Revista Opinión

La Era kirchnerista: un nuevo Estado de Bienestar

Publicado el 13 diciembre 2010 por Julianotal @mundopario
La Era kirchnerista: un nuevo Estado de BienestarA partir de la asunción del presidente Néstor Kirchner, en Argentina se empezó a vislumbrar un cambio notable en relación a la práctica neoliberal profundizada en la década del ’90. No obstante, dado que se trata de un proceso aún vigente, parece tentador relacionarlo con el Estado de Bienestar o keynesiano, que apareció como alternativa luego del crack del ’29. Sin embargo, son procesos muy distintos y llevaría a una comparación meramente caprichosa porque la diferencia del contexto mundial es notable. Primero, habría que destacar que, a diferencia del anterior proceso, la crisis económica estalló en los países periféricos y desde fines de 2008 se está trasladando a los países centrales. Argentina, sufrió a fines del 2001 una de las peores crisis de su historia gracias a la profundización del Estado neoliberal durante la década del ’90. Desde 1975 con el Rodrigazo, Argentina empezó a sufrir una serie de medidas económica restrictivas y agresivas hacia el sector productivo, privilegiando la patria financiera. A partir de mediados de los ’70 se establece un nuevo proceso estructural (de “largo plazo” en palabras de Minujin –Anguita ) que trajo aparejado la coexistencia de dos países en uno: uno de opulencia (minoritario) y otro de miseria, que se acelera notablemente durante el menemismo. Segundo, el neoliberalismo vino de la mano de un nuevo fenómeno: la globalización, la aparición de un discurso único como el fin de las ideologías o, en voz de Fukuyama, “el fin de la Historia” luego de la caída del muro de Berlín en 1989 y el fin del comunismo, establecen la dificultad o complejidad de la reversión de un proceso a nivel global (el aumento de la brecha entre ricos y pobres en los últimos 30 años la diferencia de ingresos entre el 20% más rico y el 20% más pobre de la población mundial aumentó de 30 a 60 veces) . La apertura del mercado, la privatización de los servicios públicos, la flexibilización laboral, son algunos de los aspectos del Consenso de Washington y el asesoramiento de las entidades financieras que llevó al país a quedar sometido a las inevitables crisis cíclicas del sistema capitalista que se agudizaron, junto con el deterioro económico nacional
CRISIS DE 1989
Hiperinflación
Saqueos.
Desocupación
Moratoria de la deuda
Devaluación de la moneda
Quiebra del Estado
Acreedores s. Grupos
Renuncia de Sourrouille
Inestabilidad política
CRISIS DE 2001
Recesión
Piqueteros
Hiperdesocupación
Default
Riesgo país
Quiebra del Estado
Dolarización vs. Devaluación
Renuncia de Domingo Cavallo
Inestabilidad política
Las recetas de los economistas y asesores del FMI, eran las de siempre: enfriar la economía, recorte del gasto público, congelamiento de salarios, etcétera; las mismas que, aunque parezca increíble, se repiten actualmente en Europa.
A partir de la llegada de Néstor Kirchner, se observa un cambio estratégico derivado en unas leves reformas estructurales que apuntaron a un papel activo del Estado en cuanto a la regulación de la economía, cuyo crecimiento del PBI a partir del 2003 se debe al control del cambio, a la producción del mercado interno (brindando facilidades crediticias a las Pymes) y al superávit de exportación primaria.
Luego de la debacle economía agravada en el 2001, empieza la recuperación económica aunque las décadas de retroceso de las clases populares, sumada la aparición de los nuevos pobres, es decir, miembros de la clase media que presos del cambio estructural productivo nacido a mediados de los ’70 sufren la movilidad descendente, establece un verdadero desafío de inclusión social que sólo medidas planificadas hacia un cambio estructural de la economía lo puede remediar. En relación a la “Dinámica política” que menciona Louis Wacquant, para resolver la marginalidad, podemos decir que con el kirchnerismo se presencia la reconstrucción de un Estado de Bienestar que, lógicamente, difiere mucho en relación al que dominó la escena económica occidental a mediados del ’30 y se prolongó hasta la crisis del petróleo, a comienzos de los ’70. Durante el menemismo, hemos asistido al achicamiento y desarticulación del Estado de Bienestar causando el deterioro y la indigencia social. Las políticas que se emplearon y se emplean para modificar la acentuada deuda social, no son reformas radicales quizás para no quebrar la macroeconomía que, a diferencia del Estado keynesiano clásico, está ligada necesariamente al mercado global y limitada por la presión de las multinacionales. Durante los primeros años de la presidencia de Néstor Kirchner, el economista Alfredo Zaiat mencionaba “el peligro de acostumbrarse a un país de pobres”: si bien el año 2003 terminó con un crecimiento del 8,4 por ciento, no se resolvía la distribución del ingreso y que el 70 por ciento del incremento de ingresos estaba concentrado en los sectores altos y medios –altos . Las tibias medidas tomadas en sus inicios, se fueron acentuando y marcando “el rumbo” hacia un Estado benefactor. Así, la “era kirchnerista” habría que dividirlo en tres etapas:
La primera etapa, caracterizada por la recuperación de la economía y la negociación del endeudamiento público en default, de la mano del ministro de economía Lavagna, (2002 -2005); la segunda etapa, definida por el mantenimiento de la recuperación y reactivación de la economía, con privilegio en el combate a la inflación (no es casual la demonización por los medios concentrados hacia el secretario de comercio, Guillermo “polémico” Moreno); y la tercer etapa, bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, donde (gracias al asentamiento de una política económica dirigida por el Estado) se profundiza el proceso de inclusión social, dilucidándose la crudeza por el violento enfrentamiento con los medios concentrados (conflicto con el “campo” por la retenciones, 2008; estatización de los aportes jubilatorios y de Aerolíneas Argentinas; el enfrentamiento con el Grupo Clarín, a partir de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales).
Durante el ciclo kirchnerista, se retoma el concepto principal del keynesianismo, concentrado en la inversión en obras públicas, subsidios hacia los servicios públicos, inversión en el crecimiento del mercado interno, medidas proteccionistas hacia la industria local. El reflejo de dichas políticas se vislumbran en un modo de producción capitalista basado principalmente en el crecimiento de la pequeña y mediana empresa, favoreciendo así a una vapuleada clase media. A su vez, el llamado a las paritarias, congeladas durante los ’90, la alianza y fortalecimiento con los sindicatos, favoreció el crecimiento del poder adquisitivo de los trabajadores. Aunque no está resuelto el aún alto grado de trabajo informal y subempleo, recientes datos otorgados por el INDEC verifican la caída en el desempleo y subempleo en un 7, 5 y 8, 8 por ciento respectivamente.
La Era kirchnerista: un nuevo Estado de Bienestar
Aldo Isuani en “La Argentina que viene” analiza el desarrollo del neoliberalismo en Argentina, sus consecuencias y establece algunas claves para establecer una sociedad más justa y democrática, que podemos compararlo con algunas medidas llevadas a cabo por el kirchnerismo, sobre todo bajo el mandato de Cristina Fernández.
La primera de ellas es lo que denomina el autor, “Red de protección social”, es decir, “satisfacer un nivel básico de necesidades” realizándose por medio de bienes y servicios, o por vía de garantizar un ingreso básico para que el individuo o la familia acceda a un consumo mínimo . Las propuestas de Isuani se vislumbran en el Plan Trabajar, que busca resolver la marginalidad que sufren gran cantidad de desempleados heredados de los ’90; y en la notable Asignación Universal por Hijo que mitiga las condiciones de pobreza que sufren desempleados y trabajadores informales, garantizados por un sistema que elude el clásico clientelismo. El beneficio, hasta setiembre de este año, a tres millones setecientos mil beneficiados, posibilitó la reinserción escolar de gran parte de chicos que estaban imposibilitados al acceso obligatorio del mismo. Esta última medida, no pudo revertir la acentuada desigualdad social pero sí que gran parte de la población deje de estar bajo condiciones de extrema pobreza. El Índice de Desarrollo Humano para la Argentina, difundido el 23 de Noviembre del corriente año, mostró una progresiva reducción de la desigualdad a nivel nacional. El impacto negativo que la inequidad tiene sobre el índice de desarrollo se ubicó en un 4 por ciento, cuando en 2006 era de 4,4, y en 1996, de 4,7 por ciento . Mientras que, según la CEPAL, la tasa de pobreza en la Argentina se redujo desde el momento más crítico de la crisis de 2001 a la fecha en 34,1 puntos, ubicándose como la segunda más baja –con 11,3 por ciento- en América Latina, solo detrás de Uruguay (10, 7) .
La segunda clave fundamental para un cambio estructural que menciona Isuani es “la extensión del conocimiento”, es decir, brindar las posibilidades de adquirir conocimientos y habilidades para desenvolverse en el mercado laboral y no quedar atados en el asistencialismo estatal . El crecimiento del presupuesto para la educación, inaugurada por la presidencia de Kirchner bajo el ministro Daniel Filmus, restableció la responsabilidad del Estado en la educación pública, sumado a una nueva Ley de Educación, que acababa con la bazofia establecida durante el menemismo. Durante el mandato de CFK se incrementó la apuesta por revitalizar la educación de las escuelas técnicas, ante la necesidad de un nuevo paradigma industrialista; el programa “Conectar Igualdad”, donde distribuyen netbooks gratuitas a los estudiantes secundarios; la apertura de un Ministerio de Ciencia y Tecnología que posibilita la facultad de manejar un presupuesto destinado exclusivamente a dicha área; el regreso de miles de científicos al país, entre otros aspectos, reflejan un plan productivo nacional que requiere la inserción de gran parte de la sociedad, incluso de profesionales que bajo la lógica neoliberal se habían convertido en nuevos pobres, o bien en sectores medios en condiciones de vulnerabilidad económico social .
Los desafíos para lograr revertir definitivamente el proceso de empobrecimiento están bajo este rumbo económico, cuyo papel activo del Estado es fundamental. No obstante, el crecimiento inflacionario en ascenso, reduce el poder adquisitivo de las clases menos favorecidas y sin un control efectivo, pueden lograr que sean obsoletas las medidas antes mencionadas aunque el pronóstico de los economistas del stablishment como Domingo Cavallo de una posible estanflación como la que había dado el golpe de gracia al anterior Estado keynesiano, hoy por hoy está lejos de ser un peligro. El crecimiento económico puede ser sostenido e incluir socialmente si se mantiene la alianza regional, independiente de los vaivenes del exterior. El otro factor principal, y el más complejo a lograr debido al proceso largoplacista del mismo: el cambio cultural. La revisión histórica, la defensa de los DDHH, y la nueva ley de medios audiovisuales son fundamentales para formar una nueva mentalidad que formen los cimientos para un cambio estructural que anule el individualismo consumista que refleja el neoliberalismo.

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