especializó en hacer que las cosas sucedan, somos más propensos a la reactividad, esperar a ver qué pasa, adaptarnos a la situación y caer en la queja con demasiada facilidad. Actores secundarios (o espectadores) de nuestra propia vida.


Eficacia personal es responsabilidad individual. Solucionar a través de la acción.
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No sé tú, pero yo me crié en ese mundo donde se me decía que tenía que estudiar mucho para encontrar un buen trabajo comprarme una casa, pareja, hijos … Un camino preestablecido que provee de una falsa sensación de seguridad.

Lo malo es que lo llevamos todo a ese nivel, elaboramos un plan – a veces detallado hasta la nausea – y esperamos que todo se ajuste a ello. Planificar y rezar. ¿Crees que puedes seguir el plan en un entorno volátil e incierto como el actual? Si la respuesta es sí que tengas suerte. Vives en una burbuja.


Hoy proactividad también significa tomar decisiones sabiendo exponerse al riesgo
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Los de mi generación somos aquella persona triste que observa con resignación su realidad lamentándose de lo que quiere y no puede. No puede por no disponer de los recursos – o capacidades- para cambiar su escenario, pero del hoyo no se sale sin acción. Hay un freno que evita dar los primeros pasos y persistir para conseguir algo.

Detrás de una actitud proactiva hay un cambio de rol del individuo. Pasar a la acción para resolver tus problemas,  asumir un rol de artífice del cambio, te aleja del victimismo. Por eso es tan importante la eficacia personal, nos ayuda a cambiar el Mindset.

Saber renunciar

En esta página hablo mucho de la metodología GTD, de sistemas, de hábitos pero lo realmente importante es llevarlo a la práctica y entrar en un circuito de prueba – error. Por muy poco que consigas, aunque sólo sea vaciar tu mente de temas menores, ordenar tu agenda e inventariar tus asuntos en listas, el retorno obtenido es un prueba contundente de lo que se puede conseguir con una mínima preocupación por tus asuntos.


Solucionar los temas menores es decisivo para centrar tela en la atención de los asuntos importantes
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Al subir la apuesta descubriremos aquello que no funciona. Darse cuenta de los componentes de tu vida que no te aportan nada positivo, cargas innecesarias o proyectos sin sentido. Entras en una fase más sofisticada y compleja. Renunciar, soltar lastre para concentrar-te en lo importante

Hablamos mucho de la importancia de decir no. Este no, no es un NO casual, es un no duro y difícil de articular. Implica renunciar a cosas que son importantes, no por lo que te aportan sino porque llevan mucho tiempo formando parte de tu vida y renunciar a ello es renunciar a parte de tu forma de ser.

“¿Soy capaz de renunciar a este blog con el fin de invertir más tiempo en mi desarrollo profesional y personal? ¿Qué me aporta?”. Nunca he sido capaz de contestar con un no rotundo a esta pregunta pero hay veces que camino por sobre la línea.

Cambiar en mayúsculas. De intereses y preocupaciones. Al disponer de ese orden y claridad que te proporciona el control de tu rutina obtienes un excedente de tiempo y energía para destinarlo a nuevas actividades. Nuevas aventuras, proyectos y metas que completas diligentemente pero al final te empiezas a hacer preguntas incómodas, cuestionándote que quieres de verdad y donde te lleva lo que haces hoy.

Tu propósito

Surgen dudas e inseguridades. Los que tienen un propósito vital claro se enfocan como un láser para conseguirlo. Los que no, comienzan su búsqueda para definirlo y en un rincón nos quedamos los que nos debatimos entre dos amores, iniciando una lucha interna por compaginar los pero sabiendo que al final acaba surgiendo la necesidad de tomar una decisión.

Decidir sobre temas mayores va más allá de la dificultad. Es sufrimiento generado por el dolor del abandono de lo que amas y que te ha dado tanto, del miedo de no saber que te encontrarás más allá, de cómo irán las cosas, pero no hay lugar para medias tintas.

Para hacer algo bien hay que dedicarse en cuerpo y alma. La profundidad requiere de atención y dedicación exclusiva. Una vocación surge de la pasión y se afianza con la convivencia diaria. Una compañera exigente que quiere una relación exclusiva, monógama, sino se acaba convirtiendo en un simple pasatiempo.

Dedica tiempo a trabajar tu propósito, tus valores. No cometas el error de tomar una decisión sobre papel, ponlo en práctica y mira que pasa, como evoluciona. Es aquí donde sientes la dificultad, el peso de abandonar la certeza y empezar a nadar en el mar de lo incierto.

Tu vida es tu negocio. Es de lo que hablo cuando hablo de efectividad personal, de cómo ocuparse de tu propio negocio, de prosperar, de vivir mejor. Nadie dice que esto sea sencillo. Es incómodo y muchas veces tienes que retirarte a territorios más confortables al no disponer de fuerzas suficientes para avanzar entre tanta hostilidad.

Quizá la respuesta a esa meta acabe siendo un no, pero convertirte en un ‘productor’ de tus propias circunstancias cambia tu perspectiva, tu punto de vista. Ya no quiero ser un espectador de mi propia vida quiero coger las riendas y asumir las consecuencias.


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