Revista Salud y Bienestar

La estatura como valor social – III

Por Pedsocial @Pedsocial

La estatura como valor social – IIIRecordábamos hace ya un tiempo la figura que Miguel Gila dedicaba a los niños como “esos locos bajitos“, y que más tarde menciona  Juan Manuel Serrat. La referencia entonces era en cuanto a “locos”, porque reivindicábamos la especialidad de Psiquiatría infantil. Ahora nos referimos más bien a la condición de “bajitos”.

La estatura infantil, en general inferior a la de los adultos, es una condición, también en general, transitoria. El destino de los niños es crecer. Sin embargo no todos lo hacen, o no lo hacen al mismo ritmo, o al mismo tiempo o en la misma proporción. Los libros de Pediatria, los tratados de auxología, se extienden en explicar la evolución del crecimiento con tablas y gráficos y, a la vista de posible discrepancias o retrasos, ofrecen amplios listados de las posibles causas. Son muchas. Algunas congénitas, hereditarias. Otras adquiridas por los múltiples avatares de la existencia. Unas y otras dependientes de una variedad de agentes o factores: hormonales, metabólicos, nutricionales o hasta neurológicos.

La baja estatura resulta socialmente denostada. Abundan los insultos, los menosprecios, los chistes , el desdén o las burlas, cuando no las agresiones. No los vamos a reproducir por lo ofensivos e injustos. Incuso se critica cuando en intento de la superación, algunos con baja estatura actúan con altaneria o soberbia, recordando algunos famosos por su estatura y poder, como Bonaparte o Leo Messi.

La percepción de la baja estatura en cualquier época de la vida no puede dañar la autoestima. Es una obligación de quienes nos ocupamos de los niños y su salud que contribuyamos a racionalizar las realidades, evitando conmiseraciones, ayudando a interpretaciones adecuadas y ofreciendo todo el apoyo necesario. Valorizando la importancia del contenido sobre el continente, recordando a la proverbial buena confitura guardada en el envase más pequeño.

X. Allué (Editor)


La estatura como valor social – III

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