Revista Salud y Bienestar

La estatura como valor social, II

Por Pedsocial @Pedsocial

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Todos los niños quieren ser más altos. Seguro que ya apenas lo recordamos, pero la sensación propia de que se está creciendo es una percepción que nunca más volvemos a tener. Como los niños no suelen escribir sus memorias, sobre todo los que no saben escribir, no existe el relato del fenómeno del crecimiento que, desde mi pequeño y propio punto de vista, es algo fascinante. Eso de que haya un día que puedas alcanzar la manilla de la puerta para abrirla, es un logro tan absolutamente natural que es extraordinario en si mismo. Cuando tienes dos años te tienes que poner de puntillas, agarrar la manija con un esfuerzo de prensión que ya está muy desarrollado al nacer, como en todos los primates, y tirar hacia abajo a veces colgando todo el peso del cuerpo…Y oiremos ¡Uy! ya llega a abrir la puerta!. Alcanzar, ese es el objetivo. No, aún no alcanzo, no llego, esa es la frustración, que se espera sea temporal. Y se espera que un adulto te levante…”Aúpame“, ese vasquismo, de aupa, tan interiorizado en el español.

Crecer permite sentarse a la mesa a comer en una silla sin cojines o alzas, y sin que el plato te toque la barbilla. Crecer es poder mirar por encima del alféizar de la ventana o de la ventanilla del coche. ¿Alguien se acuerda de la sensación de estar enmedio de una muchedumbre y sólo alcanzar a ver los culos de los adultos que te rodean? ¿De como hay que colarse entre las piernas de unos y otros para ponerse delante, en primera fila, para ver pasar el desfile o la procesión.

Crecer es poder tener asiento propio en los transportes. O, por fin, poder acceder a las atracciones “de mayores” en los parques temáticos. Aquí al lado, en Port Aventura, si no mides 130cm no eres nadie…

Algunos adolescentes, en el brote de crecimiento, cuando vuelven al lugar de los veraneos de antaño advierten: “Lo veo más pequeño todo…“. Lo miran “desde más arriba”.

El slogan olímpico “Citius, altius , fortius“, más rápido, más alto y más fuerte, parece marcar unos standard a los que llegar con el crecimiento. Y luego viene aquello de que para jugar a basquet hay que ser muy alto. Ahí tienes a los hermanos Gasol. Bueno, y para lo demás también. Que sí, que Rafa Nadal no es bajito, mide 1,85. Y Maria Sharopova es una moza de 1.88!. O Michael Phelps, que mide 1,93 cm y así ya puede ganar medallas de natación.

Las constantes referencias, así como las experiencias, en lo que se refiere a la estatura de los niños ejercen un injusto efecto sobre  los humanos que están creciendo, los niños, y eso no siempre somos lo suficientemente ecuánimes para entenderlo. Y, al vigilarlo, entrar en valoraciones que los niños–y a veces también los padres–pueden no interpretar adecuadamente.

El crecimiento secular de la población es un fenómeno que en este país se ha hecho evidente en los últimos cincuenta años. Todos lo atribuimos a las mejoras en las condiciones sociales y a la alimentación, sobre todo proteica. Pero las estaturas medias se refieren a eso, a la media, o si se quiere, a la mediana. Pero hay un montón de gente, a todos los efectos la mitad, que estan por debajo.

Conceder a la estatura, como efecto del crecimiento, su justa valoración y evitar interpretaciones que puedan parecer negativas, es una responsabilidad de los que trabajan con niños y vigilan su crecimiento.

X. Allué (Editor)


La estatura como valor social, II

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