Revista Cultura y Ocio

La eñe también es gente

Publicado el 29 septiembre 2011 por Desequilibros
Ayer os presentamos a María Elena Walsh.
Pero me reservé intencionadamente una parcela de su obra para dedicarle un post específico: la de articulista. Su mayor "éxito" fue el artículo "la eñe también es gente": un alegato en favor del uso en internet de esta letra tan hispana.

La eñe también es gente

[Photo by peterpunk77 on Flickr, under cc]

Hace unos meses ya os hablamos de la letra eñe, de su fonética, de su etimología, de su ortografía y uso. En la bibliografía de ese apunte encontraréis más pistas sobre tan particular letra.
Pero hoy, directamente, vamos a reproducir las palabras de María Elena Walsh.
No es una reivindicación (en parte sí), porque desde 1996, año en que fue publicado el artículo original en el Diario La Nación, hasta hoy, las cosas han mejorado mucho para la eñe en internet.
Se trata de un homenaje María Elena Walsh y a su obra.
Intenten dejar a un lado análisis nacionalistas, políticos o patrióticos o juzgar el texto por los localismos que contiene y quédense con el espíritu que destila.
La imagen se la he tomado prestada al autor que aparece en el pie y a Dividiendo entre cero, de Wiliam Ajanel, que la utilizó en su apunte ¿Debemos simplificar la ortografía o simplemente respetarla?
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La eñe también es gente
María Elena Walsh
La culpa es de los gnomos que nunca quisieron ser ñomos.
Culpa tienen la nieve, la niebla, los nietos, los atenienses, el unicornio.
Todos evasores de la eñe.
¡Señoras, señores, compañeros, amados niños! ¡No nos dejemos arrebatar la eñe! Ya nos han birlado los signos de apertura de interrogación y admiración. Ya nos redujeron hasta la apócope. Ya nos han traducido el pochoclo. Y como éramos pocos, la abuelita informática ha parido un monstruoso # en lugar de la eñe con su gracioso peluquín, el ~.
¿Quieren decirme qué haremos con nuestros sueños? ¿Entre la fauna en peligro de extinción figuran los ñandúes y los ñacurutuces? ¿En los pagos de Añatuya cómo cantarán Añoranzas? ¿A qué pobre barrigón fajaremos al ñudo?
¿Qué será del Año Nuevo, el tiempo de ñaupa, aquel tapado de armiño y la ñata contra el vidrio?
¿Y cómo graficaremos la más dulce consonante de la lengua guaraní?
"La ortografía también es gente", escribió Fernando Pessoa. Y, como la gente, sufre variadas discriminaciones.
Hay signos y signos, unos blancos, altos y de ojos azules, como la W o la K. Otros, pobres morochos de Hispanoamérica, como la letrita segunda, la eñe, jamás considerada por los monóculos británicos, que está en peligro de pasar al bando de los desocupados después de rendir tantos servicios y no ser precisamente una letra ñoqui.
A barrerla, a borrarla, a sustituirla, dicen los perezosos manipuladores de las maquinitas, sólo porque la ñ da un poco de trabajo. Pereza ideológica, hubiéramos dicho en la década del setenta.
Una letra española es un defecto más de los hispanos, esa raza impura formateada y escaneada también por pereza y comodidad. Nada de hondureños, salvadoreños, caribeños, panameños.
¡Impronunciables nativos! Sigamos siendo dueños de algo que nos pertenece, esa letra con caperuza, algo muy pequeño, pero menos ñoño de lo que parece. Algo importante, algo gente, algo alma y lengua, algo no descartable, algo propio y compartido porque así nos canta.
No faltará quien ofrezca soluciones absurdas: escribir con nuestro inolvidable César Bruto, compinche del maestro Oski. Ninios, suenios, otonio. Fantasía inexplicable que ya fue y preferimos no reanudar, salvo que la Madre Patria retroceda y vuelva a llamarse Hispania.
La supervivencia de esta letra nos atañe, sin distinción de sexos, credos ni programas de software.
Luchemos para no añadir más leña a la hoguera dónde se debate nuestro discriminado signo. Letra es sinónimo de carácter.
¡Avisémoslo al mundo entero por Internet! La eñe también es gente.

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